En este número de “El Observatorio” se nos invita a rememorar y recordar algunos hitos del 2021 que han resultado particularmente significativos para nosotros como Duoc UC. Desde el área de nuestra identidad y misión, me parece que el gran desafío es intentar ver el paso de Dios durante todo este año, incluso en momentos en que no resulta fácil[1].
En ese sentido, lo que querría señalar en estas líneas, es una especie de “giro copernicano”, con respecto a la forma de ver y leer nuestra historia. Esto resulta, toda vez que nos damos cuenta que, más que centrarnos en los hitos que nosotros hemos logrado, lo que resulta más importante aún, es percibir qué es lo que Dios va logrando en nosotros. Si creemos -y así lo profesamos- que la historia es historia de salvación, estamos llamados no solo a atender a aquello que nosotros hacemos, sino también a percibir, lo que Dios está haciendo, a través de nosotros y -muchas veces- a pesar de nosotros.
En esta misma línea, me gustaría destacar uno de los hitos que, según mi opinión, ha resultado (¡el tiempo dirá!) más importante para nosotros como Institución, de cara a nuestra misión y labor educativa, a saber: el año de San José, Patrono de Duoc UC y educador por excelencia. El hecho de que el año de nuestro Patrono, haya sido un año en el que la pandemia nos rompió tantos esquemas, no puede ser casualidad. Sabemos que San José tenía planes y proyectos, y que frente a la tarea que se le encomendaba de cara a la educación de Jesús, tuvo que reorientar su vida y sus prioridades.
Tomado así, creo que resulta imposible no contemplar a San José como un patrono que no solo nos ha ayudado a la hora de tener que renovarnos, sino que nos ha desafiado él mismo a hacerlo. En el número 5 de la Carta Apostólica, Patris Corde, el Papa Francisco habla de la “valentía creativa” en un texto que bien podría pensarse que lo escribió para nosotros: esta valentía, dice el Santo Padre “surge especialmente cuando encontramos dificultades. De hecho, cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener” (Patris Corde, n.5).
A casi dos años de iniciada la pandemia y habiendo concluido recientemente el año Josefino, podríamos preguntarnos: ¿Avanzamos en esta “valentía creativa”? ¡Claro que sí! Y lo hicimos en formas insospechadas que desafían cualquier pronóstico y proyecto educativo.
¿Falta mucho por hacer? ¡Por supuesto! La “valentía creativa” por definición está siempre en marcha y siempre nos desafía a reinventarnos, animados por la fe, la esperanza y la caridad. Ojalá que, con el correr de los años podamos ver que, el hecho de que en el 2021, se haya cruzado la pandemia con San José, no fue una casualidad. Ojalá podamos ver en ello, el paso de Dios, que actúa misteriosa y poderosamente en la historia personal y en la historia de nuestra Institución.
[1] Columna publicada en el Boletín N° 52 del Observatorio.
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