Con la publicación, en mayo del presente año, de la Ley nº 21.091 sobre educación superior, se gatilla una plétora de ajustes al sistema que nos impactarán directamente. En la Dirección General de Aseguramiento de la Calidad hemos estado muy ocupados en planificar esta nueva etapa.
El cambio no es una amenaza, es una oportunidad si lo abordamos tomando buenas decisiones a tiempo. “Porque si hablamos del cambio de algo, no decimos que algo sea reemplazado por otra cosa. Decimos: “La planta crece”. No queremos decir con esto que una planta chica deba ser reemplazada por una más grande. Queremos decir que esa planta se convierte en otra cosa. Es decir, la idea de la permanencia en lo fugaz.” Esta idea que Borges nos regala en el Tiempo es, en mi opinión, una sabia forma para enfrentar las nuevas exigencias: mutatis mutandis, es decir, cambiando aquello que sea necesario, pero cuidando con celo nuestra esencia, nuestra identidad institucional.
Nuestra crónica de procesos de acreditación nos muestra resultados notables:
a) Institucional: 2004, 6 años; 2010, 7 años; 2017, 7 años en las áreas obligatorias y en Vinculación con el Medio.
b) Carreras: 90% de los estudiantes en Carreras acreditadas; 57 carreras acreditadas; 5,8 años promedio cuando el promedio del sistema es de 4,9 años.
Estos resultados pueden ser vitamina o anestesia para nuestro desarrollo.
Al dar un vistazo rápido al nuevo cuerpo legal, vemos que consagra a la educación superior como derecho universal, sin discriminaciones arbitrarias, consignando el rol social de la educación con la finalidad de generación y desarrollo del conocimiento. Establece, además, que el sistema de educación superior se compone de un subsistema universitario y otro técnico profesional. Buena noticia. Estos, en mi opinión, debieran funcionar como dos esferas distintas que deberían ser enriquecidos por una mayor cooperación y convergencia, promoviendo sinergias entre ellas. Conjuntamente consagra otros principios de enorme importancia: autonomía, calidad, cooperación y colaboración, diversidad de proyectos educativos, inclusión, libertad académica, participación, pertinencia, respeto y promoción de derechos humanos, transparencia, trayectorias formativas y articulación, acceso al conocimiento y compromiso cívico y, por cierto, la gratuidad.
De la formación Técnico Profesional señala que es un proceso de enseñanza de carácter formal y no formal, que contempla el estudio de tecnologías y ciencias, el desarrollo de aptitudes, habilidades y competencias relacionadas con sectores económicos. Su sentido será promover el aprendizaje permanente de las personas y su integración a la sociedad.
El Mineduc definirá una estrategia nacional de formación Técnico Profesional que orientará el desarrollo de las políticas públicas en este ámbito, la que se revisará cada lustro.
Existirá una Acreditación Integral que podrá considerar la totalidad de Sedes y niveles de programas formativos, Carreras y programas de pre y postgrado en sus distintas modalidades. La CNA seleccionará en base a la aplicación de un reglamento ad-hoc que deberá definir. Las dimensiones de acreditación son:
a) Obligatorias: Docencia y resultados del proceso de formación; Gestión estratégica y recursos institucionales; Aseguramiento interno de la calidad; Vinculación con el Medio.
b) Optativas: Generación de conocimiento, creación y/o innovación.
En cuanto a los niveles de acreditación, estos pueden ser tres: Excelencia (6 o 7 años); Avanzada (4 o 5 años) o Básica (3 años). Para alcanzar el nivel de excelencia se debe acreditar en las 5 dimensiones. Nuestra meta no puede ser otra que Excelencia con 7 años y para ello debemos trabajar bastante. Algunas tareas son:
1) Desarrollo de ciclos de evaluación y autoevaluación como práctica continua en todo nivel de Duoc UC con evaluación externa.
2) Desarrollo de procesos de autoevaluación en el 100% de las Carreras al 2022 con evaluación externa.
3) Mejora continua como objetivo central.
4) Trazabilidad de los procesos de mejora continua en la institución, y revisión de su concordancia con el Plan de Desarrollo.
5) Definición de estándares y metas. Deben ser más exigentes que los establecidos por el sistema.
Por supuesto, también podemos aportar a la instalación de esta nueva Ley, por ejemplo participando en la definición de los criterios de acreditación en cada una de las dimensiones.
En el plano interno, el desafío prioritario será alzar la mirada e ir más allá del cumplimiento de los proceso de acreditación como lo hemos hecho hasta ahora, dando un giro, profundizando y ampliando la autoevaluación y la revisión “forense” de nuestros procesos. Pero más relevante y desafiante será incorporar la evaluación de la calidad académica como verificación y aseguramiento de la calidad en tiempo real (Calidad como proyecto).
No es mucho más lo que puedo agregar en este corto espacio, por ello les invito a leer la Ley. Con todo, pienso que no debemos olvidar que nuestra respuesta a la pregunta sobre cómo es posible formar buenos profesionales y técnicos con alumnos que eventualmente traen carencias cognitivas reconocibles, pasa por asegurar que la calidad de la formación profesional y técnica sea de excelencia. Esto no solo significa diseñar e implementar acciones que mejoren las carencias de ingreso, sino tomar en cuenta esas carencias a la hora de formar a esos estudiantes. Parece obvio que en 3 o 4 años de estudio no se puede garantizar aprendizajes que no se han logrado en más de 12 años de educación escolar; pero si podemos asegurarle las posibilidades reales, con una buena “caja de herramientas”, de mejorar sus falencias para formarse como un buen profesional. En ese desafío, el docente está llamado a cumplir un rol irremplazable, uno en el que se juega, nada más y nada menos, que nuestro Proyecto Educativo.
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