“Quiero partir saludando muy especialmente a quienes inician como estudiantes su paso por el Duoc UC, y agradeciendo a Dios por su guía en el esfuerzo desplegado por tantos colaboradores, profesores y alumnos. Este año parte con nuestra institución en una posición de privilegio, una posición que permite contribuir a su misión: la de entregarle a la sociedad los mejores técnicos y profesionales formados a partir de una base ética inspirada en los valores cristianos y así influir significativamente en que haya mayor progreso económico y social.
Aparte de la convicción que nuestro paso por el Duoc UC no es para un trabajo cualquiera y que hemos sido privilegiados por ser actores para cumplir una misión que permita a cada uno de nosotros, colaboradores, profesores y alumnos trascender espiritual y socialmente, Duoc UC tiene dos características que queremos hacer más palpables pues son fuente de un potencial de influencia enorme e inmediato. En primer lugar, la excelencia. Como institución de educación católica debemos ser excelentes, cumplir nuestra misión de la forma más efectiva, sin que medien excusas de ningún tipo para educar, formar, y transformar. En segundo lugar, la masividad. Nuestros casi 98.000 estudiantes representan una porción significativa de la fuerza laboral de los “millenials”, y ellos pueden transformar la sociedad rápidamente.
Debemos entonces profundizar en el trabajo, para lo cual disponemos de la sólida base que provee la actualización y revitalización del Proyecto Educativo que tomó lugar el año 2015. El aterrizaje de ese proyecto lo plasmamos en el Plan de Desarrollo 2016-2020, que después de un proceso participativo amplio en el que recibimos aportes de grupos de trabajo de Sedes y Escuelas, lo concluimos y presentamos recientemente este año a los Directores de la institución, y que ya está siendo trabajado para su implementación. Este Plan de Desarrollo contempla la realización de un conjunto de proyectos definidos en torno a ejes que profundizan nuestra esencia y que deben ser implementados transversalmente.
La formación humana integral distintiva, uno de los ejes y parte fundante de nuestra misión, se suele pensar orientada principalmente a nuestros alumnos, lo que es correcto. Pero también queremos reforzarla con una mirada a nuestros colaboradores, fundamental para cerrar el ciclo educacional.
Con la creación de la Dirección General de Identidad y Misión el año pasado, hemos buscado una instancia que garantice que los elementos constitutivos del Duoc UC estén presentes en todo su quehacer y así alcanzar de manera consciente y consistente unas de nuestras principales metas: una identidad católica, cuyo propósito es servir a Dios mediante la búsqueda de la verdad y el bien común; el respeto a todas las personas con un sentido de acogida; un proyecto educativo libre, propio y autónomo que necesariamente implica el desarrollo integral de la persona, para contribuir a la construcción de una sociedad más justa y buena.
La Exhortación apostólica post sinodal del Papa Francisco sobre la familia “La alegría del amor” («Amoris Laetitia») adquiere un sentido especial, porque nuestra integralidad pasa para la gran mayoría de nosotros, por la vida familiar. Su exhortación se entiende como una propuesta de estímulo a que las familias cristianas valoren los dones del matrimonio y de la familia, y para que las ayude a sostener un amor fuerte y lleno de valores, como la generosidad, el compromiso, la fidelidad y la paciencia. También porque procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía, allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo.
Otro pilar del plan de desarrollo es la vinculación significativa con la sociedad, que remarca un rol social que nos es propio, fundamental. Esa mirada debe venir de lo que somos, nutrirnos de la interacción con las empresas privadas y públicas, y con nuestros propios egresados para responder a las necesidades del medio, a los requerimientos productivos, a las necesidades de los alumnos, y proveer a la sociedad de los egresados y los bienes públicos que como institución privada de vocación pública debemos seguir entregando.
Pero no solo se trata de técnicos y profesionales únicos; se trata de modelos de trascender, de impregnar directamente el mundo de la educación técnico profesional y a la sociedad. Se trata también de cultura, de relaciones con la comunidad, de innovación, de pastoral, de deporte, de liderazgo y en definitiva, de una mirada diferente a la educación técnico profesional.
A nuestra generación le está tocando un rol privilegiado, como participantes y actores de una discusión sobre educación superior que ha de derivar en políticas y eventualmente, en una configuración del sector educativo que marcará las vidas de generaciones y del país. Tenemos el deber de influir en lo que resulte, en cambiar el eje centrándolo en los problemas propiamente educacionales y de productividad y sobre los que al sector de educación técnico profesional le cabe un rol insustituible.
