Quiero iniciar estas palabras saludando especialmente a los estudiantes que parten sus estudios en Duoc UC, La presencia del Ministro Varela, que siendo esta su primera actividad como Ministro, da una señal valiosa al sector Técnico Profesional y al país. Y agradecer a Dios por su guía, que nos permite ser continuadores de una obra iniciada hace 50 años. Pedir también para que podamos contribuir con el ejemplo de nuestras prácticas, y en la discusión para una mejor política pública, que permita cambiar un énfasis donde lo universitario ha marcado casi todo lo dicho y conocido en educación superior.
Sabemos que la forma de enseñar, la flexibilidad para adaptarse a distintos intereses, los ajustes a grupos de estudiantes con necesidades heterogéneas, y la inclusión están presentes de un modo único, particular, en lo técnico profesional. Ello demanda observar el sector con respeto, concebirlo con la mente abierta como fuente de aprendizaje y ejemplo, y no como la válvula de escape para contener demandas o para capacitar a los más carentes.
Hoy la educación superior es un camino natural para amplios sectores de la sociedad. No lo fue hasta hace pocos años, cuando era sinónimo de educación universitaria y estaba restringida a un puñado de instituciones, para los escasos alumnos que terminaban la educación media.
Duoc UC tiene hoy un rol social clave. Sus casi 102.000 alumnos son la réplica más fiel de la composición estudiantil de la población de Chile. Haber sido reconocido entre otros por la CNA como el único Instituto Profesional con la máxima acreditación y el único en el área de vinculación con el medio; por Icare con un Premio Especial, y por la Unesco como Centro Unevoc, nos llama a una activa participación en la discusión que confiamos derive en políticas sostenibles, coherentes, que marcarán las vidas de generaciones y del país.
Cada día es más evidente el cambio y lo socialmente rentable que es un proyecto de Educación Superior Técnico Profesional de calidad. En el 2016 la participación de la ESTP en la matrícula de primer año de pregrado llegó a 54%. Según la Encuesta Casen, en un período de 13 años, cuando mayor crecimiento relativo experimentó el sector Técnico Profesional, el ingreso real de sus egresados aumentó en 9,8%, mientras que el de los egresados de universidades con el ciclo completo lo hizo en 3,5%.
Después de un año de titularse, el ingreso medio de los Ingenieros en Comercio Exterior es $707.426, y al cabo de cinco años, de $1.154.261. Para ingenieros en conectividad y redes las cifras respectivas son de $962.209 y $1.443.486. Y aunque la brecha promedio favorece a los universitarios, los salarios de los egresados de las instituciones de ESTP de mayor acreditación superan largamente el percentil 30 de los universitarios.
La empleabilidad de los titulados es también significativamente mayor a la de grupos etarios comparables. Los titulados Duoc UC tienen una tasa de ocupación de cuatro puntos sobre la nacional en el rango 25 a 29 años.
Pero los desafíos son mayores, con cambios del entorno que no imaginamos hasta hace muy poco. La incertidumbre sobre las demandas futuras nos impide saber qué calificaciones específicas se requerirán en los próximos años. Por ello, estamos implementando medidas para que la formación disciplinar vaya acompañada con un potenciamiento de competencias de empleabilidad: las llamadas competencias del siglo XXI.
El progreso tecnológico, la disposición de recursos y las nuevas generaciones de jóvenes, con su diversidad de intereses y acceso a medios e información hacen que la sala de clases tradicional, donde se iba a escuchar al profesor, sino única, principal fuente del conocimiento cambiara y se requiera de profesores que desafían, que aunque no tienen todas las respuestas, hacen preguntas relevantes y desafían.
El contenido y el conocimiento dejó de ser monopolio del profesor, y aunque abunda en las bibliotecas a las que se accede por los teléfonos inteligentes, hay que descubrirlo, separarlo de la información engañosa, equivocada. De ahí entonces la necesidad de desarrollar la capacidad de autocontrol, la de procesar y seleccionar información, y en la base, aquella de cuestionar argumentos y construir los propios.
Creemos firmemente en la autonomía de las instituciones, la libertad para desarrollar su proyecto educativo, y también, en un rol definido para el Estado. Hemos argumentado sobre la importancia que los alumnos de la educación superior técnico profesional tengan financiamiento no discriminatorio, materia en la que se ha avanzado parcialmente. Para no abundar, solo decir que el arancel de referencia de Carreras de alta complejidad y requerimientos del sector Técnico Profesional, están en torno a un tercio de Carreras Universitarias impartidas en instituciones que no están acreditadas en investigación. Ello, que pudo tener un origen en la concepción que los estudiantes TP llegaban desde el trabajo solo a capacitarse, se ha traducido, entre otros, en menores espacios de convivencia y relacionamiento, en menor participación de los alumnos en una vida realmente estudiantil.
