Pareciera que en el Mineduc se ha instalado la idea de que es necesario diseñar un marco de referencia para articular y clasificar las cualificaciones vinculadas con los puentes para relacionar la educación básica, media, la formación técnica, profesional y la universitaria. Esto significa darle relevancia al concepto de educación para toda la vida en toda su extensión, para mejorar las sinergias entre los distintos niveles y las edades de los estudiantes. Así lograremos ser más eficaces cuando tenemos la responsabilidad de formar a los ciudadanos a lo largo de su existencia vital.
Hace algunos años la OIT con su recomendación 195, planteó: “Desarrollar un Marco Nacional de Cualificaciones que facilite el aprendizaje permanente, ayuda a las empresas y las agencias de colocación a conciliar la demanda con la oferta de formación y trayectoria profesional, y facilite el reconocimiento de la formación, las aptitudes profesionales, las competencias y la experiencia previamente adquiridas”. Iniciar este trabajo significa hacer lo que muchos países europeos y algunos sudamericanos ya han hecho y es necesario que nuestro país trabaje en torno a crear un marco de cualificaciones.
¿Qué entenderemos por cualificar? Las cualificaciones son la expresión formal de las habilidades profesionales del empleado, y cuando están ordenadas y esquematizadas, son y serán reconocidas nacional e internacionalmente. De tal modo que si tenemos claras las competencias y cualificaciones, podemos avanzar racionalmente hacia un mejor desarrollo de nuestro recurso humano, para que ellos puedan ser medidos, observados y objetivados.
Lo positivo de tener un marco explícito de cualificaciones, es que no duplicamos esfuerzos sin resultados predecibles. Cada nivel es informado de cuáles son las competencias que están obligados a lograr como aprendizajes en sus estudiantes. De este modo, logramos que la enseñanza camine en un derrotero predecible y visible para las empresas, dado que las competencias de empleabilidad de cada uno de los niveles pueden estar más relacionadas y coordinadas con el desarrollo económico a que el país aspira.
Cuando creamos un marco de cualificaciones lo que hacemos es fijar un instrumento con equivalencias y estándares para facilitar el reconocimiento de aprendizajes a lo largo de la vida. Todo esto se certifica y nos prueba que puede ser predecible un desempeño eficaz en la realidad lograda de los aprendices, esto en la medida que los distintos niveles de estudio sean eficaces en formar a sus estudiantes.
Si logramos tener un Marco Nacional de Cualificaciones, (insistencia permanente de los organismos internacionales) entonces podremos facilitar el acceso, la progresión y la movilidad de la educación en general; veremos la evolución de la formación profesional y del derrotero seguido por cada uno de los ciudadanos, y nos permitiría aumentar la calidad y la equidad de oportunidades para todos.
Todo este proceso del cual existe mucha literatura mundial con las experiencias vividas por muchos profesionales en la construcción de distintos Marcos, sería razonable que fuera aprovechada por las comisiones de estudio que están trabajando en esto. En Chile, la minería creó hace algunos años su propio marco para las competencias mineras, cualificándolas por niveles, experiencia que podría ser aprovechada con los datos de su elaboración y la información de su puesta en marcha.
Concluyendo, instalar en Chile un Marco Nacional de Cualificaciones implica establecer fases distintas, complementarias y todas ellas esenciales para su éxito. Para que esta buena idea prospere, es absolutamente necesario que sea muy participativa y se piense en lo que es mejor para el país, dejando de lado intereses personales, institucionales y cortoplacista. Se trata de ordenar y esquematizar el sistema educativo en su total integridad. Una vez acordado y consensuado, ponerlo en ejecución en plazos razonables y escalonadamente. Hecho así, todos nos veremos beneficiados.
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