19 de Octubre, 2015

Las metas 2021 de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación Técnica y Profesional.

Equipo Editorial Observatorio

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El 2008 los ministros de Educación de iberoamérica reunidos en El Salvador, acordaron establecer las metas educativas 2021. Se aprovechó la cercanía de la conmemoración de los bicentenarios en el continente (2009-2021) para preguntarse qué se deseaba como formación para la generación del bicentenario.

La propuesta definitiva se aprobó en 2010. Tuvo como antecedentes e insumos, entre variados documentos consultados y revisados, la Declaración Mundial Sobre Educación Para Todos (EPT) que se firmó en Jomtiem, Tailandia en 1990. Además, el texto de Dakar aprobado el 2000 y que fijó un marco de acción para el cumplimiento de las metas de una educación para todos. Asimismo se consideró el informe de seguimiento de la EPT aparecido el 2008 y elaborado por la UNESCO. Como también la opinión y escritos de expertos y autoridades educacionales de todos los países de Iberoamérica.

Los acuerdos centrales de lo que se entendió por “educación para todos” fueron seis. Primero la protección y educación integral para la primera infancia; segundo, que al 2015 exista en todos los países una enseñanza primaria gratuita, obligatoria, de calidad y que la deserción sea cercana a cero; tercero, una educación equitativa para todos, jóvenes y adultos y con articulación con la vida activa; cuarto, que al 2015 se logre que en el continente se aumente en un 50% los adultos alfabetizados y exista la educación permanente; quinto, terminar con las diferencias de género en los estudios primarios y secundarios y, por último, lograr resultados, eficacia educativa, con indicadores objetivos y medibles en lectura, escritura, aritmética y ciertas competencias prácticas.

La pregunta es si la educación técnica y profesional fue considerada como tema de estudio y sujeta a metas a conseguir por la OEI para el 2021. La respuesta es sí. Para este organismo: “la educación técnico profesional, lejos de ser una alternativa pobre y devaluada para los alumnos menos preparados, como durante muchos años se ha considerado, puede convertirse en una oferta formativa de enormes posibilidades para abrir a los jóvenes y a las personas adultas las puertas del mercado laboral y favorecer de esta manera el proyecto económico y la movilidad social”[1].  En tal sentido es esencial que las instituciones para ser plenamente eficaces deban estar plenamente conectadas con su entorno para estar muy informadas y conscientes de las demandas formativas y laborales que la sociedad requiere.

La OEI percibió que este tipo de formación técnica hoy exige la adquisición de habilidades y competencias que antes no eran requeridas para esta modalidad de estudios. Nos referimos a la importancia de lograr aprendizajes en aprender a aprender y herramientas de innovación de última generación, es decir, competencias que no implicaran la mecanización y el aprendizaje de tareas habituales, ya que admitía que estas podrían llevar al estudiante a estar disminuido en sus competencias de empleabilidad, dado que el futuro nos indicaría que todas las tareas rutinarias serían realizadas por instrumentos tecnológicos.

Dado este escenario, se debe pensar en un estudiante en la educación técnica y profesional que sea innovador, creativo, crítico, dinámico, formado para el cambio y plenamente convencido de la necesidad de estar siempre aprendiendo para mantener vigente y actualizada su empleabilidad. Que sea capaz de enfrentar el futuro y la amenaza de la mecanización de tareas que antes eran realizadas por las personas.

Por todo esto la OEI nos habla de la necesidad de una nueva educación técnico profesional. Se requiere que la educación proporcionada por estas instituciones esté plenamente armonizada con el mercado laboral, para que los países puedan tener los trabajadores que verdaderamente necesitan para sus propios desarrollos actuales y futuros. La regla establecida es: a mayor vinculación con el medio, más empleabilidad real obtendrán los egresados de estas instituciones. De tal modo que: “hoy la ETP constituye una de las más potentes herramientas para favorecer el desarrollo económico y social de un país y para facilitar la movilidad social de las futuras generaciones, siempre que su diseño y desarrollo tengan en cuenta las exigencias laborales y formativas de la sociedad actual”[2] (p. 127)

Las instituciones no solo deben dedicarse a la entrega de títulos técnicos y profesionales. Es indispensable que colaboren en todo aquello que tiene que ver con las cualificaciones técnicas y profesionales. Se trata de aportar con normas y procedimientos que permitan sistematizar y ordenar las cualificaciones, definiendo cómo se evalúan, se adquieren, acreditan y registran. Deben asumir que el aprendizaje no solo ocurre en las aulas, sino también en las experiencias de vida y laborales de los trabajadores. Estos aprendizajes deben ser validados y reconocidos, y esta puede ser una nueva tarea con sentido país de las instituciones técnico-profesionales.  

Otro aporte al país es todo lo que puedan realizar investigando la realidad social, ayudando a conocer las posibilidades formativas y productivas de su espacio geográfico. De esta manera, pasarían a convertirse en centros educativos cuya tarea no solo se reduce a la instrucción de técnicos y profesionales, sino también a pensar nuestro entorno y ayudar con sus análisis a su desarrollo económico y social.

Como conclusión, la propuesta, metas y énfasis que presentó la OEI para el 2021 en materia de ETP se reducen a cinco puntos. Primero debe estar vinculado con el sistema nacional de cualificaciones; segundo, debe tener suficientes gestores y profesores bien formados; tercero, muy coordinados y articulados con los demás niveles educativos; cuarto, garantizar que la oferta formativa incluya aprendizajes de situaciones laborales reales; quinto, que exista una descentralización de la oferta formativa para adecuarla a las necesidades específicas de cada región, provincia y comuna.

Duoc UC piensa en su presente y futuro, lee y estudia las orientaciones que le aportan los principales organismos mundiales o continentales. De esta manera, aumentan sus insumos reflexivos para potenciar su trabajo en Chile como también para insertarse en las corrientes de pensamiento sobre el ser actual y futuro de la educación técnico profesional. No solo formamos personas para Chile, también lo hacemos para el mundo. Se trata de pensar global y actuar local.

Equipo editorial Observatorio Duoc UC 

Lunes 19 de octubre de 2015.

[1] Metas Educativas. La educación que queremos para la generación de los bicentenarios. OEI, Madrid, 2010.p50

[2] Ibid, 127

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