¿Cuál fue el momento más impactante o espiritualmente significativo que experimentó durante su peregrinación en Israel?
El momento que más me impactó fue una especie de retiro personal que pude vivir cuando pude estar sentado (recogido) solo frente a la roca mortuoria, lugar donde después de la muerte de Jesús, pusieron su cuerpo para aplicarle aceites y luego llevarlo al sepulcro[1].
Es un lugar maravilloso, de mucha concurrencia de fieles. Pude experimentar la necesidad de la adoración y, como las mujeres del evangelio, atrevernos a cuidar el cuerpo de Jesús. De hacer silencio y estar ahí.
Pude experimentar gran misericordia y amor. Creo que, de ahí en adelante, ningún viernes volverá a ser igual.
¿Cómo influyó su peregrinación a Belén y Jerusalén en su comprensión y relación personal con Cristo?
Ha ayudado mucho. Pues estar ahí mismo, me ha ayudado a hacerme la idea de lo que sus pasos caminaron, sus manos tocaron y sus ojos vieron. Es impresionante darnos cuenta de los alcances de la encarnación, pues estuvo (está) en la intención de Dios que nos tomemos en serio la vida y la historia, el ambiente donde nacimos y donde crecemos; es ahí donde actúa Dios y donde lo podemos encontrar.
¿Puede compartir alguna anécdota o experiencia especial que haya tenido en un lugar sagrado en Tierra Santa o en Roma?
Al tener un hermano gemelo (también sacerdote), un padre me confundió con mi hermano en medio de la basílica de San Pedro. Creyó que era Felipe, y no, era yo (Paulo) Esas cosas siempre me pasan.
Sin pensarlo, por cosa de gemelos, ante la oportunidad de estar junto al Papa Francisco, junto con mostrarle una foto de mi hermano y yo (gemelos idénticos y sacerdotes) le pedí al Papa que rezara por ambos. El papa me miró, bendijo el celular y obviamente, el sacerdocio de los dos.
¿Qué aprendizajes o lecciones destacadas obtuvo de visitar Israel y Roma?
Obtuve mucho. Antes de ir pensaba que, en lo posible, cada persona pueda ir conocer las ciudades más importantes para el cristianismo. Pero después de ir y tener la experiencia, creo que no basta con ir: Hay que ir en clave de peregrinación, llevando la vida y lo que somos. Si bien es cierto cada peregrino tiene una experiencia de vida particular, allá uno verdaderamente puede ponerse en clave de seguimiento de Jesús, como el hijo creyente que es capaz de decir: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu… Que no se haga mi voluntad sino la tuya”.
Durante la peregrinación, ¿cómo influyó la historia bíblica en su apreciación de la Tierra Santa y su importancia en la fe cristiana?
Es fundamental, pues nos permite ir a lo central. Si uno va y se deja llevar por lo que nos señalan algunos guías, lo más probable que pase es lo que pasa a veces en los viajes, o lo que es peor en la vida misma, pues con tantos detalles y lugares por conocer, uno termina cansado o agotado.
Tener cierto conocimiento de los lugares, me permitió escoger y andar tranquilo, diría: enfocado.
¿Hubo algún lugar específico que considere el más sagrado o especial de todos los que visitaron? ¿Por qué?
Desde ya, la iglesia del Santo Sepulcro, donde estábamos alojados muy cerca. Pudimos arrancarnos muchas veces; y en lo personal, estar en silencio, contemplando y en soledad, mucho rato.
Y, pues, es el mismo lugar donde TODO pasó. Estar ahí es algo maravilloso.
¿De qué manera su peregrinación a Israel y Roma influirá en su labor pastoral y en su capacidad para transmitir el mensaje de Cristo a su comunidad?
En circunstancias ideales, estar allá es una experiencia soñada. Estar en condiciones “de guerra”, es algo que, con el paso de tiempo, el Señor me (nos) irá mostrando. Creo que se ha producido en mi interior una potente vinculación con el pueblo que el Señor ha querido escoger. Pueblo que, en Roma, ha asumido unas características maravillosas: Pueblo – Iglesia.
¿Qué nos puede compartir, respecto a su visión íntima de los hechos de violencia, que se iniciaron en días que usted visitaba lugares sagrados para la fe cristiana, judía y musulmana?
El tema es tan delicado que, por ahora, solo puedo decir que he podido experimentar deseos de auténtica compasión y oración por nuestros hermanos que viven en Tierra Santa.
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