Hoy la llegada a la educación superior a la que progresivamente más y más jóvenes acceden, es considerada casi un camino natural para amplios sectores de la sociedad. No lo fue así en el Chile de pocos años atrás, cuando la educación superior era sinónimo de educación universitaria y si bien de alta calidad y muchas veces gratis, estaba restringida a un puñado de universidades y a los escasos alumnos que terminaban la educación media.
Hoy vivimos en un país diferente, un país donde la educación superior ya no es siquiera principalmente universitaria, en el que las tasas de cobertura bruta alcanzan la media de los países desarrollados, lo que se explica por el crecimiento y desarrollo de la educación superior técnico profesional, que a nivel terciario, solo se inicia en la década de 1980.
Pero la educación superior técnico profesional requiere de una visión reforzada desde el Estado. Se trata de conseguir a nivel nacional, una educación que sea pilar fundamental del crecimiento y de las oportunidades como es el caso en países altamente desarrollados, fundamentalmente europeos y asiáticos. La ESTP no debe pensarse como “un peldaño” para acceder a la educación universitaria, ni menos concebirse como la alternativa de segunda categoría para quienes no pudieron alcanzar los altos estándares que requiere la universidad. La ESTP es un camino vocacional, que permite obtener una carrera que por de pronto, no solo puede desarrollar habilidades únicas, sino que permite para un porcentaje sustancial de sus egresados, acceder a mejores perfiles laborales, diferentes, complementarios, a los que forman las universidades. Un camino complementario, que forma técnicos y profesionales que trabajan junto a los universitarios para que ambos refuercen su productividad, no solo significa aceptarlo en el discurso, sino requiere legislar para que la arquitectura institucional y el financiamiento no discriminen en contra de los estudiantes del sector.
Para caminar en esa dirección debemos reconocer que el Estado debe exigir altos estándares. Que en todo el sector de educación superior se debe terminar con las instituciones que no sean capaces de proveer una educación de calidad, con insuficiente acreditación. Que los estándares de calidad deben ser altos para todos, y que no contribuye en esa dirección excluir a instituciones de las exigencias de acreditación por su origen legal.
Se debe también comprender la calidad es un sentido amplio, y visualizarla como la cercanía real o el grado de cumplimiento con el plan educativo que tiene la institución, naturalmente aprobado por coherente y promotor de un servicio educacional. No estoy diciendo nada diferente de lo que, conceptualmente, ha sido el reconocimiento de la calidad. Entender la calidad de esta manera permite concebir y cuidar la existencia de un sistema de educación superior diverso, con instituciones adscribiendo a proyectos propios, con autonomía, con amplias posibilidades para que los jóvenes se formen en la real diversidad y con un Estado haciendo lo suyo, dando directrices, fijando políticas, y vigilando y eliminando prácticas nocivas para la educación.
Permite también generar un paraguas, un criterio de definición de calidad amplio lo que se contrapone a la existencia de estancos dentro del sistema y que solo tienden a promover el esfuerzo de lobby, la arbitrariedad, y finalmente, el mal uso de los recursos. Pero sobre todo, esta concepción de la calidad permite que el Estado centre su esfuerzo regulatorio y fiscalizador en donde sí existen problemas, y no ser un generador de problemas a través de su intervención.
Hemos tenido el privilegio de colaborar con académicos y directivos de la Pontificia Universidad Católica en el análisis del pre-proyecto de Ley sobre Educación Superior. Las recomendaciones emanadas de distintas comisiones van exactamente en la línea de recomendar al gobierno un proyecto en el que centre su foco fiscalizador, que debe existir. Centrarlo significa considerar instituciones en diversas categorías, algunas con mayores requerimientos de súper vigilancia y otras, las de mayor acreditación y prestigio, con menos.
No se trata de eludir controles; se trata de aumentar el músculo del Estado para que haga lo que debe hacer; se trata de liberar de controles excesivos, de restricciones inútiles para instituciones que, como Duoc UC, velan autónomamente por su reputación, y para que estas se concentren en la mejora, en el desarrollo, en el trabajo con otras instituciones.
