Desde hace unos veinte años se experimentan fenómenos de alto impacto en la formación de educación superior para estudiantes de América Latina. Estamos inmersos en escenarios de apertura global; cambios en el modo de participación del Estado; crecimiento de la participación privada en la gestión de instituciones educativas; demandas de las empresas por técnicos y profesionales con dominio de competencias más complejas y alfabetizados tecnológicos; surgimiento veloz de nuevos oficios y carreras afines a empresas emergentes; demanda creciente y sustantiva de matrículas de educación superior; problemas serios de deserción y de la empleabilidad prometida por las instituciones; vagas y tenues exigencias de aseguramiento de la calidad, etc.
Si examinamos las tendencias principales de la educación superior en América Latina, detectamos una expansión amplia de su matrícula; oferta de títulos y grados variada y dispersa; estudiantes heterogéneos en capital cultural, social y económico; nuevas y diversas modalidades de financiamiento público y privado; aumento del accountability y de la responsabilidad pública y privada; diversificación de tipos y modelos de gobierno institucional; crecimiento de la internacionalización, de su movilidad y validación de títulos y grados; avance creciente y significativo de la demanda de egresados de la educación técnico y profesional por el conjunto de las industrias, entre otros.
La educación superior es sustantiva por su aporte al menos en tres direcciones: para aumentar la productividad y mejorar la competitividad de los países; como un medio para aumentar las oportunidades de las personas e incentivar la movilidad social interna y, para darle soporte técnico y profesional a la gobernabilidad democrática, estructura de mando y la sustentabilidad de todas las tareas de una sociedad.
La contingencia política, económica, social y cultural del país nos muestra la urgente necesidad de revisar y reflexionar en torno a la Educación Superior Técnico Profesional (ESTP). Es de suma importancia mostrar ideas y conceptos claros e institucionalmente bien definidos de manera de poder aportar con nuestra manera de entender la educación de tipo vocacional. En tal sentido, la fijación de sus objetivos respecto a su proceso educativo es una tarea insoslayable.
Entre estos objetivos que nos parecen centrales están:
a) Ayudar a conseguir los objetivos del país en materias de democratización, desarrollo cultural, económico y social. En la ESTP estudian los segmentos socioeconómicos más amplios del país y nuestra formación es estratégicamente significativa para las metas que se fije el país. Por tanto, nuestro norte es fijar con claridad objetiva y visible de cuál será en concreto nuestro aporte.
b) Formar a personas para que logren un desarrollo sostenible, sean respetuoso del medio ambiente y que aporten decisivamente a la competitividad del país. Que nuestros egresados de la ESTP comprendan a cabalidad hacia donde apunta su formación como personas y luego como trabajadores competentes, y de cuáles son sus posibilidades futuras.
c) Desarrollar a personas que comprendan que para ser empleables necesitan armonizar y dominar cognitivamente competencias específicas, genéricas y básicas que les permita obtener un trabajo, mantenerse en éste y si lo pierden, lo logren recuperar rápido. Significa ser coherentes con nuestra afirmación esencial y primaria que es nuestra vinculación estrecha con las empresas y que formamos para el trabajo.
d) El egresado de la ESTP debe asumir como una convicción educativa que su formación es un proceso que se extiende por toda la vida y que debe dominar el aprender a aprender que le permita adquirir competencias en situaciones formales y de manera autónoma en distintos ambientes informales.
e) La claridad conceptual de que debemos utilizar todos los modelos educativos que nos permitan obtener los anteriores objetivos, y que no existe ninguno por sí solo que logre eficacia educativa integral. Debemos incorporar flexibilidades curriculares y metodológicas que nos permitan acomodarnos con pertinencia al dinamismo de los mercados laborales.
La Educación Superior Técnico Profesional es mucho más que formar empleados autómatas y funcionales a las necesidades de un crecimiento económico que es cada día más exigente en sus posibilidades de logros. Nuestros estudiantes son ante todo personas, y toda institución educativa debe dirigir sus esfuerzos en formar a ciudadanos que sean capaces de incorporarse con sus competencias específicas y de manera valorativamente integral a sus respectivos espacios laborales, familiares y personales.
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