El día 31 de diciembre ha fallecido Benedicto XVI a la edad de 95 años en la ciudad del Vaticano. Por eso es relevante volver a mirar algunos de sus escritos, para pensar la invitación que hace el Papa teólogo con respecto a la identidad de las instituciones católicas y con ello mirar el ser de nuestra institución.
El Papa instaba a las instituciones de educación superior a tener un rol importante que desempeñar, manteniendo la fidelidad a su identidad específica y esforzándose por prestar un servicio cualificado en la Iglesia y en la sociedad[1].
Por otra parte, la identidad de la institución educativa católica tiene su sello en la búsqueda de la verdad y en la fe, pues su centro es el mensaje de Jesucristo. Ahí está la razón de ser de una institución católica. Además de proponer soluciones a los desafíos éticos de su tiempo, surge un desafío para el cristiano porque requiere responsabilidad.
En la educación, es decisivo el sentido de responsabilidad: responsabilidad del educador, desde luego, pero también, y en la medida en que crece en edad, responsabilidad del hijo, del alumno, del joven que entra en el mundo del trabajo. Es responsable quien sabe responder a sí mismo y a los demás. Además, quien cree trata de responder ante todo a Dios, que lo ha amado primero[2].
Ser responsable de la educación de otro, es dejar que el otro descubra la belleza del mundo, de la ciencia, de la técnica, porque en ello descubre su propia humanidad. El educando descubre que es posible abrirse a lo infinito y lo trascendente; pues es un ser humano que está en la tierra, pero su mirada apunta a lo eterno.
Con el término «educación» no nos referimos sólo a la instrucción o a la formación para el trabajo, que son dos causas importantes para el desarrollo, sino a la formación completa de la persona. A este respecto, se ha de subrayar un aspecto problemático: para educar es preciso saber quién es la persona humana, conocer su naturaleza. Al afianzarse una visión relativista de dicha naturaleza plantea serios problemas a la educación, sobre todo a la educación moral, comprometiendo su difusión universal. Cediendo a este relativismo, todos se empobrecen más, con consecuencias negativas también para la eficacia de la ayuda a las poblaciones más necesitadas, a las que no faltan sólo recursos económicos o técnicos, sino también modos y medios pedagógicos que ayuden a las personas a lograr su plena realización humana[3].
Chile no es ajeno a esta realidad: han impactado los resultados de la PAES, donde las brechas se han agudizado. Es un motivo más para preocuparse por la educación de calidad centrada en el desarrollo de la persona y qué existan los medios pedagógicos necesarios para lograr una plena realización, pues es una oportunidad para las familias más modestas de nuestra tierra.
Por último, en marzo se abre un nuevo año académico una razón más para pensar en la confianza que colocan las familias chilenas en Duoc UC. Ellas ponen su esperanza en esta institución, para que a sus hijos se les entreguen las herramientas técnicas, pero también se refuercen los valores y con ello tengan un mejor futuro, ya que son el futuro de nuestra Patria.
Sólo una esperanza fiable puede ser el alma de la educación, como de toda la vida. Hoy nuestra esperanza se ve asechada desde muchas partes, y también nosotros, como los antiguos paganos, corremos el riesgo de convertirnos en hombres “sin esperanza y sin Dios en este mundo”, como escribió el apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso (Ef 2, 12). Precisamente de aquí nace la dificultad tal vez más profunda para una verdadera obra educativa, pues en la raíz de la crisis de la educación hay una crisis de confianza en la vida[4].
Es oportuno pensar y buscar que nuestra institución sea portadora de esperanza, porque es parte del sello de nuestra identidad.
[1] Discurso del santo padre Benedicto XVI a los profesores y alumnos de La Libre Universidad María asunta, Vaticano, 12 de noviembre 2009.
[2] Mensaje del Santo padre Benedicto XVI a la diócesis de Roma sobre la tarea urgente de la educación, Vaticano, 21 de enero 2008.
[3] Benedicto XVI, Carta encíclica Caritas in Veritate, en la Santa sede. https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate.pdf acceso el 10de enero 2023.
[4] Mensaje del Santo padre Benedicto XVI a la diócesis de Roma sobre la tarea urgente de la educación, Vaticano, 21 de enero 2008.
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