Las personas tenemos macro similitudes importantes que nos vinculan; pero desde una perspectiva etnográfica social y cultural más específica y moderna, tenemos diferentes necesidades, intereses, puntos de vista, destrezas y atributos que siguen manifestándose con más intensidad en las nuevas generaciones de jóvenes que pasan a ser adultos. Estas diferencias en realidad no constituyen un problema: nuestra institución y su modelo lo entienden como una gran oportunidad de desarrollo e inclusión desde la diversidad y la identidad de cada individuo, en donde muchos ya no reconocen una carrera técnica o profesional como un fin en sí mismo, sino que lo entienden como un medio, una herramienta, un importante complemento para lograr inserción áreas de interés y desarrollo que cada vez en más casos no son necesariamente áreas de desarrollo laboral tradicionales.
Esto nos plantea un gran desafío en el aula respecto a esta nueva generación de alumnos con la cual compartimos y que cada vez representa con más fuerza esta diversidad y variedad si lo comparamos con el perfil de una década atrás. Tal vez los entornos, costumbres y rutinas culturalmente sean relativamente las mismas. Pero nos encontramos con jóvenes de intereses cada vez más diversos y específicos: nativos digitales, disruptivos, que ya no se visualizan trabajando 3 décadas en el mismo lugar y con las mismas personas; esperan objetivos a corto plazo; tienen vocación en diversas actividades, por sobre el enfoque en una sola; ofrecen un alto grado de compromiso para actuar y participar en diversos roles, pero siempre y cuando los medios y recursos sean concretos y las motivaciones hacia lo que ellos consideran aparezcan con claridad. Entendemos desde esto que la palabra correcta tal vez ya no es tolerancia hacia la diversidad, sino empatía: entender y dimensionar al individuo para que encuentre su ruta y espacio de proyección, no solo desde la demanda técnica del mercado, sino también desde sus propios intereses, perspectivas y motivaciones como persona.
Este paradigma nos propone un reto intenso como docentes, que he podido vivenciar y experimentar personalmente ya en 7 años en la escuela de Diseño de Duoc UC sede Concepción, respecto a la nueva dimensión y significado de “hacer clase” en donde una de las premisas relevantes que aparece, es el hecho de no concebir que “el aprendizaje se genere solo en clase, relato y en base a teoría” sino a diferentes actividades, acciones vivenciales, cada vez con más estímulos de aprendizaje fuera de los límites de las instalaciones, complementario a los horarios y disposiciones convencionales de la “sala de clase” en donde el docente y el alumno vivan en conjunto una experiencia educativa adaptativa.
Particularmente en Diseño, percibimos con fuerza el cambio generacional de alumnos que ya no se satisfacen solo por aspectos aislados y puntuales, que quieren abordar su profesión a futuro desde diferentes veredas y opciones temáticas, por lo cual ya no parece suficiente solo un entretenido profesor catedrático, infraestructura confortable, recursos multimedia aplicados o el uso de tecnología digital como herramienta, aspectos que nuestros alumnos agradecen y destacan, pero que pasan a ser pronto un estándar básico, complementario y normal en su día a día, donde prontamente debe aparecer algo más que los conecte con su rol. Trabajamos con jóvenes que ya no quieren estar demasiado tiempo en el mismo lugar solo aplicando técnicas o reiterando contenido hipotético normalizado, quieren probar otras rutas. Chicos que no pretenden escuchar por más de media hora un planteamiento teórico sin comprobación o experiencia asociada, quieren practicar y comprobar, no quieren ser solo auditores… Requieren ser parte, buscan y necesitan referentes y aprecian justamente al “profe” que evidencia práctica y uso de lo que transmite y que desde sus propias experiencias y fracasos incluso, ha generado herramientas y métodos, reconociéndolo como un cómplice y par activo en su proceso de aprendizaje.
Es aquí donde la enseñanza por medio de la participación activa y didáctica, reconociendo y activando destrezas y roles del alumno manteniendo y respetando su identidad, representa un alto impacto para su formación, migrando desde el concepto de competitividad tradicional entendido como “uniformar y estandarizar” para luego lograr ser “igual o mejor al del lado para lograr un cupo”, hacia un funcionamiento más estratégico orientado a la colaboración y cooperación para llegar a objetivos profesionales comunes, más potentes y emotivos, donde el alumno sea más consciente y reflexivo de su logro.
Estamos aprendiendo con esta nueva generación de jóvenes, que si logramos encontrar espacios de vinculación dentro del trayecto de la Carrera para que desarrollen y organicen sus destrezas naturales paralelo a su aprendizaje, ayudándolos rápidamente a encontrar su rol dentro de lo convencional de la profesión, se enriquece exponencialmente la motivación de este alumno que muchas veces llega sin gran reflexión y certeza previa a una Carrera, algo temeroso y presionado por prejuicios culturales y sociales respecto a ingresar a la educación superior, ayudándolo a que pueda reconocer y activar oportunidades que no imaginaba, para ser actor y promotor, por sobre solo esperar que el medio lo integre y lo convoque.
En este escenario, una de las más nutritivas acciones académicas siguen siendo los proyectos colaborativos de vinculación con el medio, de impacto no solo académico, comercial o técnico, sino cultural y social, lo cual concilia con los ejes estratégicos de nuestra institución, en donde entendemos que nuestro nuevo perfil de alumno necesita más estímulos, sentido de realidad y pragmatismo con los ejercicios y actividades académicas que desarrolla, encontrando motivación en desafíos que no necesariamente son tan magnos y complejos como una “tesis de grado” o el “proyecto de título”, sino buscando ahora resultados efectivos en procesos más prácticos, de real valor de aplicación en su contexto social y económico inmediato. Que promuevan a un profesional más empático, reflexivo, comprometido y adaptativo sin que esto sacrifique rentabilidad en su entorno directo, bajando la ansiedad y abriendo caminos para que no terminen migrando de nuestra región en búsqueda de oportunidades laborales.
Dentro de varias experiencias en nuestra Escuela los últimos años, uno de los proyectos emblemáticos que nos ha permitido ensayar y confirmar con nuestros alumnos ha sido el proyecto “Albergue Móvil la Misericordia”, el cual en conjunto con varios actores industriales de nuestra región y comandado por el Arzobispado de Concepción, permitió que algunos de nuestros alumnos trabajaran con sus profesores como pares en un proyecto común, aplicando trabajo colaborativo, desplegando sus destrezas y atributos naturales por sobre lo común de tener la misma profesión; participando de visitas en terreno para aplicar diferentes herramientas de análisis y diagnóstico de involucrados reales; usando su “sala de clase” como oficina de desarrollo y laboratorio activo flexible. Finalmente en conjunto definir roles y responsabilidades con plazos y recursos acotados, mediante una estrategia de diseño colectiva que logro proponer un servicio y experiencia real que hoy está en las calles de nuestra ciudad a través del primer bus adaptado en Chile para dar asistencia a un usuario extremo y crítico que no cuenta con recursos muchas veces para ser reconocido en la actividad comercial y de mercado. Que necesita más que nadie que profesiones como el diseño lo impacten en su calidad de vida: compatriotas en situación de calle! que fueron dignificados e involucrados con la jerarquía e importancia que debe tener toda persona, experimentando y concluyendo junto a nuestros grupo de alumnos una máxima ética universal en nuestra profesión, la cual define que el diseño es un proceso y no un resultado, y que por sobre clientes, rentabilidad, tecnología, producción y tendencias, está centrado primero que todo en mejorar la calidad de vida de personas, independiente a su condición lo cual cierra el círculo virtuoso de empatía, inclusión y respecto a la diversidad.
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