La pandemia nos pilló de sorpresa a todos. Nunca pensamos que en algún momento íbamos a tener que pasar de enseñar de forma tradicional a adecuarnos apresuradamente a plataformas digitales. No queda duda que ha sido una experiencia difícil en distintos grados para cada uno de nosotros como docentes, pero también para nuestros alumnos.
En lo personal, producto de mi formación profesional, la tecnología es parte de mi día a día, y el proceso de adaptación no ha sido complicado. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en nuestros alumnos y algunos colegas a los que esto los ha pillado con más sorpresa que a mi.
Las clases remotas han significado un esfuerzo grande, buscando técnicas y métodos que permitan apoyar tanto a mis colegas como a mis alumnos en la adaptación a esta nueva modalidad impuesta por la contingencia, siempre mirando esta situación como una oportunidad para que incorporemos a nuestra rutina diaria, la educación a distancia.
Dentro de esa dinámica de buscar un método para adaptarnos a la educación a distancia, no podemos olvidar que a quienes más impactó esta situación fueron a nuestros alumnos. De una u otra forma, pasamos de estar en el aula en un ambiente neutral a entrar a sus hogares a través de una pantalla de computador o de sus celulares, y al revés, ellos también pasaron a ocupar un espacio en nuestros hogares. Nos vieron de un día para otro sentados en nuestras oficinas de casa, en nuestro living o terraza.
El cambio era en ambas direcciones y había un punto clave que considerar: a nuestras clases ahora le sumábamos el acontecer diario de nuestro hogar (al punto en que mi “hija perruna” Puchipú ya fue protagonista de una clase) y por consiguiente, a todo este cambio repentino le sumábamos la incertidumbre, el miedo y las preocupaciones propias que genera la pandemia en la población.
Sentí que era importante tratar de subir el ánimo, de cambiar el switch de los alumnos al entrar a la clase; es más, el primer día que tuvimos clases en línea desde casa, a las 8:30 de la mañana, aparecí con una toalla enrollada en la cabeza, inmediatamente los alumnos comenzaron a reír y partimos la clase con un ánimo distinto, hasta me convirtieron en ‘meme’, pero la idea se entendió: demostrarles que estábamos en un ambiente distinto, que estábamos en igualdad de situaciones y eso generó mucha más cercanía que se refleja en la alta asistencia que he tenido a las clases virtuales.
En los días siguientes he usado cortinas musicales en las mañanas con “selecciones musicales” que ellos mismos votan, y así, los 10 minutos de espera para unirse a la clase, la predisposición es distinta… ¡Hay otro ánimo! Leer comentarios como “A la única clase que llego temprano es a la de Wilfredo”, o “Así da gusto partir la mañana” son cosas que se transforman en una recompensa para todas esas ocasiones en que me he levantado a las 6 de la mañana a editar la cortina musical para las 8:30, que es la primera clase que realizo.
Con el paso de los días, hemos podido conectarnos mucho más con nuestros alumnos, a pesar de la distancia, ya que tenemos además del rol de docentes, el de contención emocional con casos individuales de nuestros estudiantes. De esta situación rescato que estamos sacando provecho a las herramientas digitales con las que contamos como institución, creo que el AVA nunca se había usado tanto y en lo personal, he llegado a usar funciones que desconocía antes de este periodo.
Por supuesto, que el plano académico sigue siendo el más relevante dentro de este proceso. A mis alumnos les envío de material adicional, las discusiones y reflexiones que hemos tenido con algunos alumnos en cátedras como Estrategias de Marketing Interno, hacen que la experiencia de aprendizaje se vea enriquecida positivamente. Soy un convencido que posterior a la pandemia, nuestros alumnos tendrán una capacidad de crítica y reflexiva aumentada y un punto de vista distinto a los procesos educativos y a la vida profesional.
Pero no todo puede ser perfecto… los escenarios perfectos únicamente se dan en el laboratorio. El haber tenido que asumir la modalidad de educación virtual de un día para otro, nos hizo darnos cuenta como sociedad, que las estadísticas muchas veces no representan la realidad que vive la gran mayoría del país. Estábamos confiados en que el acceso a internet en Chile era muy alto, pero nunca nos preguntamos cuál era la calidad de ese acceso, o los dispositivos a través de los cuales se hacía la conexión.
Nos dejamos llevar por los antecedentes de que la sociedad chilena tenía una alta tasa de alfabetización digital, pero nunca nos preguntamos ¿qué tan profunda es esa alfabetización?... A la fuerza nos dimos cuenta de que muchos de nuestros alumnos a veces ni siquiera contaban con un computador en casa, algo que a veces nos parecía obvio o básico. En cierto modo, nos desconectamos socialmente y es responsabilidad nuestra hacer una bajada de información y abrir siempre espacio a conocer la realidad de nuestros alumnos y de nuestros colegas conversando, dando espacio al diálogo y a la conexión con quienes son parte de nuestro día a día.
Como equipo de Marketing nos reunimos semanalmente. Es importante poder generar espacios de conversación en donde compartamos nuestras experiencias, y hasta hoy, si bien todos coincidimos en que la modalidad está en proceso de adaptación, sentimos que es fundamental que a pesar de ser clases virtuales, que el alumno nos vea en su pantalla forma parte de la contención que el mismo necesita. Los docentes jugamos un rol que va más allá del formador de profesionales, sino que además representamos una imagen en los alumnos, somos parte de su día a día y evitar perder el contacto con ellos, es clave.
En este contexto, las mejoras se irán dando con el tiempo, conforme nos a la modalidad de educación que estamos impartiendo. Hay que saber que esto llegó para quedarse y que debemos asumir que la tecnología será parte del modelo educativo a futuro. Como especie nos dimos cuenta de lo frágiles que somos, y de que debemos estar preparados para futuras situaciones. Lo que incluiría en este proceso es un apoyo de tipo psicológico y de contención para nuestros alumnos y profesores.
La pandemia en 4 meses ha cambiado la forma en que el mundo se mueve, nos ha obligado a parar por un momento, y a replantear el funcionamiento de todo lo conocido. Para ustedes alumnos, sus carreras cambiarán, y serán los profesionales que vivieron dichos cambios, algo que muy pocas personas pueden vivir en sus profesiones.
Cambiará la forma de hacer negocios, de administrar el capital humano de las empresas. El turismo se vivirá de formas distintas, tal vez surjan nuevas formas de comunicar, pero sin lugar a dudas las temáticas del cine y la televisión nos recordarán por décadas lo que vivimos, y servirán como un documento que le enseñará a las futuras generaciones como el mundo tuvo que replantearse. La forma de construir no será la misma, y los profesionales de la salud tendrán un nuevo rol preponderante en el mundo.
Hoy es difícil conllevar este proceso, ha implicado una carga emocional importante tanto para los alumnos como los docentes y administrativos, pero seremos los encargados de volver a levantar el mundo post Coronavirus, por lo que los invito a seguir adelante, a no perder las fuerzas y cuando sientan que quieren tirar la toalla… ¡cuenten conmigo para hablar!
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