Las neurociencias hoy nos entregan aportes que nos permiten ir más allá de la enseñanza en sí y de las metodologías que de ella se desprenden, abriéndonos un cúmulo de conocimientos respecto al cómo aprende el estudiante, destacando la relevancia de las redes neuronales para el proceso de aprendizaje, que nos ha llevado a centrarnos en el protagonista de la experiencia de enseñanza aprendizaje y el porqué de las metodologías de enseñanza.
De las redes neuronales (redes de reconocimiento de la información, redes de expresión del aprendizaje y redes afectivas o compromiso con el aprendizaje) se desprenden tres principios para una experiencia de aprendizaje efectivo, teniendo como resultado no solo el aprendizaje en sí como objetivo, sino también un educando que aprende a aprender, que genera estrategias para alcanzar el aprendizaje y motivado o comprometido con querer aprender más, es decir, un aprendiz experto.
Estos tres principios que procuran un aprendizaje de calidad se relacionan con:
Presentar la información de diversas formas de tal manera de activar las redes de reconocimiento del cerebro, activando patrones y conocimientos previos que faciliten la percepción y comprensión de la información. Esto se logra considerando los canales perceptuales presentes en la variabilidad del aula: visual, auditivo y kinestésico.
Presentar diversas formas de expresión para el aprendizaje, para dar la oportunidad al estudiante que planifique y busque una estrategia adecuada para abordar la información, y que luego ejecute en virtud del objetivo de aprendizaje, es decir, que demuestre qué aprendió.
Presentar diversas oportunidades para el compromiso con la situación de aprendizaje, lo que se relaciona con la motivación, seguridad y todo aspecto que hoy se considera dentro del concepto de “Clima de Aula”. Esto va desde respetar los tiempos de inicio y termino de la clase, que entrega seguridad al estudiante respecto de los parámetros de realización de la misma, hasta la entrega de refuerzo positivo y reconocimiento a la participación y presencia de ellos en nuestras aulas.
En esta instancia me gustaría compartir una experiencia como docente en Duoc UC, específicamente con un estudiante del Programa de Inclusión. Cuando dicho estudiante recién ingresó a estudiar a nuestra institución en el año 2014, con su individualidad y necesidades educativas especiales a cuestas, nuestro aprendizaje, y me atrevería a decir que de la totalidad de los docentes que participamos en su primer semestre, fue in situ. No había mucha bibliografía que consultar, tampoco teníamos experiencia ni gestión del conocimiento respecto de la que hubiésemos tenido hasta ese entonces.
Dentro de las adecuaciones curriculares de acceso que realizamos para él, estaba el otorgarle más tiempo para las evaluaciones. Muchas veces, yo me hacía cargo de tomarle la segunda parte de las pruebas en mi oficina, desde un rol similar a un tutor académico actual.
En su primera evaluación de matemáticas una de las preguntas consistía en el siguiente problema: “Javiera se dirigió a la chocolatería que le encanta, compró 15 bombones iguales y canceló un total de $5250. Si a la semana siguiente quiere comprar 24 bombones iguales a los anteriores. ¿Cuánto debe cancelar en total por los 24 bombones?”
Al leer el problema mi lógica me indicó la siguiente operación (5250/15)*24 (cinco mil doscientos cincuenta dividido en quince, luego multiplicado por 24), grande fue mi sorpresa cuando veo que el estudiante siguió una lógica distinta: (5250*24)/15 (cinco mil doscientos cincuenta multiplicado por 24, luego dividido en quince).
¡El resultado era correcto! $8400. ¿Cómo lo hizo?, fue la pregunta que busqué responder por mucho tiempo. En su momento un profesor de matemáticas me dijo que era la ley de los grandes números, en fin, fuese lo que fuese era un enigma.
Hoy comprendo que fue una respuesta desde una estrategia diferente a la mía para un mismo problema y que esto va a asociado a la diversidad que vivimos todos los días en nuestras aulas, pero que no aprovechamos como instancia para nuestro propio crecimiento y aprendizaje.
De esta experiencia surge la siguiente pregunta: ¿Cómo podría proporcionar opciones para que los aprendices logren los objetivos de aprendizaje para la clase? He aquí lo que quiero destacar y dejar como reflexión: creo que la respuesta es permitirles crear, innovar, manifestarse, pasando de un “No se hace así” a un “Prueba resolverlo”, “trata de hacerlo”, “¿Cómo lo resolverías?”, estrategia que se hace plenamente coherente con el principio del aprendizaje activo, parte de nuestro modelo educativo institucional.
Para el caso en particular aquí narrado, una opción sería presentarles el problema con el resultado, previo a cualquier indicación del cómo se debería hacer e invitarlos a experimentar, para luego mostrarles el cómo “se debe” visto como una estrategia diferente que luego se constituirá en un patrón a considerar en situaciones similares futuras. Es decir, construir con el educando su conocimiento.
Sin duda, un gran desafío y un tremendo aprendizaje para nosotros como docentes.
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