Hemos sostenido también que una concepción adecuada de calidad es fundamental para evitar no solo la decepción y engaño de los estudiantes, sino que el deterioro de un sector que requiere ser reconocido por su aporte. Manifestamos reiteradamente que sin acreditación obligatoria se hacía difícil superar el estigma de un sector de menor calidad y que de no existir, limita la capacidad del propio Ministerio de tener políticas adecuadas. También argumentamos en la necesidad de control, pero uno que no asfixie, uno que no esté centrado en el origen de la institución, o en arreglo contractual, sino que se relacione estrictamente con la calidad.
También hemos insistido en que la ESTP no debe pensarse como “un peldaño” para acceder a la educación universitaria, ni menos concebirse como la alternativa de segunda categoría para quienes no pudieron alcanzar los estándares de la universidad. La ESTP es un camino que permite adquirir competencias complementarias a las de estudiantes universitarios, que lo hace con métodos prácticos, y que solo cuando es de calidad, permite a quienes ingresan acceder a perfiles laborales diferentes y muchas veces superiores a los que se obtienen en un gran número de Carreras Universitarias.
En este camino, y en particular porque las aspiraciones de nuestros jóvenes se sintetizan en obtener un trabajo con sentido, aportar a sus familias, y en tener horizontes amplios, es importante que el Estado libere trabas que pudieron tener sentido en una época pretérita y que definitivamente ya no lo tienen.
Sin ser exhaustivo, quiero mencionar dos para los titulados de la ESTP y que afectan su empleabilidad y perspectivas. En primer lugar, la existencia de una normativa del Sector Público que favorece remuneraciones y contratación de titulados con licenciatura. Un técnico en logística que trabaje en logística en el sector público, tiene menos remuneración que la de un titulado universitario, como podría ser un profesor de lenguaje, que también trabaje en logística. El caso es más extremo cuando se reservan ocupaciones para títulos universitarios.
En segundo término, está la falta de financiamiento para posgrados tecnológicos, propios del mundo técnico profesional, abundantes en los países más desarrollados, y que no tienen financiamiento estatal en Chile. En efecto, el programa Becas Chile financia posgrados de alumnos que tienen licenciatura. Mientras, el programa Técnicos para Chile, orientado a alumnos del sector TP dejó, a partir del año 2017 de tener presupuesto cortando alas a algunos, pero sueños a todos, de continuar en el camino Técnico.
La distorsión es evidente, toda vez que los tecnológicos finlandeses, los posgrados canadienses, y muchas universidades en Chile, lideradas por la Universidad Católica, tienen abiertas sus puertas a alumnos de instituciones TP de calidad, como el Duoc UC, previa satisfacción de sus requerimientos de ingreso, dentro de los cuales puede o no estar la licenciatura.
Las consecuencias pueden ser severas. Algunas instituciones técnicas se han integrado a universidades, distorsionando la naturaleza de sus currículos. Algunos titulados del sector TP buscan licenciaturas en Carreras Universitarias sin ninguna afinidad a su proyecto de vida a veces, y las más, en instituciones de baja calidad, solo para cumplir requisitos impuestos por una legislación obsoleta.
Siendo muchos los desafíos del sector, la heterogeneidad que surge de distintos proyectos educativos y la urgencia que el Estado concentre sus esfuerzos donde es más necesario, cabe una agenda que propenda a dar mayor autonomía y mayores espacios de innovación al menos a las instituciones que lideran el sector. Estamos seguros que si se flexibiliza los requerimientos de horas presenciales, aunque sea a partir de un piloto bien controlado, que contemple compromisos y reporte resultados, ofreceremos programas más convenientes a nuestros alumnos vespertinos, que son casi un 50% del sector, y que hoy están sujetos a los mismos requerimientos de presencialidad, lo que redunda en sustancialmente mayores tasas de deserción. Esa flexibilización permitirá avanzar en los programas duales, donde la formación en la empresa resulta especialmente conveniente para darle mayor pertinencia al trabajo y servir de ejemplo y estándar para que el resto del sector lo haga.
Quiero concluir reiterando nuestro agradecimiento a todos quienes se han entregado a Duoc UC, cuyo propósito fundamental, a pesar del cambio en el entorno, permanece. Esta institución que por su definición de educación católica, está llamada a ser de calidad y a transformar.
En particular, quiero rendir el homenaje a todos quienes participan de esta obra a través del primer Director Ejecutivo y Fundador, Padre Juan Bagá, que partió recientemente, dejando una huella imborrable en el espíritu de Duoc UC, haciendo que compartamos un sueño, el que diariamente nos da la gran alegría por estar sirviendo a una generación que sí, está para cambiar el destino del país.
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