28 de Junio, 2021

Educación 4.0, la Web industrial para nuevas formas de composición de la producción colaborativa.

Equipo Editorial Observatorio

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8 minutos de lectura

La Web 4.0, o “La web industrial” como ha sido llamada, corresponde a una cuarta revolución industrial que describe la evolución técnico y económica de la sociedad, y es una expresión de continuidad con la Primera Revolución industrial. En esta fase evolutiva se asocia el concepto Educación 4.0 expresando la composición de un nuevo tipo de sociedad proyectada para la tercera década del siglo XXI.

Es una transformación acelerada que da centralidad a la inteligencia artificial y a una creciente acumulación de grandes cantidades de datos (big data), algoritmos de procesamiento y una interconexión masiva de sistema y dispositivos digitales. Aunque existen muchas semejanzas con la propuesta semántica de Web 3.0, ahora adquiere importancia una nueva forma de organizar la vida productiva como “fábrica inteligente”.  La inteligencia propuesta no es de racionalidad estratégica, maximización de la utilidad o adaptación de la persona a la tecnología. Es más bien, inteligencia de adaptación de los procesos productivos a las necesidades de las personas y el medio ambiente. Esto requiere formar a la sociedad en su conjunto respetando y potenciando la “propia forma” de hacer las cosas.

La base tecnológica que hace la diferencia a la Web 4.0 de las precedentes (3.0 y 2.0), corresponde a un aprendizaje sistemático y continuo de nuevas tecnologías, digitalización, y coordinación cooperativa de todas las unidades productivas de la economía. La Educación 4.0 avanza hacia nuevas formas de aprender y no se refiere a una capacitación extensiva de la sociedad para la usabilidad de tecnologías y el dominio de una determinada herramienta informática o haber digitalizado la información de las instituciones y ponerla a disposición del ciudadano/estudiante. Es una educación para la producción inteligente y más respetuosa del medio ambiente y con cadenas de valor comunicadas en un sistema productivo que favorece el bienestar social.

Con la presencia de la web 4.0 y como lo hemos señalado, el aporte de la inteligencia artificial hará posible que aquella pueda responder preguntas del usuario con más precisión y entendiendo el contexto de este y de las posibilidades que le puede proporcionar una base de datos universal para responder adecuadamente a una necesidad específica. En resumen, el tejido social se compondrá como Sociedad 4.0 gracias a la Web 4.0 y esta requerirá de una Educación 4.0 que logre armonizar, entender y aplicar el impacto de la ciencia y tecnología en la vida cotidiana de las personas en el planeta.

Educación 4.0 como composición del valor educativo

La esencia de la Educación 4.0 es la palabra “valor”, ya sea entendida como aporte de la transformación digital, del aprendizaje flexible, el respeto por el propio ritmo y velocidad de cada estudiante.  El valor se apoya en la tecnología, no se reduce a ella, que solo es un medio y es parte de un proceso imparable, de gran impacto e irreversible; puede cambiar en su formulación, o algo adquiere una nueva valoración, pero siempre proviene de la fuente inalienable de la naturaleza humana. En este sentido, la tecnología, cataliza un proceso de transformación digital de la educación, y nos permite hacer nuevas valoraciones de nuestra experiencia. Corresponde a la composición de una nueva “network” de relaciones y compromisos.

La centralidad del valor en la Educación 4.0 no se reduce a una “agenda valórica” que asegura transferir (en el sentido de capacitar) un determinado valor al que no lo tiene. Como un condimento que se trasmite, acomoda, o que se agrega mediante una charla o seminario. Aún sigue vigente entre nosotros la idea de “agregar valor al estudiante”, o “cadena de agregación de valor educativa” emulando las ideas de M. Porter (Ventaja Competitiva, 1985). Esta misma idea de agregar valor se encuentra en el concepto de “filière” (Hebras, 1970) de los sistemas agroindustriales de Francia y América Latina, o el “agrosystem” en Estados Unidos en los años 50. En todos ellos se subraya primordialmente las conexiones internas del sistema y que requiere aprender su eficiencia para una mayor valor de competitividad. Sin embargo, las cadenas de valor tienden a desconectarse de un macro “sistema de valor” socialmente constituido. Precisamente aquí se dirige la mirada de la Educación 4.0 que promueve nuevas formas de colaboración para la producción digitalmente basada. Y por tal razón, la docencia juega un rol central en la composición del valor.

