Los cambios que ha experimentado nuestra sociedad en el último tiempo han repercutido en el sistema educativo, generando situaciones que demandan su transformación y actualización. Duoc UC ha observado y analizado esta nueva realidad, transitando hacia una perspectiva que promueve el desarrollo armónico de sus estudiantes en cada una de las dimensiones del ser humano, que incluyen aspectos éticos, espirituales, cognitivos, afectivos, culturales, sociales, comunicativos, entre otros.
En la búsqueda del desarrollo integral, adquiere importancia la identidad institucional, en la que los valores son una reflexión obligatoria, dado que constituyen la base para el despliegue de una impronta que promueve la orientación ética de los estudiantes. Duoc UC, desde su identidad católica, es consciente de la relevancia de este ámbito y se compromete con su comunidad, presentando esta dimensión como un medio para impulsar la formación global del estudiantado. En esta dirección, un área que posibilita la puesta en marcha de una moral autónoma es la educación emocional, la que incide en el bienestar mental y social de los individuos. Esta corresponde a un constructo que atiende no solo a las habilidades vinculadas al desarrollo cognoscitivo, sino también contempla el desarrollo social, que impacta en diferentes esferas de la vida, tales como la comunicación efectiva, la resolución de conflictos, la toma de decisiones, etc., incidiendo en el bienestar individual que se traduce en el bienestar social (Bisquerra, 2002).
En el proceso de implementar cambios que permitan progresos acordes al nuevo paradigma educativo, el Centro de Formación Docente ha implementado una nueva línea formativa que incorpora los ámbitos de la identidad institucional y la educación emocional, conformada por diversas acciones que comprenden talleres y cursos de carácter progresivo y permanente. De este modo, esta área de formación se orienta a la apropiación por parte de la comunidad de los elementos fundacionales que dan sentido y coherencia a las acciones de la institución, considerando la reflexión sobre los valores institucionales y la identidad católica, así como también el desarrollo de competencias emocionales: conciencia emocional, regulación emocional, autonomía emocional, habilidades sociales y habilidades de vida y bienestar.
El impacto de la educación emocional en el proceso de aprendizaje ha sido constatado por diversas investigaciones que dan cuenta que las emociones y la cognición son inseparables. Las emociones tienen un rol determinante en la capacidad de razonamiento, la atención, la memoria, la toma de decisiones y la actitud para aprender. En esta misma línea reflexiva, García (2012) señala que “no se aprende lo que no se quiere aprender, no se aprende aquello que no motiva, y si algo no motiva se debe a que no genera emociones positivas que impulsen a la acción en esa dirección” (p. 18).
Asimismo, la competencia emocional de los docentes tiene un impacto significativo en la calidad de las relaciones y el ambiente de aprendizaje, beneficiando tanto a los estudiantes como a los propios educadores. Según Jones et al. (2013), los docentes que desarrollan competencias emocionales logran establecer relaciones más sólidas con sus estudiantes, lo que a su vez promueve un ambiente de aula saludable, activando un círculo virtuoso en el cual la mejora de la conducta y los resultados académicos de los estudiantes disminuyen el estrés de los docentes y fortalecen sus habilidades socioemocionales. Por otra parte, aquellos que regulan mejor sus emociones no solo reportan menos agotamiento y mayor satisfacción con su trabajo, sino que además demuestran más afecto positivo al enseñar y crean entornos de aprendizaje más seguros (Brackett et al., 2010).
No podemos perder de vista que este ámbito formativo responde al Proyecto Educativo (2021) que “busca el desarrollo humano integral, con foco en el ámbito del trabajo como espacio de despliegue de sus proyectos personales” (p. 7), concibiendo a la persona como un ser libre y racional, que es “dueña de sí misma, colocando las pasiones e instintos al servicio de su desarrollo personal” (p. 11). Ser dueños de nuestras acciones implica tomar conciencia de los valores y las emociones que nos movilizan y guían nuestra conducta, repercutiendo en la interacción con nuestro entorno y en nuestro crecimiento personal.
Es así como, desde el año 2022, hemos comenzado a ofrecer formación a nuestros docentes en este ámbito. Al día de hoy, contamos con 295 docentes formados en el curso “Conciencia emocional”. Esta instancia formativa, la cual ha contado con una excelente acogida por parte de sus participantes, tiene como objetivo alfabetizar y concientizar sobre las emociones básicas a los docentes a nivel personal para su posterior aplicación en el aula.
En cuanto a la formación en valores institucionales, han participado y aprobado 180 docentes el taller “Formación inicial en valores institucionales”, con el propósito de reflexionar en torno a los valores que cohesionan y dan sentido a nuestro quehacer al interior de la comunidad, identificando buenas prácticas que potencian una formación integral de los estudiantes.
Para el segundo semestre del 2023, tenemos programadas una variedad de actividades dentro de esta línea formativa, entre las que se incluye un curso enfocado en la regulación emocional, cuyo objetivo es proporcionar estrategias en este ámbito, a fin de propiciar un adecuado clima de aula que favorezca el proceso de aprendizaje y enseñanza. Próximamente, incorporaremos, además, la temática de formación socioemocional en la inducción docente, lo que permitirá un acercamiento a los conceptos básicos y las bases del modelo de competencias emocionales.
Sin duda, tanto la identidad institucional como la educación emocional constituyen dos áreas fundamentales que permiten promover en nuestros estudiantes un desarrollo integral, dado que representan aristas que nutren y complementan la formación técnica y profesional. En el fortalecimiento de estas dimensiones, los docentes adquieren un rol protagónico, ya que su figura, mediante su accionar, representa un modelo a seguir para los estudiantes, lo que se traduce en una influencia directa sobre ellos, favoreciendo, de esta forma, el ejercicio de una práctica consciente de los pilares del Proyecto Educativo.
Así, esta nueva línea formativa se posiciona como una valiosa instancia para el desarrollo de competencias y capacidades que contribuyan a que los docentes propicien la contención, guía y facilitación de aprendizajes sobre una sólida base ética, sustentada en los valores que promueve Duoc UC. Se trata, por consiguiente, de una dimensión que integra competencias tan relevantes como la gestión de sus propias emociones y las de los demás, posibilitando el ejercicio de un rol efectivo en el aula, para fortalecer la formación integral de los estudiantes.
Finalmente, los invitamos abiertamente a visitar el sitio web del CFD (https://cfd.duoc.cl/) para que puedan encontrar información sobre esta nueva línea formativa, así como también recursos que potencian el aprendizaje activo de nuestros estudiantes.
Referencias
Bisquerra, R. (2002). Educación emocional: el desarrollo de competencias emocionales en la ESO. Investigación para el concurso de catedrático de universidad. Barcelona: Universidad de Barcelona (inédito).
Brackett, M. A., PalomerA, R., Mojsa‐kaja, J., Reyes, M. R., & Salovey, P. (2010). Emotion‐regulation ability, burnout, and job satisfaction among British secondary‐school teachers. Psychology in the Schools, 47(4), 406-417.
Duoc UC. (2021). Proyecto Educativo. (2021). Vicerrectoría Académica. Instituto Profesional Duoc UC.
García, J. Á. (2012). La educación emocional, su importancia en el proceso de aprendizaje. Revista educación, 97-109. https://doi.org/10.15517/revedu.v36i1.455
Jones, S. M., Bouffard, S. M., & Weissbourd, R. (2013). Educators’ Social and Emotional Skills Vital to Learning. Phi Delta Kappan, 94(8), 62–65.
0