“Para algunos podrá causar extrañeza este tipo de actividades, podrá parecerles una exageración e incluso una pérdida de tiempo. Sin embargo, quiero decirles que la firma formal del compromiso por la acreditación sea esta de carreras o institucional constituye la instauración de hitos, de evidencias, que posibilitan reconstruir la historia institucional. Por otra parte da la posibilidad de hacer un seguimiento formal del compromiso adquirido. Creo que es bueno que nos vayamos acostumbrando a la formalidad porque ella es parte constitutiva de un sistema autorregulado en el marco de un sistema de aseguramiento de la calidad. Por de pronto constituye además una estupenda ocasión para que todos quedemos informados sobre lo que estamos haciendo en esta área.
Durante el año 2015 se desarrollaron 36 procesos de acreditación (recordemos que el 2014 fueron 11): 28 regulares y 8 complementarios. Este esfuerzo involucró a 8 escuelas. Los resultados obtenidos nos indican que en promedio hemos mejorado el número promedio de años respecto de lo que se tenía al 21 de julio del 2015, esto es, pasamos de 5 años en promedio a 5,3 años de acreditación. No obstante, este proceso no está cerrado: nos encontramos en la etapa de reposición y eventualmente podríamos llegar a una apelación. Con todo, lo que la experiencia nos dice es que deberíamos mejorar los años de acreditación.
Desde que se iniciaron los procesos de acreditación allá por 1999 con el plan piloto que desarrolló la Comisión Nacional de Acreditación de Pregrado (CNAP) y que posteriormente dio paso a la ley 20129 sobre aseguramiento de la calidad, existe coincidencia entre quienes hemos sido testigos de este esfuerzo, acerca de que la acreditación y todos los procesos que ella demanda se ha traducido en beneficios para las instituciones, lo que ha sido ampliamente estudiado y documentado. Tan solo comparar cómo funcionaban las instituciones hace 20 años atrás respecto de cómo son hoy día, permite concluir que ha habido un cambio notorio para bien. Es decir, los estudios han demostrado los beneficios que produce acometer estos procesos, ya que permiten:
1. generar un interés real sobre la centralidad del aseguramiento de la calidad al interior de las instituciones;
2. profundizar el sentido de pertenencia a la institución de quienes han participado en el proceso de autoevaluación;
3. desarrollar la capacidad de diagnóstico y juicio crítico tanto interno como externo;
4. dar relevancia a la necesidad de tener un buen manejo de la información;
5. y, poner al estudiante en el centro del quehacer institucional.
De ese modo es notable constatar que, sean cuales sean los motivos que llevan a la institución a enfrentar un proceso de autoevaluación y consecuentemente la acreditación, luego del mismo, en la gran mayoría de los casos se reconoce que ha sido de utilidad para su desarrollo. Por de pronto permite dar garantía pública de su calidad.
Ahora bien, puede que existan otras posibilidades que cumplan el mismo objetivo, esto es, demostrar la calidad de los programas. Puede ser la certificación por áreas a nivel internacional, como lo ha hecho nuestra escuela de diseño o en salud. Creo que es válido abrirse a explorar otras alternativas.
Sin embargo, los cambios que se plantean en el nuevo marco regulatorio de la educación superior chilena, específicamente en relación a los procesos de acreditación, plantean un cambio que no va a dejar de provocar controversia. La idea de efectuar una acreditación institucional y de carreras simultánea genera dudas que van desde aspectos operativos hasta su idoneidad. Efectivamente, si bien los procesos se parecen, se enfocan a temas distintos. La acreditación institucional busca evaluar la existencia de mecanismos de autorregulación que funcionan sistemáticamente así como también los resultados obtenidos por la institución. Por su parte, la acreditación de carreras se enfoca en evaluar la coherencia y capacidad de la institución para cumplir con el perfil de egreso definido. Claramente corresponde a revisiones que apuntan a focos diferentes.
