Con el surgimiento de la escritura y siglos más tarde de la imprenta, se crearon las condiciones básicas para iniciar una educación por correspondencia. Desde el siglo XV, con los libros que comenzaron a aparecer, se pudo mover el conocimiento a zonas más amplias que la ciudad-habitación del autor del texto. Este intelectual ahora, por medio de sus libros y el traslado de estos a distintos países, pudo educar a personas de todos los continentes. Es decir, el autor del texto está distanciado, separado de sus lectores, estudiantes y podía ahora formar a través del papel y de la escritura. Es el inicio simple y embrionario de la educación a distancia, de la propagación del conocimiento humano.
Luego en el siglo XIX aparece el servicio postal, y esto generó la posibilidad de enviar por correo textos que reproducían por escrito una clase presencial. Otros descubrimientos como el telégrafo (1829), el teléfono (1860) son claves para fortalecer las posibilidades de educar a distancia. El segundo invento permitió que el tutor u orientador pudiera conversar con sus estudiantes. A fines del siglo XIX, además del texto, los sobres llevaban guías de ayuda, ejercicios, evaluaciones. A inicios del siglo XX el profesor pasó a tener un rol de orientador que responde por correo postal las dudas de los estudiantes y la de corregir las evaluaciones. La educación continuaba avanzando.
A partir de la década del 60 del siglo XX y desde las áreas de extensión universitaria en EE. UU e Inglaterra, comenzó a predominar la idea de que se podía educar a estudiantes que no podían acceder a las aulas físicas y que luego pudieran rendir exámenes libres en las instituciones en que se matricularan. Ejemplos de esta tendencia fueron la Universidad de Londres y en España el Instituto de Nacional de Enseñanza Media a Distancia.
En 1969 nace The Open University Británica y se considera a este año como el inicio de la educación a distancia con elementos multimedia. En Europa ya teníamos la presencia masiva de la radio y la televisión que serían instrumentos tecnológicos que van a favorecer las potencialidades de educar a masas. Luego surgen recursos de tipo audiovisual como los cassettes, las diapositivas, los vídeocassettes. Por tanto, al concepto tradicional de clases presenciales ahora se sumaba la opción de una nueva sesión de índole interactiva, sin asistir necesariamente al aula tradicional y con posibilidades ciertas de aumentar la capacitación sobre todo de los adultos, considerando conceptos relativos a una educación a lo largo de la vida.
Desde inicios de los 80 acompañada de la evolución de la informática y la flexibilización de los programas de estudios, la educación dio un nuevo paso de modernización creándose campus virtuales, plataformas tecnológicas inimaginables décadas atrás. La educación telemática pasaba a ser una realidad visible y asequible para muchas instituciones de educación de los distintos niveles.
Los últimos 40 años con un desarrollo impresionante de las TICs y la incorporación cada año de más y más tecnología, con el desarrollo asombroso de innumerables programas informáticos y el surgimiento de internet, la educación de las personas y de las sociedades ha comenzado a cambiar de una manera exponencial: La manera de educar clásica está expuesta a un ataque tan frontal y al corazón, que es difícil que pueda resistir a la presión de las diversas plataformas tecnológicas y al avance incesante de la ciencia y la tecnología. Estamos en el inicio avanzado de un cambio paradigmático de cómo y de qué logramos como aprendizajes en nuestros estudiantes, como también de cuáles serán nuestras futuras aulas de clases.
Hoy estamos en una etapa en que cada vez más se posicionan con más dominio del escenario los materiales didácticos audiovisuales y multimedia. La evolución del vídeo con imágenes, texto y sonido es innegable en su eficacia para transmitir conocimientos. Los docentes pueden hoy presentar y completar los contenidos de una manera atractiva conjugando una diversidad de códigos textuales, auditivos y visuales. Todo esto constituye un desafío formativo enorme para el docente y las instituciones del siglo XXI.
Las TICs han permitido la flexibilización de programas y cursos a distancia. Sin embargo, todavía los cursos semipresenciales y full online no logran superar las metodologías de aprendizaje usadas en los formatos presenciales. El desafío es cómo las TICs pueden ayudar con nuevas metodologías a diseñar y crear oportunidades de aprendizaje que permitan una interactividad, el trabajo colaborativo, el desarrollo del pensamiento crítico, entre otras competencias de enorme demanda hoy.
La pandemia COVID-19 ha llegado con uno de sus efectos colaterales más asombroso: a presionar a la humanidad y todas sus instituciones a cómo adaptarse a un distanciamiento social que altera toda nuestra forma histórica de vida y de posicionarnos en el mundo. Dado que la educación tradicional es un acto de presencialidad y de relación educativa entre el docente y el estudiante que se encontraban, hasta ahora, en un aula física que los cobijaba, ahora han tenido que encontrar en el aula virtual la única posibilidad de mantener un diálogo y de ejercicio fáctico del proceso de enseñanza y aprendizaje, en un contexto de alta peligrosidad para la salud de las personas provocado por una pandemia extremadamente agresiva y peligrosa.
Todas las instituciones sean de enseñanza básica, media o superior se han visto forzadas a aprender sobre educación a distancia con una velocidad inaudita y hasta ahora han creado solo espacios remotos de enseñanza, tratando de avanzar con un ritmo vertiginoso hacia la creación de un espacio real de calidad, de enseñanza y aprendizaje, de las distintas asignaturas de sus currículums de estudios.
Hasta ahora nunca todos los países y todas las instituciones educativas habían estado trabajando en una modalidad a distancia con todos sus cursos, y todos sus docentes con estudiantes reunidos en millones de aulas virtuales. Lo que sabíamos de enseñar, de cómo elaborar currículum, de cómo evaluar, de cómo lograr aprendizajes, está sometido a un estrés educativo como nunca experimentó la humanidad. Al punto que algunos piensan que la educación está en peligro, y la verdad que no lo está: COVID-19 vino a acelerar un proceso de cambio en los sistemas educativos, de nueva adherencia y fidelidad a las tecnologías educativas, que inevitablemente iba a pasar. Solo que nadie lo deseaba de esta manera tan violenta, tan intempestiva, porque las instituciones educativas no están acostumbradas al cambio en días, sino en años y quizás décadas.
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