El 24 de diciembre, en la noche buena, los cristianos nuevamente recordaremos y celebraremos un hito histórico esencial para la humanidad como también, y con más intensidad, para cada uno de los creyentes en Jesucristo. No puede ser de otra manera: para la humanidad existe un antes y un después de su nacimiento; para los cristianos, el convertirse en hijos del Padre y pasar a ser sus herederos obtienen la promesa de que este mundo es un simple paso, feliz y doloroso, para que al final del tiempo vital, nos volvamos a encontrar con Él.
El Papa Francisco nos recordaba en el cuarto domingo de adviento la figura de José, el esposo fiel de María. Es nuestro Patrono, figura emblemática para Duoc UC. ¿Y qué nos decía de él? Que San José “es una figura aparentemente en segundo plano. Es modesto, no predica, no habla, pero cumple la palabra de Dios y las bienaventuranzas”. Sabemos de lo difícil que pudo haber sido para él aceptar que, no habiendo tenido relaciones con María, esta sería madre de un hijo, pero no de cualquier hombre, sino de Dios mismo. Sin embargo, su fe le permitió aceptar el designio divino, y acompañó a María educando a su hijo a la usanza de la época y con pleno respeto a las enseñanzas del buen vivir.
Sabemos que vivimos tiempos complejos y con más distanciamiento de Dios. La navidad ha pasado a ser un evento comercial, eliminando toda referencia a Jesucristo. Pero para Duoc UC y para cada uno de los creyentes, el verdadero sentido de esta fiesta se encuentra en Jesucristo. Como nos decía el Papa Francisco: “El verdadero don para nosotros es Jesús y queremos ser don para los demás”.
Con el nacimiento de Jesús los cielos se abren y Dios nos da a Jesucristo como un símbolo indestructible de su amor a la humanidad. Con ÉL la especie humana pudo obtener respuesta al menos a dos de las preguntas esenciales: de dónde venimos y hacia dónde vamos. La tercera pregunta relacionada a qué hacemos aquí, posee la libre decisión y respuesta de cada uno de nosotros: optamos por construir una vida con apego a las enseñanzas de Dios, o bien, navegamos en una vida alejada de Dios.
Aceptar el camino de Dios significa que ha llegado a nosotros la paz, la justicia y el gozo de saber que tenemos un Padre creador y que este nos espera con amor y paciencia para que volvamos a Él. Es el paso de la oscuridad a la luz, el paso de la opresión sin sentido a una libertad con sentido. Es un Padre que ante todo nos perdona, nos da cientos de oportunidades, nos comprende y nos espera que de la oscuridad volvamos a la luz. Tenemos el mejor Padre posible, y la humanidad festeja con pasión el nacimiento de quién, para todo creyente, al encarnarse, nos regaló el perdón, de manera gratuita, sin tener nosotros tantos méritos para merecerlo, simplemente porque ese niño era el amor más puro que la humanidad entera pudo haber tenido en su historia.
Este niño nos regaló el cielo, nos recordó que somos y seremos hijos de Dios. Nos mostró que nuestra personalísima vida no es fruto del azar, ya que es una existencia necesaria de vivir para demostrar que somos legítimos herederos de un Dios que es santo y puro amor.
Duoc UC está de fiesta, asiste al cumpleaños de Jesucristo: causa y fin de su creación institucional.
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