La idea de “composición de valor” de la Educación 4.0 no corresponde a inventar valores que no existen, o valorizar por medio de la adhesión uniforme a un valor determinado. Se refiere más bien a un proceso de integración de los distintos actores del sector productivo, social y educativo para el desarrollo de una cultura de colaboración. Requiere componer aspectos disciplinares, pedagógicos y culturales: es hacer factible un proyecto educativo en una Sociedad 4.0. Aquí el liderazgo pedagógico centrado en el estudiante no puede reducirse al ingreso al aula (virtual) y con la evaluación objetiva de una asignatura. Corresponde principalmente a una docencia que participa de un proceso de aprendizaje caracterizado en un contexto de Web 4.0.

El aporte tecnológico está al servicio del aprendizaje. Se trata de una composición del valor desde la Vinculación con el Medio, la Investigación aplicada y la construcción sistemática de un Ambiente para el Aprendizaje apoyado en la oportunidad de la Web 4.0.  Esta idea de valor no se contrapone con nuestros valores institucionales, al contrario, la integridad, calidad, respeto y compromiso adquieren un suelo fértil para componer nuevos sentidos.  Se invita al lector, mediante un ejemplo histórico, a reflexionar la factibilidad de la Educación 4.0 a continuación. 

Un ejemplo de integración cultural productiva para una sociedad 4.0

Nuestros medios tecnológicos actuales contrastan con aquellos de la antigüedad para componer el valor. En el Japón del siglo XVI la composición de valor se comprendía como monozukuri e hitozukuri. Dos conceptos presentes fuertemente al comienzo del periodo y que continúan hasta hoy en formas avanzadas de producción automatizada del siglo XXI.

Monozukuri hitozukuri están integradas en la Educación 4.0 y no se evidencia un quiebre entre la cultura y el aprendizaje. Ambas palabras requieren una explicación para la audiencia no-japonesa. Monozukuri está formado por “mono” que significa producto, y zukuri que significa un proceso de crear cosas. Pero esta palabra significa un poco más: requiere la capacidad, o habilidad, de hacer cosas buenas, creativas y no copiadas. Es un aprendizaje de oficio que requiere más bien un arte que un estructurado currículo. Es una filosofía para hacer cosas como expresión cultural.  Si “mono” es reemplazado por “hito”, que significa humano, monozukuri llega a ser hitosukuri, y corresponde a un proceso de aprendizaje continuo de desarrollo de la decisión, independencia, enfoque, conciencia de misión y escucha de los demás sin prejuicio y armonía con la naturaleza.

Se trata de una mirada cultural sobre la automatización y el uso de nuevas tecnologías para la producción que nos lleva a comprender la Revolución Robótica en Japón de 2015-2016. Por cierto, ella no se reduce a eficiencia de una cadena de montaje con mirada de futuro, sino el hacer factible hoy la sociedad deseada. La sociedad se construye sobre la Web 4.0, y como tal requiere de una forma adecuada de Educación 4.0, por esto monozukuri se actualiza gracias a hitozukuri y exige un nuevo sistema educativo para la sociedad japonesa. Aquí la educación técnico profesional es prioritaria. El “hacer bien las cosas” tiene un sentido espiritual que requiere ser formado y requiere de la colaboración de muchos.

Hubo un misionero que intuyó la vitalidad semántica del monozukuri. Francisco Xavier, un santo de la Sociedad de Jesús y misionero que obsequió a Ouchi Yoshitaka un reloj mecánico en 1551. Así mismo, otros líderes japoneses recibieron artefactos similares que desafiaron la mente y abrieron el corazón al anuncio de la Buena Nueva. Sin embargo, otro tipo de regalo recibió la primera comunidad cristiana (Kirishitan en japonés) en 1560. Y esta fue la formación de la identidad cristiana por medio de la composición musical. Es un monosukuri de práctica del coro y representación musical. Después de 400 años aún sigue vigente gracias al hitosukuri.

Lo anterior fue un marco innovativo desde la idea de componer valor, armonizar la música de la tradición budista y la letra de la Escritura. Esta escucha local respeta el propio modo de hacer las cosas, se recoge la tradición musical, pero incluye la Palabra de Dios como diálogo con todos. En esta “innovación” musical aun resuena la pregunta hecha a María Magdalena y que canta el coro: “dinos tú, que viste en el camino”. Es un himno vigente y vital que constituye la comunidad a su propia manera y que participa haciendo hoy factible la sociedad que todos queremos.

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