Como consecuencia de la pandemia coronavirus ha crecido el interés por cursos cortos (de 1 hora a menos de dos años) a los cuales se les ha denominado “micro credenciales”. Se trata de obtener formación laboral específica sin necesariamente obtener un título que por su especial naturaleza requiere un espacio de tiempo extenso para obtenerlo. Este hecho ha motivado el interés de numerosas instituciones de educación superior en el mundo por tratar de interiorizarse de su concepto, necesidades, costos y beneficios que les traería ofrecer esta emergente opción de capacitación y formación. Asimismo, las instituciones educativas formales comprenden que podría generarse una situación disruptiva si en el futuro los estudiantes optaran por acumular micro credenciales y abandonaran la idea de obtener un título, situación que se agravaría si las empresas solicitaran solo estas certificaciones y no la titulación. Situación hipotética y probablemente no ocurra en su radicalidad, pero amerita su examen y estudio.
Es interesante saber que este tipo de cursos se desarrollan habilidades concretas para todo tipo de profesiones y su ejercicio laboral real. Han crecido fuertemente en todo lo relacionado con la adquisición de competencias digitales y de los cambios provocados por las nuevas tecnologías a todo tipo de rubro económico.
Hasta hoy no existe consenso en la academia sobre una definición modelo de lo que significa y los alcances de la micro credencialidad. Sin embargo, un acercamiento a esta nos indica que es una cualificación alcanzada que demuestra el logro de una habilidad específica obtenida en una actividad ordenada y formativa cuya duración es menor a dos años y de bajo costo el arancel para el estudiante.
Esta opción de certificación ha crecido y sus oferentes son de lo más variado: plataformas en línea, diversidad de instituciones no académicas, asociaciones gremiales, etc. Estas certificaciones no están reconocidas por los ministerios de educación de muchos países, pero si están siendo validadas por un número creciente de empresas en los últimos 5 años. Esto ha creado una situación muy novedosa y de incertidumbre: está desafiando a los ministerios y a las instituciones académicas reconocidas por el Estado, que hasta hoy son las que validan los aprendizajes como especies de ministros de fe de los países y estos títulos son aceptados por las fuentes laborales como legítimos, a que han surgido nuevos oferentes académicos y cuya formación está siendo aceptada por variadas empresas, sobre todo las más sensibles a los cambios tecnológicos.
Dado este escenario posible y no imposible, la OCDE, la Comisión Europea, los EE. UU, países asiáticos están estudiando e incorporando las micro credenciales a las legislaciones con el afán de regular esta oferta y evitar su creciente libertad académica, escasa evaluación y fiscalización.
Entre las alternativas micro credenciales más famosas están los Boocamps (de duración de 6 meses máximo, en formato presencial y a distancia y no se evalúa formalmente al estudiante, como ejemplo Lambda School); los Badges (cursos de máximo 10 horas basados en vídeos, autoestudio y sin evaluación formal como por ejemplo OpenClassroom); certificados no universitarios( programas on line ofrecidos por empresas de reputación mundial, como por ejemplo Google Certificates; certificaciones profesionales (cursos de hasta 1000 horas validados por una asociación representativa de una industria como podría ser si Sonami los dictara en Chile y su solo prestigio garantiza credibilidad a la formación en el área).
La pregunta es ¿por qué crecen estas opciones formativas? Existe consenso que la brecha digital existente en todos los países la ha potenciado, sumado a la lentitud de las instituciones formativas tradicionales para incorporar en su formación y perfiles de egreso la demanda de nuevas competencias digitales que se necesitan rápido por los trabajadores y trabajadoras para poder obtener un empleo. Por esto las empresas, presionadas por las exigencias del mercado, están contratando a personas que no han seguido los caminos tradicionales para lograr un título. En definitiva, a estas les está importando mucho más si el candidato sabe lo que dice saber y no examina si posee algún título reconocido por el Estado.
Pareciera entonces que las micro credenciales es un fenómeno a examinar con más cuidado y atención. Se observa necesario que las instituciones educativas lideren este nuevo formato en un mercado cada vez más competitivo. Hasta ahora las instituciones no educativas que los ofrecen han mostrado debilidades en cómo estructurarlos y cómo evaluar aprendizajes. Las instituciones educativas formales poseen mucha más experiencia para organizar rutas de aprendizaje, y el mercado laboral está solicitando rapidez en la generación de cursos específicos y logro de competencias muy precisas.
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