Pero también, con una concepción amplia de educación superior, en la que por cierto caben las diferencias evidentes por tipo de institución, se hará más claro y menos sostenible lo que ha sido una injusticia enorme con los alumnos del mundo técnico profesional. El desigual acceso al financiamiento estudiantil con la que partimos el año 2016 es una de las políticas menos comprensibles para cualquier analista, para cualquier observador, y una fuente de potencial resentimiento que no debiéramos alimentar como sociedad.
Pero, como señalaba, no solo debemos influir en la política pública desde el discurso, el debate, el informe. Tenemos un espacio enorme de influencia desde la acción, la acción masiva y la centrada en el ejemplo, en pilotajes exitosos.
Hay tres desafíos urgentes que me parece muy relevante mencionar:
En primer lugar, el desafío de la flexibilidad y del centro de la enseñanza en el aprendizaje. Nuestra convicción es que los alumnos requieren formas distintas de absorber conocimiento, que tienen formas diversas de aprender, que el acceso a las tecnologías, que el desarrollo de su mente, que la disponibilidad de información es tan diferente, que cada uno es un mundo y que la estandarización completa no es funcional. La ampliación de nuestros pilotos exitosos de módulos flexibles, en conjunto con un avance relevante de medios de medición de aprendizaje y diagnóstico debiera atenuar uno de los más grandes flagelos en educación superior hoy, cual es la deserción.
La flexibilidad tecnológica permitirá también acceder a lugares que todos los proyectos de desarrollo de nueva infraestructura no podrán cubrir, pero donde hay jóvenes deseosos de tener una educación de calidad. La Sede de Educación Continua abrirá caminos que permitirán abordar el desafío de nuevas modalidades de formación que tienen un potencial enorme para resolver las dificultades dadas por la distancia.
La flexibilización aludida será funcional al segundo desafío, cual es aumentar la articulación con la educación media técnico profesional. Un diagnóstico consensuado es que mayoritariamente los técnicos profesionales de media no desarrollan competencias suficientes como para desenvolverse con éxito en el mercado laboral. Sabemos, de hecho, que muchos de sus egresados procuran la educación superior, mayoritariamente la técnico profesional. Pero en general también, las instituciones de educación superior TP no reconocen sus aprendizajes, frecuentemente por lo precarios que son.
Nuestro propósito de corto plazo es consolidar lo que hemos venido desarrollando en articulación con nuestro Liceo Andes de Renca, y que expandimos a liceos de instituciones del Arzobispado, de Belen Educa, el nuevo Colegio TP de la SIP de San Bernardo, y que debemos entregar como método de articulación para que el Ministerio evalúe y promueva en todo Chile.
Finalmente, un desafío mayor es profundizar en el trabajo conjunto con la Pontificia Universidad Católica. Es un desafío mayor porque requiere trascender a lo que ha sido un error de concepción por parte de otras instituciones de educación superior e incluso de políticos, que han visto en la continuidad de estudios de pregrado, desde lo técnico y profesional hacia lo profesional universitario, un camino sino único, natural.
Como señalé, ese no es un camino natural si es que la ESTP se visualiza como un camino propio, como uno que no concluye principalmente en la educación universitaria de pregrado, sino que lo hace fundamentalmente en el trabajo o en la formación de posgrado profesional o tecnológico. En eso hemos avanzado enormemente con la PUC, con la posibilidad que nuestros alumnos de Escuela de Informática y Telecomunicaciones accedan a sus magísteres tecnológicos; los de Diseño, al MADE; con la exploración de otros magísteres funcionales a la formación TP; con la integración de alumnos de la PUC con los del Duoc UC en cursos de formación complementaria; talleres; instancias de participación deportiva y pastoral.
Quiero concluir con el agradecimiento a Dios, por tener la oportunidad de dirigirme hoy a Uds. desde esta posición. Una posición de responsabilidad por los desafíos que impone y por las expectativas que genera el Duoc UC sobre lo que puede hacer, lo que puede transformar. Por ello, quiero también agradecer a cada uno de Uds. por compartir un sueño, el sueño que nos da diariamente una gran alegría y nos hace venir a trabajar seguros que, sí estamos para trascender, para hacer el bien, para servir.
Muchas gracias”
Rector Ricardo Paredes M.
Discurso realizado el día jueves 14 de abril 2016 en la Sede Maipú Duoc UC
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