Ya hace un año que la crisis social y la pandemia nos obligaron a acelerar el cambio de paradigma en la forma de enseñar, hasta entonces realizar pruebas online, subir videos con el material de la clase o utilizar softwares que simulan algún trabajo, no eran prácticas muy recomendadas para nuestro modelo educativo. Desde que la crisis social mostró su lado más amargo y se tradujo en la imposibilidad de ir a nuestro lugar de trabajo por miedo a las tomas de estudiantes o encontrarnos con una barricada en el camino, comenzamos a habituarnos en el uso de plataformas virtuales, que hasta entonces se usaban, pero sin obtener los dividendos que podían ofrecer. Plataformas como Zoom, Microsoft Teams o el bien valorado BlackBoard Collaborate lograron de algún modo reemplazar nuestra habitual sala de clases; sin embargo, mis colegas y yo, no dejábamos de preguntarnos ¿Habrán aprendido realmente mis estudiantes?
Corrían los primeros días de marzo y me preparaba para un comienzo ordinario a clases, planificaba las actividades que realizaría con mis estudiantes, entre mis favoritas puedo nombrar los entretenidos juegos de roles, dinámicas de grupo, o los clásicos debates que siempre me han dejado una impresión optimista al ver a los muchachos discutir lo que han aprendido. Lamentablemente nada de esto sucedió, de un momento a otro me vi hablándole a una pantalla, casi siempre con perfiles oscuros, sin identidad, y fugaces cuando así su internet lo deseaba. Esta insólita realidad llegó para quedarse, así lo comentaban los distintos expertos que eran entrevistados diariamente en las noticias. Un virus sin precedentes interrumpió nuestro normal funcionamiento y me obligaba a adaptarme rápidamente a la situación.
A modo personal debo contar que ya poseía algunos conocimientos y experiencias en plataformas digitales destinadas a educar, tiempo atrás venía utilizando distintas herramientas como por ejemplo Quizizz o Mentimeter, las que me permitía inicios y cierres de clases más participativos, o los prácticos Formularios de Google que disfrutaba por sus estadísticas y la rapidez en la entrega de los resultados, y algunas otras aplicaciones que comentaré más adelante. Este bagaje de tipo primerizo me ayudó de alguna manera a enfrentar el inmenso desafío que se abría frente a mí y toda la comunidad educativa a la cual pertenezco, y que aprovecho de agradecer por todo el apoyo que me han brindado.
En el entorno virtual en el que se fueron desarrollando las clases me pude dar cuenta de la inmensa brecha tecnológica que existía en mis estudiantes, muchos de ellos carecían de computadores o artefactos similares que les permitiera participar, o de las habilidades digitales que de un momento a otro se volvieron indispensables para el progreso de su aprendizaje, y sobre todo a la estabilidad emocional que les permitiera adaptarse de buena manera todos los cambios que ocurrían velozmente a su alrededor. La frustración, la desmotivación y por qué no decirlo, la inconformidad al contexto que forzosamente se debían adaptar comenzó a boicotear paulatinamente todo el esfuerzo que hacía con el único fin de que aprendieran como si estuviesen aun en la sala de clases.
Frente a todo lo expuesto puedo decir que la Dirección respondió rápidamente, y me entregó los lineamientos pertinentes que me ayudaron a actuar y focalizar todos mis esfuerzos. Así y con el apoyo de mis colegas y la confianza de mis estudiantes comencé a sumergirme más profundamente en la digitalización de la enseñanza, busque ejemplos en otros países y ocupe bastantes horas en Webinars, charlas, cursos, seminarios, entro muchos otros. Los que me orientaron en varios modos de innovar y sorprender clase a clase a la audiencia con entretenidas exposiciones y actividades. Todo esto con un único objetivo, el que mis estudiantes no claudicaran y que sobre todas las cosas siguieran siendo los protagonistas de su aprendizaje.
Como resultado de las constantes pruebas y errores que he experimentado durante estos meses les puedo mencionar que uno de los métodos que mejores resultados me ha dado es el de la clase invertida, la que he llevado a practica con ayuda de Foros, Reflexiones y material audiovisualque meticulosamente he buscado y revisado antes entregar. Como dato para los lectores de esta columna que tienen mayor afinidad al área automotriz (a la que pertenezco), les recomiendo la fresca Cesviteca de Cesvimap donde encontrarán material de muy buena calidad referente a la reparación y sistemas de seguridad de vehículos automotrices. Otras herramientas digitales que no puedo dejar de nombrar y que han marcado la diferencia en el desarrollo de mis clases son por ejemplo la novedosa pizarra virtual Jamboard de Google y los crucigramas o sopas de letras fundadas en @educima.
Hoy en día, tras meses de estar inmerso en la digitalización de la enseñanza me considero un docente más curtido en la educación digital. Habiendo sido testigo de los enormes esfuerzos efectuados por todo mi equipo y sobre todo por mis estudiantes puedo dar fe que en lo que a la dimensión del saber respecta se han cumplido en gran medida las todas expectativas. Al mismo tiempo, sigo consciente y atento al enorme mar de retos que nos quedan por delante. El poder decir de manera íntegra, lo mucho que aprendieron mis estudiantes.
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