Hay dos cuestiones esenciales a toda institución educativa: cómo y qué aprendemos. Son dos preguntas que nunca tienen una respuesta y contenido definitivo, son evolutivas, caminan con el tiempo y con la identidad particular de las instituciones. La primera tiene que ver con los mecanismos, procesos cognitivos, metodologías e instrumentos que utilizamos en el acto de aprender; la segunda, se focaliza en la determinación de los contenidos, competencias, actitudes y valores que estimamos deben ser aprendidas por razones y causas muy distintas.
En tiempo de crisis y en pandemia lo estamos, estas dos preguntas emergen con fuerza inusitada y generan siempre enorme confusión en toda institución y en las personas. Desde una perspectiva positiva y esperanzadora, son momentos de oportunidad para la creatividad, para la innovación, para aprovechar este instante que rompe con la velocidad estable en la normalidad. Toda gran institución pasa a tener esta actitud: han transitado por un recorrido que ha generado un aprendizaje histórico y experiencial para enfrentar estos cambios paradigmáticos y proponen nuevos modelos ajustados y en armonía con el nuevo presente que está en gestación.
Pocos tienen la duda si estamos o no en un momento disruptivo. Conscientes o no, la inmensa mayoría de las personas intuye que algo se está gestando en el planeta y que la COVID-19 solo vino a catapultar este cambio de época. Obviamente, como institución educativa, deberíamos ser más sensibles a tener esta percepción, finalmente es lo que sociedad espera de nosotros. El estudiante al momento de matricularse firma un acta de fe: cree que la institución sabe lo que tiene que hacer con él y que lo guiará hacia el futuro. Es decir, que esta sabe cómo y qué enseñar para delinear exitosamente el futuro de todo matriculado.
Si examinamos la literatura científica, los medios de comunicación, el avance increíble de la ciencia y la tecnología, a nuestras instituciones pares en el mundo, concluimos que necesitamos saber y estudiar más las macrotendencias y tendencias específicas que están imponiéndose en el planeta. A veces estos procesos de cambio son lentos y nos dan tiempo para acomodarnos; pareciera que hoy no es así: o te insertas y aprendes rápido, o en pocos años los estudiantes tendrán cierta desconfianza al firmar el acta de fe y no los guiaremos adecuadamente.
Pasar de una educación presencial a una remota es siempre difícil, pero posible de lograr con esfuerzo y trabajo colaborativo. Así lo han demostrado durante el 2020 miles de instituciones en el planeta: han podido mantener su operación académica y administrativa. Pero cuando intuimos que el cambio es más subterráneo, de magma terrestre, que tiene que ver con el cómo y el qué enseñamos e intentamos instalar aprendizajes, entonces estamos hablando del inicio de una nueva alfabetización acorde a la época que se está gestando.
Duoc UC ha invertido tiempo y muchas personas participan en la construcción de su nuevo Plan de Desarrollo 2021-2025. Existe plena consciencia que se está en un momento distinto, un tiempo que le exige una nueva respuesta contundente al cómo lograr aprendizajes y qué debe enseñar para mantener su liderazgo, mantener la fe y alcanzar el éxito de sus estudiantes.
Finalmente somos una institución educativa con una clara misión, y esta nos invita a dar respuestas de alto nivel, seriedad y calidad, para que ella siga viviendo en el tiempo, con el tiempo y cambiando el tiempo.
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