La Educación Superior Técnico Profesional (ESTP) ha consolidado su reputación en sus procesos de enseñanza y aprendizaje, a lo largo de los años, gracias a su enfoque en el aprender haciendo, un modelo que ha demostrado su eficacia, en el pasado y hoy, en la preparación de estudiantes para un mercado laboral que ha tenido cambios, pero no de la envergadura que hoy observamos y que, en el futuro, estimamos, será más dinámico y presuntamente más disruptivo. Este enfoque, centrado en la adquisición de habilidades prácticas y concretas ha permitido que varias generaciones de técnicos se inserten de manera rápida y efectiva en el mundo del trabajo. Ha sido un modelo exitoso, qué duda cabe.
Sin embargo, en un contexto global marcado por los avances acelerados que experimentamos en la digitalización, automatización e inteligencia artificial, entre otros fenómenos disruptivos, el aprender haciendo ya no basta para asegurar la competitividad y relevancia de nuestros técnicos y profesionales. Hoy se requiere un salto cualitativo relevante hacia el aprender a innovar.
El camino del aprender haciendo al aprender a innovar no es solo un simple cambio metodológico, ya que se trata de una evolución que exige una transformación profunda en la actual concepción de la Educación Técnico Profesional. Ya no es suficiente preparar a los estudiantes para ejecutar ciertas tareas repetitivas, mecánicas y con destreza: Hoy es crucial que desarrollen la capacidad de crear, adaptarse y liderar en un entorno laboral caracterizado por la incertidumbre y el cambio constante. En este contexto, lograr la capacidad de innovación como aprendizaje, ha pasado a ser un pilar fundamental a lograr en la formación técnica y profesional de los alumnos y alumnas.
La integración de tecnologías avanzadas en los programas de estudio emerge como un elemento esencial para esta transición. Instituciones como el Senai en Brasil ya están dando pasos significativos en esta dirección, incorporando robótica e inteligencia artificial en sus currículos técnicos. Estas herramientas no solo permiten que los estudiantes adquieran competencias en automatización industrial, sino que también los capacitan para innovar dentro de esos sistemas, optimizando procesos y resolviendo problemas complejos. De manera similar, Singapore Polytechnic ha integrado la enseñanza de tecnologías emergentes como el Internet de las Cosas (IoT) y la ciberseguridad, preparando a los estudiantes para enfrentar los desafíos de la Cuarta Revolución Industrial, donde la capacidad de innovar es tan crucial como la habilidad técnica específica o dura.
Festo Didactic en Alemania, que utiliza gemelos digitales para simular sistemas complejos en tiempo real, ilustran cómo el aprender innovando no solo involucra el manejo de nuevas tecnologías, sino también una comprensión profunda de sistemas complejos y la capacidad para mejorarlos. Esta metodología permite a los estudiantes experimentar en entornos seguros y controlados, fomentando una mentalidad innovadora desde el primer día de formación. En TAFE Queensland, Australia, la adaptación de los currículos para incluir tecnologías de la información y comunicación (TIC), como el diseño asistido por computadora (CAD), refleja un compromiso con la digitalización y la preparación para un mercado laboral cada vez más dependiente de las competencias digitales.
Estos ejemplos demuestran que el aprender a innovar ya es una realidad en muchas instituciones alrededor del mundo, y que la ESTP no solo puede, sino que debe adoptar este enfoque para mantenerse relevante y eficaz. Para enfrentar el futuro la Educación Técnico Profesional necesita priorizar la integración de competencias digitales avanzadas, fomentando una cultura de innovación en todas sus dimensiones. Esto no solo implica la actualización de currículos, sino también la transformación de la mentalidad institucional hacia una que valore y promueva la creatividad y la capacidad de adaptación en sus estudiantes. Esto último no es tarea fácil y requiere de tiempo porque es un cambio sustancial de su cultura académica.
La vinculación con la industria sigue siendo fundamental; pero en este nuevo paradigma se convierte en un motor de innovación. Manteniendo un diálogo constante con las empresas, las ETP puede garantizar que sus programas no solo respondan a las necesidades actuales del mercado, sino que también anticipen las futuras demandas y oportunidades. La colaboración con la industria debe extenderse más allá de la simple actualización curricular, para incluir la co-creación de soluciones innovadoras que beneficien tanto a los estudiantes como a las empresas.
Lo sustancial para una institución educativa técnica de nivel superior que desea aprender a innovar, en comparación con el aprendizaje innovador en una universidad, radica en su enfoque de aplicación práctica inmediata. La innovación está directamente vinculada a la resolución de problemas concretos y a la mejora de procesos actuales en los entornos laborales. La enseñanza se orienta hacia los aprendizajes de habilidades técnicas que los estudiantes puedan aplicar de manera inmediata en sus lugares de trabajo, y que les sirvan para abordar eventuales problemas emergentes.
Además, las instituciones educativas técnicas son más adaptables y flexibles en sus currículos. Estas han demostrado ser más ágiles en los cambios que las universidades, ya que integran rápidamente las nuevas tecnologías y tendencias industriales en sus programas de estudio. Esta adaptabilidad es crucial para mantener la relevancia de la formación técnica. Solo que ahora pasa a ser una necesidad más dinámica y estratégica.
Asimismo, las instituciones educativas técnicas, como lo hemos señalado, tienen una conexión más directa y constante con la industria. Estas buscan soluciones innovadoras que tengan un impacto inmediato en el entorno laboral. En este sentido, están más orientada hacia la aplicación práctica y el desarrollo de soluciones específicas que mejoren la productividad y competitividad de las empresas. Por esto, la alianza entre las empresas y la ETP es estratégica y beneficiosa para ambas.
El trabajo formativo de la ETP se orienta hacia la empleabilidad inmediata. Esto implica que la innovación que incentiva en sus alumnos y alumnas no solo se busca por su valor académico, sino también por su capacidad para preparar a los estudiantes para desempeñarse con éxito en el mercado laboral desde el primer día. Esta cuestión es central.
Los programas en las instituciones educativas técnicas suelen ser más cortos y específicos que en las universidades. Por tanto, la innovación en este contexto TP debe ser rápida y enfocada, asegurando que los estudiantes adquieran las competencias necesarias en un tiempo reducido. Tarea no fácil pero necesaria para la futura empleabilidad de los estudiantes.
En el caso de Duoc UC está fomentando la innovación en forma amplia en toda la institución, invitando a administrativos y docentes a presentar ideas, proyectos que mejoren o propongan una manera nueva de hacer o de solucionar un problema específico o una manera de hacer las cosas. Asimismo, incentiva la investigación aplicada y está movilizando a la institución para aportar en este sentido. Estas acciones significan asumir una tendencia mundial y entender a cabalidad que estamos en los inicios de un nuevo paradigma para la ETP.
Dicho todo lo anterior, pareciera ser que la Educación Técnico Profesional está, por su peculiar naturaleza, más abierta y receptiva a promover el aprender a innovar para lograr que su formación rápidamente sea beneficiosa para el crecimiento económico del país, así como el de dar más empleabilidad a sus estudiantes. Es necesario entonces apoyarse en las nuevas tecnologías emergentes y con el apoyo de estas, dar el salto cuántico que solo beneficiará a nuestros estudiantes actuales y futuros.
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