Diversas experiencias he vivenciado en mi rol docente el que inicié hace 13 años, aproximadamente, al descubrir que desde mi profesión en salud, podía transmitir la importancia de identificar o sentir el llamado vocacional para el servicio al prójimo y la oportunidad de generar cambios importantes en la atención en salud, en la formación de quienes el día de mañana cumplirían un rol en distintos equipos de trabajo, siempre con el principal fin que es humanizar el cuidado del enfermo, sobre todo en nuestro sector público. Destaco también el aprendizaje que tengo cada vez que interactúo con mis estudiantes, la energía de su juventud y la gratitud que siento al poder colaborar en el descubrimiento en el aspecto profesional y muchas veces personal en el que ellos se encuentran. Ambas cosas son sin duda las que me motivan a seguir en esta área de desempeño.
Hoy vivimos una nueva e inédita experiencia. Como personas tuvimos que enfrentar súbita y lamentablemente algo impensado, una pandemia que tocó lo más profundo de cada ser humano, desde la vulnerabilidad de la propia seguridad y la de nuestro entorno afectivo y social. Imposible sentirnos indiferentes frente al sufrimiento de quienes han perdido seres queridos como resultado de esto desde una mirada global, pero también desde la mirada más íntima, saber que cada uno tiene a la vez sus dificultades y quizás su propio sufrimiento…
Y eso es que lo que enfrentamos en marzo de este año, pero ahora desde el contexto de tener que cumplir nuestro rol de guía, orientando un aprendizaje en jóvenes que también estaban enfrentando psicológica y emocionalmente todo esto, en su rol de adolescentes en su gran mayoría, y que además sentían un gran desconcierto al tener que vivir y experimentar algo que para ellos claramente fue más que inesperado, y que les generó otras emociones como el temor o el miedo al fracaso en lo que estaban emprendiendo de acuerdo a su elección, en algo tan trascendente que marcaría el resto de sus vidas, como lo es alcanzar su profesión.
Desde el rol de docente, y además de todo lo anterior, ¿cómo enfrentaba lo que me motivaba en este escenario que se tornó adverso desde lo operativo? Al tener que adquirir una metodología muy distinta, en un semestre que no nos dio la oportunidad de conocer presencialmente a quienes tuvimos después tras una pantalla, también tuvimos que adquirir quizás otras competencias, como el manejo de la tecnología, nuestra plataforma, que hoy ya veo muy amigable, pero por sobre todo, la capacidad de reinventarnos desde lo académico y quizás lo más importante, aprender a intervenir para contener a nuestros estudiantes a través de una pantalla, la mayoría de la veces enfrentando solo un chat… Que terrible momento… ¡Pero nada es imposible y querer es poder! “Si todo es distinto, entonces como docente yo también tengo que serlo “. Probé distintas estrategias para conocerlos y acercarme a mis estudiantes, prioricé en cada sesión el escucharlos, o leerlos… Sobre el hecho de ellos me escucharan a mí, y la verdad es que me enfoqué en el objetivo final de mi asignatura y en base a eso preparé nuevas clases y sobre todo nuevo material de apoyo… Mucho material de apoyo, porque eso es lo que necesitaba para que ellos lograran el éxito… Eso era lo importante.
En el transcurso de esto, cuando ya los estaba conociendo, descubrí gratamente que identificaba con un nombre a la “persona” que había en cada uno, y esa persona para mí no tenía un registro visual. Si me cruzaba con ellos no sabría quiénes eran… Esto generó nuevas emociones y entonces busqué nueva estrategia para enfrentarlo. Luego, al reflexionar sobre las evaluaciones, aparecieron las aprehensiones respecto de mi responsabilidad en poder evidenciar si realmente aprendieron o no… Entonces frente a eso, nuevamente reinventar y crear instrumentos que me permitieran medir eso un poco más objetivamente, así, la rutina de la clase remota se transformó en una gran experiencia que me permitió crecer un poco más y conocer de manera distinta a quienes son la motivación de mi labor.
Destaco y agradezco, además, la gran oportunidad de haber podido interactuar con todo el equipo de mi Escuela, grandes personas, con quienes compartimos distintas emociones, nos apoyamos y ayudamos cada día desde la esencia de quienes solo queríamos lograr con éxito el desafío que Dios nos puso este 2020.
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