Las TICs han permitido desde hace unos 20 años la flexibilización de los programas y cursos a distancia que las instituciones, acostumbradas a la educación presencial, están hoy continuamente diseñando. En una etapa inicial consistió en subir a los web libros, presentaciones en PDF y la existencia de un tutor que contestaba las dudas de los alumnos y les informaba sobre la personal trayectoria académica de estos. Hoy, sin embargo, se avanza en crear oportunidades más desafiantes para el proceso de enseñanza y aprendizaje en formato online.
Hoy quien diseña cursos online se pone, con más intención que ayer, en el lugar del que va a aprender para trabajar con excelencia el diseño del material de enseñanza. En países más avanzados ya se posee estándares de calidad y a estos se sujeta el creador de los cursos. Se ha incentivado el mostrar evidencias de que el alumno online efectivamente ha aprendido y como ha transferido sus habilidades al trabajo. En definitiva, el énfasis está puesto en el proceso y sus resultados.
Entre las dificultades reiteradas que son posibles de encontrar están la reticencia del docente, acostumbrado a la educación presencial, a perfeccionarse en cómo se enseña y aprende a distancia. Además, todavía los tutores online poseen numerosos alumnos a su cargo y esto afecta la retroalimentación necesaria con cada estudiante y, en consecuencia, la calidad del servicio educativo. Agreguemos que el estándar de cuántos alumnos por tutor es lo razonable todavía no se ajusta para lograr calidad esperada. Por último, aun no todas las instituciones poseen la misma infraestructura tecnológica que les permita un diálogo fluido entre los docentes y los alumnos.
Tampoco se ha avanzado en los itinerarios flexibles deseables y que implican un gran conocimiento de los destinatarios para que estos puedan escoger su ruta personal de aprendizaje. Se trata que quién diseña el curso sea un conocedor profundo de lo que cada participante podría aprender (Personalized Learning Environment) o también llamados ambientes de enseñanza personalizados. Sin este conocimiento, poco se puede avanzar para lograr que la educación online logre sumar adeptos y aumente la confianza en este tipo de enseñanza en los lugares de trabajo.
Con respecto a la plataforma escogida para el proceso de autoaprendizaje también es un desafío y una decisión de gran envergadura institucional. Lo importante es que esta debe estar al servicio del modelo educativo. Lo esencial es la finalidad pedagógica y no cuantos recursos posea el medio tecnológico. Es vital poseer evidencias del nivel de usabilidad y lograr que tenga la mayor eficacia de rendimiento para todos, sean estos tutores o estudiantes.
Finalmente, sabemos que cuando se opta por la enseñanza online existen dimensiones claves para una razonable planificación: su contenido, planificación basada en competencias, organización de materiales, aprendizajes esperados y los modelos de evaluación aplicados. Sumemos la virtualidad del proceso, la flexibilidad del mismo y su interactividad. Por tanto, la formación online requiere decisiones académicas previas antes de su desarrollo amplio y operativo.
El futuro nos advierte que la formación online tendrá demanda creciente, si esta logra convencer a los empleadores que en esta se producen reales aprendizajes efectivos.
0