30 de Septiembre, 2024

Competencias, capacidades y empleabilidad: Lo que las empresas hoy buscan

Equipo Editorial Observatorio

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9 minutos de lectura

En el dinámico y cambiante mundo laboral del siglo XXI, las competencias y capacidades de los trabajadores han cobrado una relevancia sin precedentes. Las empresas ya no solo buscan empleados con títulos y diplomas, sino personas capaces de adaptarse, resolver problemas y aprender de manera continua. Este cambio de enfoque ha impactado de manera directa tanto en el mercado laboral como en los sistemas educativos, que han tenido que replantear sus estrategias formativas para preparar a individuos que respondan a estas nuevas demandas.

El modelo educativo tradicional centrado principalmente en la transmisión de conocimientos, ha demostrado ser insuficiente para enfrentar los desafíos actuales. Hoy más que nunca se pone énfasis en las competencias, entendidas como la capacidad de aplicar los conocimientos y habilidades en situaciones concretas, y en las capacidades, es decir, en los atributos de libertad y de realización personal que permiten a una persona desenvolverse en un entorno laboral cada vez más incierto y complejo.

La idea de que las competencias son clave para un buen desempeño laboral no es nueva. Desde mediados del siglo XX, los estudios sobre psicología laboral en Estados Unidos empezaron a cuestionar la eficacia de medir a los trabajadores solo en función de su inteligencia o su personalidad. Investigadores como David McClelland, en la década de 1970, fueron pioneros en proponer que lo realmente relevante para las empresas era la capacidad de las personas para crear, hacer y resolver problemas en sus respectivos trabajos. Así surgió el modelo por competencias, que hoy en día es un pilar fundamental tanto en la formación técnica como profesional.

Este modelo ha cobrado mayor relevancia en las últimas décadas, impulsado por la necesidad de crear sistemas educativos y laborales más alineados. En Europa, a partir de la Declaración de Bolonia en 1999, se promovió un enfoque que buscaba homologar las titulaciones y hacerlas comparables entre los países del continente. El objetivo era asegurar que los egresados no solo adquirieran conocimientos académicos, sino también competencias prácticas que pudieran ser evaluadas, certificadas y, sobre todo, reconocidas en diferentes mercados laborales. Se trataba de lograr que no importara el país en que te formaras, porque con lo aprendido podrías desempeñarte en cualquier parte del planeta.

En este contexto, las competencias se dividen en tres grandes categorías: básicas, específicas y genéricas. Mientras que las competencias básicas y genéricas, como la capacidad de trabajar en equipo o la habilidad para resolver problemas son transferibles entre diferentes empleos, las competencias específicas se refieren a habilidades técnicas directamente relacionadas con una profesión o industria particular. Estas competencias son cada vez más valoradas por las empresas, que buscan empleados capaces de aportar valor desde el primer día de trabajo.

Lo que las empresas buscan hoy: Competencias comprobables

La transformación digital, la globalización y la automatización han impactado profundamente en las demandas del mercado laboral. Hoy las empresas se enfrentan a la necesidad de adaptarse a un entorno cambiante y cada vez más competitivo. Como resultado, buscan empleados que no solo tengan los conocimientos teóricos necesarios, sino que también cuenten con las competencias prácticas que les permitan enfrentarse a los desafíos reales en el día a día.

Los empleadores valoran particularmente las habilidades transversales, aquellas que son aplicables a diversas funciones y roles. Entre estas destacan la resolución de problemas, la adaptabilidad, la capacidad de trabajo en equipo, el liderazgo y la comunicación efectiva. Estas competencias se vuelven esenciales en un entorno laboral donde las tareas son cada vez más interdisciplinarias y donde los equipos de trabajo son dinámicos y están formados por personas de diversas especialidades.

Un ejemplo claro de esta tendencia es el crecimiento de los puestos de trabajo en la industria 4.0, que abarca la integración de la automatización, la inteligencia artificial y el análisis de datos en las operaciones diarias de las empresas. En sectores como la manufactura avanzada, los empleados ya no solo necesitan saber cómo operar máquinas, sino también cómo programarlas, interpretarlas y mejorar sus procesos de manera continua.

En este contexto, la Educación Técnico Profesional (ETP) se ha convertido en un vehículo esencial para formar a los trabajadores que las empresas buscan. Instituciones como Duoc UC han abrazado el enfoque por competencias y el de capacidades como una forma efectiva de preparar a sus estudiantes para el mundo laboral. Estos programas están diseñados en estrecha colaboración con las empresas, lo que garantiza que las competencias adquiridas por los estudiantes respondan directamente a las necesidades del mercado.

