“Profe, espéreme un poquito, por favor, es que el computador lo tiene que ocupar mi hermana chica, porque tiene clases del colegio”. “Profe, ¿puedo interrumpir? Quisiera pedir a usted y a mis compañeros que recen por mi abuelita, que está mal y ahora la vamos a hospitalizar”. “Profe, no me pude conectar a su clase, es que estoy cuidando a mis sobrinos, porque mi hermana está con COVID-19”. “Profe, disculpe, ¿le molesta si doy el examen oral con mi hija en brazos? Es que está mañosita” …
Estas y muchísimas frases más han leído y escuchado nuestros profesores durante este año académico tan distinto a todos los que nos ha tocado enfrentar.
¿Factores en común?: Momentos difíciles; encierro algo caótico tratando de conjugar estudios, familia y trabajo, todo en un mismo lugar, todo mezclado, todo interrumpiendo todo; miedo por la salud de familiares; tristeza muchas veces; incertidumbre total; ansiedad… Y nuestros profesores al otro lado de la pantalla, siendo parte de todo, queriendo ayudar mucho y pudiendo cambiar tan poco.
¡Qué grandes son nuestros docentes! Que no solo se han dedicado a hacer clases en estos momentos, sino que muchas veces han sido el consejo que el alumno necesita, la palabra de aliento, el golpecito virtual en la espalda diciendo “¡tú puedes hacerlo! ¡tú eres capaz de lograrlo!”. Y no solo eso: también tienen familia, quehaceres en el hogar, seres queridos enfermos, malos momentos económicos… ¡vida!
Tengo la convicción de que se ha hecho todo lo mejor posible desde lo más general a lo particular. Cada uno de nosotros ha puesto su corazón y todo su esfuerzo por que las cosas funcionen bien… Y han funcionado bien. Estoy segura de que absolutamente todos los que formamos parte de la institución hemos aportado en ello. Por ahora, a nuestros profesores les ha tocado ser “el rostro visible” de Duoc UC frente a los estudiantes y, sin duda, han sido los mejores representantes que pudiésemos haber siquiera imaginado. Le han dado humanidad a la virtualidad, calidez a la pantalla, musicalidad a su voz con la intención de que quien está del otro lado entienda bien el mensaje. Han buscado formas de llamar la atención, de entretener, de acompañar, de hacer participar a su público y vivir juntos una agradable experiencia de aprendizaje cada vez que se conectan a una clase.
Es que el profesor tiene muy clara una cosa: Más allá del aprendizaje en relación a los contenidos teóricos y prácticos, el alumno ha aprendido tanto más incluso que otros semestres habituales. Ha aprendido a valorar lo más importante, a auto cuidarse para cuidar a otros, a ser responsable y gestionar su propio aprendizaje, a ser más empático que antes con la realidad de su entorno, a tomar la solidaridad como un valor fundamental para nuestra sociedad, a ver que cada acto trae sus consecuencias positivas o negativas. Ha aprendido que nada está asegurado, que mucho depende de nosotros, pero hay cosas que simplemente llegan… y se requiere estar con los pies bien puestos en la tierra para enfrentarlas.
Desde el Programa de Lenguaje y Comunicación en la sede Maipú, nos hemos preocupado de acompañar a nuestros estudiantes en este camino lleno de desafíos, pues sabemos por la gran cantidad de dificultades que están pasando. De un momento a otro tuvimos que dar un gran salto desde nuestras clases presenciales, conversadas y abrazadas, a interactuar a través de la plataforma, cumpliendo los mismos objetivos desde el área de la comunicación. Junto con ello, a nivel central del programa, buscamos formas para enseñar a los alumnos a utilizar el Ambiente Virtual de Aprendizaje, pues nuestras clases son para los alumnos que cursan su primer semestre de estudios y muchas veces no están preparados para navegar con seguridad en él. En cuanto a las evaluaciones, nos ocupamos de que estas fuesen 100% virtuales y midieran realmente las competencias abordadas en nuestras asignaturas. Así, habilitamos salas diferentes para evaluar por grupos la oralidad e interacción entre los estudiantes, programamos el AVA para las evaluaciones de selección única y activamos la herramienta SafeAssign para verificar la originalidad de los textos escritos por los alumnos, con el fin de tener la certeza de dónde requerían mayor apoyo. Asimismo, siempre pensamos en el “plan B” para aquellos estudiantes que presentaban alguna dificultad de conexión sincrónica y pudiesen ser evaluados de igual manera, sin olvidar aquellos casos que presentaban necesidades educativas especiales.
En definitiva, me enorgullece decir que estuvimos a la altura pese a las circunstancias, los 3.600 alumnos (aprox.) que tenían nuestras asignaturas inscritas en la sede Maipú tuvieron todas las opciones a su disposición, junto con la excelente voluntad de nuestros profesores para apoyarlos en este camino. A nivel institucional, fueron alrededor de 32.000 los estudiantes que se enfrentaron a nuestras asignaturas en esta modalidad, todos juntos, los mismos contenidos, los mismos objetivos pedagógicos, las mismas evaluaciones y la misma flexibilidad también, analizando cada caso que presentaba algún inconveniente… Por supuesto, quienes siempre nos alertaron de estos casos fueron nuestros queridos docentes.
Finalmente, hemos tenido todo un semestre para hablar y escribir acerca de lo académico, lo que, por supuesto, es fundamental; sin embargo, esta vez, quise dedicarle unas palabras al compromiso, la contención y la entrega, porque entre nuestros docentes y estudiantes se están forjando lazos importantes. Quizás ahora estamos a través de una pantalla, pero, créanme, quiero ver ese abrazo que habrá entre profesores y alumnos al regreso. Ese “premio al esfuerzo” para ellos, ese, pucha qué tengo ganas de presenciarlo. Estoy segura de que, con la ayuda de Dios, muy pronto llegará ese momento.
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