Nos encontramos cercanos al cierre del año escolar 2020, situados en una crisis sanitaria de envergadura mundial, con un enorme impacto en el sistema escolar, en todos sus ámbitos.
Dado estos hechos y al poco andar del inicio, debimos transformar rápidamente nuestra propuesta educativa. Surgieron entonces cientos de preguntas, dudas, cuestionamientos y la incertidumbre se asentó como un muelle derruido en nuestro liceo.
¿Cómo debíamos seguir? ¿Qué haríamos? preguntas genuinas, que surgían de un contexto completamente desconocido para todos.
Brotaron, en nosotros, variadas propuestas que apuntaban a resolver como comunidad este complejo trance: enseñar a nuestros estudiantes de manera virtual. Entonces iniciamos un camino de enseñanza sin retorno. Aprendimos a conectar y relacionar las partes con un todo; a comprender la unidad del equipo como un hecho trascendente para alcanzar los objetivos propuestos; a reconocer la importancia del vínculo para poder generar confianza en nosotros, respeto por los acuerdos, reconocimiento de los logros y errores; aprendimos que la buena comunicación, constructiva y fluida, nos facilitaba la labor y nos mantenía cercanos y a que la disciplina laboral nos permitía alcanzar resultados en el tiempo programado.
La flexibilidad en los acuerdos evidenció cuán rápido podíamos moldear las ideas que iban surgiendo en este contexto inestable, y mantuvimos viva la llama, tratando de alcanzar el máximo de estudiantes posibles en clases sincrónicas planificadas, con un currículo priorizado, imprescindible, significativo e integrador, y a la vez atentos a las necesidades socioemocionales o de cualquier índole de nuestros alumnos.
Tal como ocurre con las plantas, aprendimos a desarrollar una inteligencia distribuida, típica de los enjambres, cuando los individuos que lo integran están juntos, entonces se manifiestan comportamientos emergentes cuyos resultados son extraordinarios, ya que las acciones se sincronizan y dependen de las interacciones de cada uno de los individuos, desarrollando capacidades sorprendentes.
Hemos enfrentado esta gran crisis con generosidad, convicción y compromiso. Tomamos de la mano a cada estudiante y así, juntos, emprendimos un viaje difícil e incierto, que nos ha llevado a transformar las formas que teníamos de hacer las cosas y descubrir nuestras fortalezas internas y cualidades humanas poderosas que nos han permitido reflexionar respecto a nuestras propias vidas y a cómo queremos vivir y en consecuencia, cómo queremos seguir enseñando.
Desde el espíritu sentimos que cada uno ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para realizar cada día una clase, dar una palabra de ánimo, saludar cariñosamente a los estudiantes y preguntarles, chicos: ¿desayunaron? ¿Cómo están en casa?
Escuchar a los docentes realizar sus clases con dedicación, desplegando sus talentos en el aula virtual, respondiendo a diversas exigencias, manteniendo el vínculo con los estudiantes, y enfocados en la gran tarea de formas personas, ha hecho crecer a nuestro Liceo fortaleciendo los cimientos que sostienen nuestra propuesta pedagógica y formativa.
Sabemos que la educación remota llegó y se quedará en este espacio educativo, por lo que la relación pedagógica se situará e interactuará en estos espacios, haciéndola posible y cada vez más cercana. Ya hemos tenido el primer acercamiento y la primera experiencia a través del trabajo virtual en las modalidades sincrónicas y asincrónicas, por lo que ya hemos dado el primer gran paso. Esta experiencia nos ha llevado a reflexionar respecto hacia dónde debemos encaminarnos, claramente no podemos seguir haciendo lo mismo.
El poder del aprendizaje no está en transmitir unidireccionalmente contenido fragmentado, comprimido y abstracto, ya que esto limita a que los estudiantes desarrollen pensamiento crítico y/o creativo e innovador.
A través de esta experiencia, docentes y estudiantes han experimentado un trabajo virtual de relación y confianza basada en potenciar habilidades claves para este tipo de aprendizaje, tales como la autonomía, la comunicación efectiva, la retroalimentación y la creatividad.
Es relevante y esencial ver que el estudiante de hoy maneja información, contrasta, reconstruye, idea nuevas cosas, propone y está permanentemente conectado en redes, en cualquier momento y lugar, por lo que pareciera desfasado seguir insistiendo en una educación basada únicamente en trabajar un currículum con un solo protagonista, el docente.
El llamado a las comunidades educativas es a desafiar a los estudiantes a aprender en situaciones delicadas y difíciles, adversas, a curiosear, indagar, a compartir en otros escenarios educativos que promuevan la formulación de grandes preguntas, cuestionar creencias, elaborar hipótesis, atreverse a aprender cooperando en la búsqueda de soluciones a problemas simples y complejos, a través de proyectos.
Debemos aprender a trabajar nuestro currículum, basados en estas premisas. Para ello la reflexión conjunta nos proporcionará certezas en la incertidumbre, nuevas estrategias metodológicas, y el diseño de un camino conjunto que nos lleve a proponer a nuestros jóvenes una enseñanza a través de experiencias prácticas en contextos reales, en los que cada estudiante se implique, se relacione, se sienta partícipe y disfrute aprender.
Por lo que continuaremos con la propuesta de trabajo de las metodologías Activo-Colaborativas, centrando el aprendizaje en el estudiante, distribuyendo tareas y experimentando casos de la vida real, indagando en las condiciones reales de los contextos de vida, cada vez más complejos e inciertos.
Es así como comienzan a gestarse nuevas formas de relacionarnos y de comunicarnos entre nosotros y con los estudiantes. Esto nos permitirá seguir inmersos en una educación continua de calidad, más innovadora, comprometidos y convencidos de que el camino que tomemos en este contexto es la mejor elección.
0