Un aspecto fundamental de este enfoque es la creación de programas que integren experiencias laborales reales tales como prácticas profesionales, proyectos de consultoría y trabajo en conjunto con la industria. Estas experiencias no solo permiten a los estudiantes aplicar lo que han aprendido en un entorno práctico, sino que también les brindan la oportunidad de demostrar sus competencias a los futuros empleadores.

Además, la evaluación de las competencias se realiza de manera continua a lo largo del programa formativo, a través de simulaciones, estudios de caso, proyectos y exámenes prácticos. De esta manera, se asegura que los estudiantes no solo dominen los conceptos teóricos, sino que también estén preparados para aplicar sus habilidades en situaciones laborales reales.

Capacidades: Un enfoque desde Amartya Sen y Martha Nussbaum

En este debate sobre competencias y empleabilidad, es relevante incorporar el enfoque de capacidades propuesto por los académicos Amartya Sen y Martha Nussbaum. Este enfoque añade una dimensión ética y humanista al concepto de competencia, al destacar que el verdadero desarrollo de una persona no se mide solo por lo que sabe o lo que puede crear o hacer, sino también por su capacidad de elegir y vivir la vida que valora.

Para Amartya Sen las capacidades son las libertades reales que las personas tienen para llevar adelante su vida y lograr bienestar. Estas capacidades van más allá de las habilidades técnicas, e incluyen la posibilidad de elegir entre diferentes formas de vida, lo que tiene un profundo impacto en el ámbito laboral. Desde esta perspectiva, las competencias no son solo herramientas para la empleabilidad, sino medios para ampliar las libertades de los individuos, permitiéndoles adaptarse a nuevas oportunidades y situaciones en constante cambio.

El enfoque de capacidades de Sen y Nussbaum complementa el modelo por competencias al reconocer que el desarrollo humano y laboral no puede reducirse a una mera lista de habilidades técnicas. En lugar de ello, debe incluir el desarrollo integral de la persona, asegurando que cada individuo tenga las oportunidades y libertades para prosperar tanto en su vida laboral como personal. Este enfoque también resalta la importancia de la formación ética y humanista en la Educación Técnico Profesional, un aspecto que cada vez cobra más relevancia en un mundo globalizado e interconectado. Esto explica la decisión de Duoc UC de incorporar a su modelo el enfoque por capacidades.

El desafío de la medición de competencias y capacidades

Sin embargo, uno de los mayores retos que ha enfrentado y enfrenta el modelo por competencias es su medición. Mientras que los conocimientos pueden evaluarse fácilmente a través de pruebas estandarizadas, las competencias y capacidades, especialmente las habilidades blandas como el liderazgo o la resolución de conflictos, son más difíciles de cuantificar. Para abordar este problema, las instituciones educativas deben desarrollar métodos de evaluación más complejos y multifacéticos, que incluyan observaciones directas, retroalimentación de compañeros y superiores, y el uso de simulaciones realistas.

La colaboración con las empresas es también fundamental en este proceso. Al trabajar directamente con el sector productivo, las instituciones pueden asegurarse de que las competencias evaluadas sean relevantes y estén alineadas con lo que los empleadores necesitan. Por ello, la certificación de competencias se ha convertido en una herramienta cada vez más valiosa, ya que permite a los trabajadores demostrar de manera objetiva sus capacidades en áreas clave.

Preparar para el futuro del trabajo

El mundo del trabajo ha cambiado radicalmente, y lo seguirá haciendo. Las competencias y capacidades que hoy buscan las empresas son solo un reflejo de la velocidad con la que la tecnología y la globalización están transformando las dinámicas laborales. En este contexto, el modelo basado en competencias y capacidades no es solo una opción, sino una necesidad para garantizar la empleabilidad de los trabajadores del futuro.

Como nos recuerdan Sen y Nussbaum, el verdadero desarrollo va más allá de la técnica. Las capacidades humanas, esas libertades que permiten a las personas llevar la vida que valoran, son tan importantes como las competencias técnicas para asegurar que los trabajadores puedan prosperar en sus vidas personales y profesionales.

El éxito de este modelo radica en su capacidad de adaptarse y evolucionar, de la mano tanto del sector educativo como del empresarial. El futuro del trabajo será de aquellos que sepan aprender, adaptarse y hacer, y las competencias junto con las capacidades, serán el lenguaje común que conecte la educación con el empleo. Por último, la necesidad estratégica de poder hacer más y en menos tiempo, dominando rápidamente toda nueva tecnología que surja es tarea inmediata, para así mejorar ostensiblemente nuestras competencias y capacidades laborales y, de este modo, lograr que el bienestar humano crezca a niveles desconocidos hasta ahora.

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1 comentarios

  • ANIBAL FAUNDEZ

    Buena información

    Octubre 3, 2024
    | Responder

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