En medio de la emergencia sanitaria, el Papa Francisco ha declarado un año dedicado a San José, patrono de la Iglesia y de nuestra Institución y a quien invocamos como Custodio.
La historia nos cuenta que, en las epidemias padecidas antes en Europa, frecuentemente se recurría a San José con la certeza de que su intercesión podría librarles de la enfermedad y darles la fortaleza ante tal situación. San José es un poderoso intercesor, nos acerca a Dios y le pide al Señor que tenga misericordia de los enfermos y los que sufren. Él nos enseña, sobre todo, a confiar en Dios en todas las circunstancias y a poner nuestras vidas en sus manos. Y es que, de la mano de San José, nos acercamos a Jesús y aprendemos a vivir cristianamente el momento presente.
¿Qué hemos aprendido en 2020? Siguiendo el ejemplo de San José hemos renovado en el servicio pastoral, entre otros, estos aspectos:
1.El poder de la oración de intercesión y de la vida eucarística.
2.El poder de la caridad cristiana.
3.La necesidad del acompañamiento espiritual.
Como comunidad hemos renovado la fe en el poder que tiene la oración de intercesión. Hemos recordado que “el que ama a sus hermanos, ése es el que ora por ellos” (del Oficio Divino). Y así, se han incrementado los encuentros de oración en cada una de las sedes en la que los estudiantes y los colaboradores se han reunido para rezar por los miembros de la comunidad que se han visto afectados por la pandemia en el ámbito de la salud, del trabajo, de la soledad, etc. Ha sido familiar unirse a la celebración de la Misa en cada sede, al rezo del rosario, a la lectio divina comunitaria, etc., para interceder ante Dios por todos aquellos que más lo necesitan. Especialmente hemos acudido a la Eucaristía cada 19 en honor a San José para encomendarle a nuestras familias, alumnos y colaboradores.
Hemos rezado de manera especial cuando un familiar o un miembro de nuestra comunidad ha fallecido. Nos ha entristecido separarnos de ellos y nos duele su ausencia y, en medio de todo ello, hemos renovado la certeza de que existe la vida eterna y deseamos para ellos que vivan para siempre con Dios. En su bondad infinita, Dios toma nuestra oración y les abre las puertas del cielo.
Y junto a la oración, como Comunidad, hemos renovado y ofrecido el servicio de la caridad cristiana ayudando a los más necesitados dentro y fuera de nuestra comunidad. Cuántas campañas se han desarrollado para obtener alimentos. Con qué creatividad se han desarrollado voluntariados virtuales para acompañar a quienes necesitan compañía. Nuestros estudiantes, docentes y colaboradores han puesto al servicio de los demás sus talentos enseñando al que no sabe, dando de comer al hambriento, consolando al triste, orando por los vivos y los difuntos. Siguiendo las medidas sanitarias, han sabido acercarse a quien lo necesita y atender comedores, mejorar espacios habitacionales y sagrados, etc. Todo ello fruto de un profundo amor al prójimo, amor que surge del encuentro con Cristo que dio la vida por nosotros.
Y qué importante ha sido para la comunidad la disponibilidad de nuestras Asesoras, de nuestros Capellanes y de los Coordinadores de Pastoral para prestar el servicio de la escucha y del acompañamiento espiritual. Les agradecemos a ellos la dedicación de estos espacios de escucha en los que caminan con nosotros como un hermano, como una hermana y nos ayudan a descubrir la presencia de Dios en nuestra historia y en nuestro presente. Les agradecemos que oren por cada uno de nosotros y la preocupación genuina por cada miembro de la comunidad.
En medio de las condiciones de teletrabajo, el equipo de Pastoral de cada sede ha buscado acompañar virtualmente a la comunidad. Con rapidez han sabido hacer uso de la tecnología para estar presentes y ofrecer la posibilidad a la comunidad de participar de la Eucaristía, de los encuentros formativos, de la catequesis, de los voluntariados, etc. El esfuerzo por hacer presente el mensaje de salvación de Cristo en las Redes Sociales y en la vida virtual de cada sede ha sido una constante. Destacamos la creatividad con que han desarrollado virtualmente las Misiones de Invierno pudiendo entregar el mensaje de Cristo de manera atractiva y cercana a más de 100.000 personas.
Muchos han sido los desafíos que nos ha planteado el año 2020. Con decisión, el equipo de Pastoral se puso en marcha para abordarlos desde nuestra identidad y según lo que estamos llamados a ser. Así, desde abril, nos pusimos en marcha para desarrollar un plan estratégico pastoral considerando el método de discernimiento apostólico: ver, juzgar y actuar a la luz de Dios. De este proceso ha resultado la renovación del modelo pastoral con un fuerte fundamento cristológico y mistagógico, es decir, centrado en la persona de Jesucristo como el ejemplo a quien seguir y concibiendo a la persona en el centro de todos los procesos introduciéndose así en los misterios de salvación y de plenitud. El desarrollo de la planificación estratégica se ha caracterizado por la participación y compromiso de cada uno de los miembros del equipo de Pastoral así como de muchos estudiantes y colaboradores.
Concluimos estas reflexiones encomendando a la Comunidad Duoc UC e invitándoles a rezar la oración que el Papa Francisco nos recomienda en la Carta Apostólica Patris Corde con motivo del 150º aniversario de la declaración de San José como patrono de la Iglesia Universal:
«Glorioso patriarca San José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, venid en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Tomad bajo vuestra protección las situaciones tan serias y difíciles que os encomiendo, a fin de que tengan una feliz solución. (…) Y, puesto que Vos podéis todo ante Jesús y María, mostradme que vuestra bondad es tan grande como vuestro poder».
¡San José! ¡Ruega por nosotros!
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