En este inicio de un nuevo año académico, observo a nuestros alumnos y los invito a que vivan con pasión el hecho de ser estudiantes, que desarrollen sus intereses y se acerquen a sus profesores, que conversen de sus experiencias, que se apoyen y generen redes entre ellos que les permitan potenciar sus capacidades.
Pero este inicio de un nuevo año académico, también me hace reflexionar respecto de nuestras tecnologías aplicadas a la formación que entregamos: ¿cómo llegamos a nuestros alumnos con los formatos que tenemos y actuales modalidades de estudios?, ¿cómo podríamos potenciar el aprendizaje de nuestros alumnos?, ¿cómo incorporar la experiencia laboral de nuestros alumnos?…
Hace ya casi cuatros años vi un TED talks de Salman Khan, para mi un desconocido hasta ese momento, pero que llamaba a reinventar la educación usando el video. Idea que no me pareció nada de novedosa ni revolucionaria, de hecho era una herramienta disponible para nuestros alumnos y profesores en nuestros cursos en línea (Topclass/Blackboard). Salman es el fundador de la hoy reconocida “Khan Academy”, que es famosa por la gran cantidad de videos educativos que pone a disposición para estudiar desde, por ejemplo, matemáticas básicas hasta astronomía. Ese día pensaba lo obvio y evidente que era usar dicha herramienta para lograr que nuestros alumnos, y cualquier estudiante, comprendieran sus materias y lograran aplicarlas, gran desafío aplicar lo aprendido! Pero entendí que lo importante de ese recurso es aprovechar la clase y para eso cada alumno debe estudiar por su cuenta los contenidos, Se puede repasar y ver la clase tantas veces como cada alumno lo necesite, de acuerdo a su ritmo, a su tiempo de maduración de las materias, se puede equivocar e intentarlo nuevamente tantas veces lo requiera pero debe llegar a la clase con esa experiencia “de haber aprendido” y así poder compartir la experiencia con sus compañeros y con su profesor. Así la clase es realmente de aplicación, donde tanto el docente como el estudiante influyen en ella, donde ambos pueden compartir sus propias vivencias al respecto. Cada clase permite al estudiante aprovechar al docente como a un verdadero maestro que sabe precisamente de esa práctica, pero lo más importante es que transforma al alumno en protagonista de la clase, en protagonista de su aprender, en dejar de ser un mero espectador de “PowerPoint”, en dejar de ser público en su educación y transformarse en ser el actor principal de ella.
El flipped classroom nos invita a lo mismo, a convertir la sala de clases en un verdadero espacio de aprendizaje. Es una forma de aprender donde los alumnos deben estudiar los contenidos en línea, por su propia cuenta, y la tarea, los análisis o los encargos, se hacen en las horas de clases con el profesor, fomentando la sana discusión y el dialogo para resolver las preguntas, donde la interacción del docente con sus estudiantes es clave, logrando una clase verdaderamente aplicada, y no como una tradicional clase expositiva donde solo se pasan contenidos. En ella es indispensable el docente en su rol de maestro, traspasando a los alumnos su experiencia, y recogiendo la de ellos, así también es indispensable el alumno como protagonista de su proceso formativo, activo y no pasivo.
Actualmente también se habla mucho de Mooc, acrónimo de Massive Open Online Course, donde tenemos una modalidad de educación abierta en forma gratuita a través de alguna plataforma educativa (que hay varias), es tal el éxito de esta modalidad educativa que el Massachusetts Institute of Technology (MIT) tiene su plataforma abierta y gratuita llamada MITx, la cual está muy bien desarrollada y abierta a cualquier público, de hecho la conocí por un par de motivados estudiantes de educación media de nuestro país que se inscribieron en uno de sus cursos.
Vale la pena revisar experiencias como la de Udacity, y Skillshare donde se dirige a un público específico: el de los creadores.
Sin duda las plataformas tecnológicas son más que una herramienta, constituyen una experiencia de educación con un lenguaje irremediablemente presente, del que no podemos estar ajenos.
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