A fines del año 2019, Chile se sumergió en una ola de protestas. Fueron los jóvenes de nuestro país quienes levantaron la voz y salieron a las calles sin miedo, siendo todos testigos de la pasión con que pedían reformas, justicia y dignidad.
Han sido meses en los que la tensión por las demandas sociales y políticas ha estado presente en la mesa de las autoridades de Gobierno, pero también en la mesa de cada uno de los chilenos y de los que habitamos este hermoso país, viendo como día a día la injusticia, el odio y la desesperanza crecen frente a nuestros ojos y aquello por lo que los jóvenes y tantas almas salieron a reclamar en las plazas públicas de las diferentes ciudades de Chile los primeros días, empezó a ser pisoteado por unos pocos que solo velan por sus intereses y que buscan instaurar el caos.
En medio de los jóvenes que protagonizaron las movilizaciones y protestas, había decenas de estudiantes de Duoc UC que bramaban por un Chile mejor.
Muchos estaban a favor de solicitar demandas, pero no de la forma violenta en que se proponía y eso hizo posible que los caminos se dividieran. Hubo quienes decidieron tomar la justicia por sus manos y otros que, siguiendo el camino de paz y del Evangelio, optaron por construir y no destruir. Así es que más de 500 jóvenes de las diferentes Sedes de nuestra institución, decidieron abandonar las ciudades para adentrarse en los mágicos y maravillosos caminos del sur de nuestro país, para estar durante 10 días al servicio de comunidades rurales de Chile, prestando ayuda y entregándose por completo a los hermanos que más lo necesitaban y por los que días antes ellos mismos se movilizaban, aún sin conocerlos.
Desde el verano del 2011, los alumnos de Duoc UC han tenido la posibilidad de vivir una experiencia de servicio y comunidad a la luz de la Palabra de Dios y de la Doctrina Social de la Iglesia, en las zonas más necesitadas de nuestro país. Desde la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana tenemos el trascendental rol de anunciar el Evangelio y de colaborar en el encuentro personal y comunitario de nuestra comunidad con Jesucristo, en vinculación estrecha con la Iglesia.
Desde hace 9 años, la pastoral invita a todos los alumnos de nuestra institución a participar de las Misiones Solidarias, un proyecto que tiene como objetivo aportar a la evangelización de las comunidades que acompañamos, por medio de visitas a las familias con las cuales los estudiantes comparten experiencias de vida y generan espacios de diálogo en torno a la fe; proyectos solidarios de mejoras a infraestructuras comunitarias; talleres de capacitación según las carreras técnicas de los alumnos y la vida en comunidad, amparada en la oración, formación y celebraciones litúrgicas. Se conforman zonas de entre veinte y treinta alumnos que se organizan desde cada Sede de Duoc UC, y acompañan a la comunidad durante dos semanas aproximadamente.
Este verano de 2020, las misiones se llevaron a cabo durante la primera quincena de enero, conformando en total 17 zonas de misiones al servicio de comunidades pertenecientes a las Diócesis de Linares, Puerto Montt, Temuco y Villarrica.
Los alumnos se reunieron para preparar cada detalle de la misión, a pesar de que, en la mayoría de los casos, llegar a sus Sedes era una tarea difícil, ya que las estaciones de metro no estaban abiertas o porque cerca de sus hogares la locomoción no pasaba con la misma frecuencia que antes. Aun así, el ardor por entregar sus dones y sintiéndose interpelados por la necesidad de hacer el bien, llegaban día a día a preparar las listas de materiales de construcción para poder así ejecutar los proyectos en las zonas y al mismo tiempo acopiar los elementos necesarios para la realización de los talleres.
Por otro lado, algunos de los jóvenes misioneros prepararon junto a los coordinadores de pastoral de su Sede, sacerdotes y religiosas que los acompañan, el material formativo que los guió durante sus misiones. El énfasis estuvo puesto en la meditación y comprensión del aporte personal de cada misionero en la construcción de un nuevo Chile y de la Civilización del Amor cuyo centro es el prójimo y el bien común, así como en los dones y virtudes que cada uno podría aportar, iluminados por la cita bíblica: “Hemos sido llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo”, del evangelio de San Mateo. Este lema fue elegido por el Consejo Nacional de Misiones Solidarias encabezado por Estephanie Domínguez, alumna de la carrera de enfermería de la sede de San Bernardo y alumnos de las Sedes de Plaza Norte, Plaza Oeste, Alameda y San Andrés de Concepción, queriendo responder al llamado cristiano de iluminar con su vida y ejemplo, el corazón del mundo, siendo “misioneros con los gestos y las palabras y, dondequiera que trabajen y vivan ser signos del amor de Dios, testigos creíbles de la presencia amorosa de Cristo” (SS. Juan Pablo II)
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino para ponerla en el candelero, y así alumbre a todos los de la casa. Del mismo modo, alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo». (Mt 5, 13-16)
Esta evangelización comprendió las visitas casa a casa, la realización de talleres y de proyectos solidarios: se misionaron 1.205 casas, acompañando a las familias en la oración, la administración de sacramentos y compartiendo el pan en su mesa; se realizaron 55 trabajos solidarios, entre ellos la construcción y reparación de media aguas; la finalización de la construcción de una capilla en La Unión, cuyo terreno fue donado por la señora Grafiera Vejar de la comunidad de Los Esteros y cuyo proceso estuvo acompañado paso a paso durante 3 años, por el profesor Jorge Bracchitta, docente de la sede de Puente Alto; se hicieron arreglos a sedes de diferentes juntas de vecinos, plazas y escuelas, así como la construcción de grutas para acoger a la imagen de la Virgen María que se donó a distintas comunidades; finalmente se realizaron 41 talleres que variaron entre el ámbito recreativo y formativo, hasta la realización de operativos propios de las carreras de salud y mecánica.
“Llegamos a misionar y terminamos siendo misionados por la misma gente” es el testimonio de Ignacio Jara, alumno de la sede de San Joaquín, quien resume la experiencia de lo que vivieron los estudiantes en esta versión de las Misiones Solidarias. Estos jóvenes son los que mantienen viva la luz de la esperanza en medio de la incertidumbre y el dolor. Son ellos quienes, amparados en las enseñanzas de Cristo, se comprometen a ser agentes de cambio y a construir un Chile más justo y humano, eligiendo el camino del amor y no del odio. Ellos son el futuro de Chile.
En estas misiones descubrimos también lo que ya sabemos, que Cristo es Camino, Verdad y Vida y que es en su Palabra que encontraremos resolver todos los anhelos de paz y de justicia que existen en nuestros corazones y en el alma de Chile.
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