Para Duoc UC resulta fundamental contar con la capacidad interna que le permita evaluar su desempeño y de allí establecer planes de mejora. Cuando hablamos del objetivo de contar con un sistema de aseguramiento de la calidad, una cultura de la calidad, no se trata de una declaración de intenciones que busca dar con una alternativa que surja del voluntarismo o la casualidad.
En verdad, existe una propuesta concreta, un marco referencial que provee un modelo de calidad. Es decir, la Dirección General de Aseguramiento de la Calidad emite una opinión “con intención”, que busca capacitar, formar, instruir, enseñar sobre el modelo de calidad buscado. Por ello, en el cumplimiento de este mandato esta Dirección ha trabajado en promover una forma de proceder, un método que tiene que ver con la forma y con el fondo de la decisión. Con la forma me refiero a si la toma de decisión se ajustó a un procedimiento, si se puede tener una trazabilidad de la misma, si se tiene evidencia que respalde cómo se tomó dicha decisión. En tanto, el fondo tiene que ver con cautelar que la decisión no vaya en contra de lo que la institución es, esto es su Identidad.
Por otra parte, el modelo tiene presente que el ejercicio de ese rol no ha de ser en tono punitivo, ni fiscalizador sino de resguardo, de enseñanza y de instalación de una cultura de la calidad. No es ex-ante ni ex-post de la toma de decisión sino que forma parte de la línea decisional. Forma parte de la instancia decisional, ¡eso es una cultura de la calidad!.
El Modelo de Aseguramiento de la Calidad Duoc UC, se basa en los siguientes pilares:
1. Una bien concebida y bien ejecutada estrategia de autoevaluación. Autoevaluarnos para mejorar. Cuando cada una de las personas que trabaja en una institución busca día a día espacios u oportunidades de mejora en su quehacer cotidiano –se autoevalúa- se puede decir que estamos en presencia, o que hay signos, de una Cultura de la Calidad. Cuando esos esfuerzos encuentran los canales, los catalizadores institucionales que llevan a que esas intenciones se transformen en iniciativas, proyectos y mejoras concretas a los procesos diremos que estamos en presencia de un sistema de aseguramiento de la calidad o de mejora continua instalado.
2. Establecer un modo de operar que se sustente en la evidencia, en la verificación exhaustiva y rigurosa de lo planteado, en torno a un marco de realidad, que ajuste de manera prolija las expectativas y la factibilidad. Evidencia que permite la trazabilidad de la decisión.
3.Vincular desde la estrategia los proyectos, iniciativas y acciones que se emprendan. De esa manera se evitan esfuerzos que no participen de un objetivo común. Aquí el trabajo en equipo es central para el logro de los objetivos que Duoc UC se ha definido. Ello conlleva la toma de decisión consensuada, madurada en el debate y la deliberación académica.
4.Nuestros esfuerzos están enfocados en el aprendizaje de los estudiantes. He allí el sentido último y profundo del compromiso asumido con cada uno de ellos al momento de aceptarlos en nuestra institución: por hacer todo lo razonable para que seamos capaces de demostrar el nivel de aprendizaje o adquisición que nuestro estudiante ha logrado del perfil de egreso, a partir de sus particularidades, posibilitándolo con ello a que sea capaz de administrar favorablemente su empleabilidad futura.
Lo anterior constituye una declaración fundamental, dado que fija de manera inequívoca la forma y los planos en los que ha de situarse nuestro modelo de calidad, lo que permite contextualizar los proyectos, acciones o iniciativas que se planteen y definen al interior de la DGAC.
Junto con el trabajo de acreditación de las carreras cuyos convenios serán formalmente firmados a continuación, el año 2016 será el año en que nos abocaremos con toda nuestra energía en el proceso de evaluación interna con miras a la reacreditación institucional. Sin duda será un gran esfuerzo. Esfuerzo al que está convocada toda la comunidad de Duoc UC, porque la acreditación institucional es responsabilidad de todos. No me cabe dudas que afrontaremos el proceso con minuciosidad, compromiso, y sentido de equipo.
Finalizo agradeciéndoles una vez más por su disposición a participar de esta ceremonia.
Muchas gracias.”
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