Hace unos días se publicó la encíclica Laudato Si’ (“Alabado Seas”) del papa Francisco, “sobre el cuidado de la casa común”, en la cual nos invita a todos –católicos y protestantes, creyentes de todas las religiones, agnósticos y “cada persona que habita este planeta”– a reflexionar y cambiar los hábitos cotidianos, de paso develando el nuevo estilo que desea imprimir a la Iglesia de los nuevos tiempos. ¿Qué tiene de novedoso? Por ejemplo, es una auténtica invitación a la unidad de todos los cristianos y de toda la familia humana: además de valorar los aportes de sus antecesores y el legado de San Francisco de Asís, menciona y transcribe los mensajes del Patriarca Bartolomé (patriarca ecuménico de las Iglesias ortodoxas) y de un poeta sufí (musulmán) sobre la problemática ambiental.
Hasta el momento, la problemática ambiental global se ha abordado desde los puntos de vista político, científico y económico, pero Francisco aborda además la dimensión espiritual. Propone una “amplia revolución cultural” que en el fondo es una conversión profunda, que nos impulse a todos a vencer la indiferencia y el egoísmo. Si bien los más afectados por el cambio climático y la degradación ambiental son los pobres, los que toman las grandes decisiones económicas que producen esos daños, por un lado, se sienten más dignos que ellos –tanto creyentes como no creyentes–, y por otra, viven físicamente muy lejos de los pobres. Sencillamente no los ven.
Se podría argumentar que el mensaje central de Laudato Si’ consiste en un llamado a buscar nuevos modos de entender la economía y lo que se entiende por progreso, desligándolo de la lógica del poder y del poseer, lo que genera ciclos cada vez más acelerados de extracción, producción, consumo y descarte. Propone que la utilidad económica no sea el único criterio de decisión, lo que nos obliga a reflexionar sobre el sentido de la propia vida: “mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir”. Alejarse del consumismo requiere ser capaces de gozar con poco, con lo simple, valorar más las relaciones con otras personas, superar el individualismo, y a ser más agradecidos de la vida. En el fondo, requiere adoptar un nuevo estilo de vida más espiritual.
Entonces, ¿en qué afecta esta encíclica al trabajo que hacemos en Duoc UC? Afecta muchísimo y desde varios aspectos, pero los principales y más profundos requieren tiempo y una amplia reflexión sobre todas las implicancias de largo alcance de la “conversión ecológica” a la que nos invita. Me permito esbozar apenas tres desafíos institucionales:
- Ampliar el plazo de evaluación de los proyectos, incluso más allá de lo que habitualmente se entiende por ‘largo plazo’: pensar también en las próximas generaciones.
- Instalar una lógica de colaboración y de integración: como todo está íntimamente interconectado, y por lo tanto las problemáticas son complejas, es indispensable la mirada interdisciplinaria que tome en consideración la multiplicidad de miradas, variables y posibles impactos. Necesitamos dejar de pensar en forma fragmentaria, en silos aislados.
- Redefinir la forma de entender, medir y premiar el éxito en nuestra fundación. Dicho de otra forma, ¿qué logros (personales e institucionales) son verdaderamente relevantes, a la luz del Evangelio?
Existen también otras tareas urgentes de aplicar, a saber: acelerar el paso en la implementación de una cultura ecológica que promueve la reutilización y reciclaje, la eficiencia energética y la reducción de emisiones de carbono; acentuar las acciones de formación, extensión y difusión relacionadas con las soluciones al cambio ambiental global; incorporar sin mayor demora la formación en gestión del cambio climático en las carreras afines; e incorporar una formación introductoria de sustentabilidad a la formación transversal en todas las carreras. Algunos podrían preguntarse ¿qué relación tiene la temática de la sustentabilidad con las carreras no vinculadas directamente al área ambiental? Todas las carreras tienen al menos alguna relación, tal como lo demuestra el trabajo que están realizando la PUC, Stanford, y las principales instituciones de educación del mundo, lo cual hemos expuesto anteriormente en este mismo espacio.
En resumen, el Papa nos desafía con tareas de corto, mediano y largo alcance, que podemos asumir desde el “mínimo cumplimiento” o desde un liderazgo activo, innovador y comprometido. Lo único que no se puede hacer, a partir de Laudato Si’, es mantenerse indiferente.
La encíclica está disponible para leer y descargar en este link: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
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