En un mundo globalizado con exceso de información e ideas que nacen y mueren rápidamente, lograr una cultura de la innovación es un desafío cada vez mayor para las instituciones que buscan incansablemente esa característica, que les podrá otorgar un valor agregado a la forma de actuar de todos los días.
En esa perspectiva lidiar con un cambio cultural hacia la creación de valor de lo que hacemos cotidianamente no va solo con crear procesos automatizados que generen esos cambios, si no que va en cambiar la forma de ver el mundo y las organizaciones con una mente abierta a recibir información, procesarla, analizarla y utilizarla a conveniencia de la comunidad. Este último punto es uno de los mayores desafíos: lograr involucrar a todos en una nueva forma de pensar, colaborativa y que genere constantemente gestión del conocimiento.
Observar se convierte en uno de los pilares fundamentales para comenzar a generar una visión hacia una cultura de la innovación, dado que esta característica que parece tan simple es una cualidad de pocos. Captar la creación y lo diseñado por el hombre es fuente de inspiración, esto hace que con los elementos ya creados podamos generar cambios a la vida del hombre. Un ejemplo claro salió hace poco a nivel de idea, en el área de salud, se juntó la tecnología de los drones, con el servicio de primeros auxilios y la capacitación médica, todos elementos ya creados para generar la atención de urgencia de paros respiratorios, como cuando un paciente tenía un ataque cardiaco o respiratorio, el dron es llamado a llegar desde una clínica en pocos minutos al lugar, este va con instrucciones precisas de cómo actuar en casos de re animación a quien esté cercano al paciente y el resultado puede significar salvar a una persona. Que quiero decir con esto: todos los elementos en esta idea innovadora ya existían, solo faltaba la inspiradora con un fin específico o una necesidad que hace que pueda cambiar la vida de una persona.
Por esto, en las organizaciones se debe reflexionar que no es necesario crear grandes innovaciones, si no que debemos observar lo que nos rodea y ver necesidades que podemos cubrir y así impactar y mejorar la calidad de vida del resto.
La inspiración no viene de las mentes en blanco, se origina de la comunión de variados conocimientos. Esto en las personas se entrena, es convicción lo que mueve al mundo y a las empresas que quieren pensar distinto. Cuando se comienza el camino sin retorno a la innovación debe ser pausado, con grandes ideas, pero de constante entrenamiento. Para subir el Everest hay que subir montañas de menor tamaño antes, con desafíos de corto, mediano y largo plazo para que ese músculo de la creatividad se fortalezca y luego se trabaje casi por acción automática.
Ahora bien, pensar en innovación como tal es disperso y poco enfocado. Distinta literatura nos dice que el foco es lo importante y una buena fuente de inspiración debe ser el impacto que logremos en la vida del resto. Esa práctica hace que nuestras mentes estén abiertas a los cambios, renovar lo que hacemos y lograr que las ideas se plasmen en proyectos que nos harán tener otra perspectiva.
Pero como todo tiene que tener una cierta metodología lo cual es tremendamente importante, el método científico nos ayudará bastante a ordenar las ideas, en donde el error es parte del conocimiento y el crecimiento. Es aquí la clave del éxito, lograr reconocer el error, aprender de él, modificar y seguir creciendo, si buscamos constantemente el mérito de seguir de forma flexible en nuestras ideas, lograremos convertir nuestras mentes en fuentes de inspiración e innovación para todos.
“Una gota de agua fisura la piedra no por la fuerza con la que llega si no con la constancia del día a día y eso es algo que en la ideación debe ser una lección para los que nos gustan los cambios y la evolución de las ideas”.
0