La mujer ha tenido que recorrer un largo camino para lograr posicionarse en la sociedad en un rol diferente al que había mostrado en la historia, que se originaba en una arraigada cultura y educación masculinizada, en la que el trabajo de ella se circunscribía a labores domésticas y de crianza, y no existían muchas posibilidades para desarrollarse y estudiar de forma de poder tomar posiciones que solo estaban reservadas para los hombres. Eran ellos los que podían ejercer los liderazgos y diversas tareas laborales públicas y privadas. El momento de quiebre a esta tendencia se produjo durante la Primera Guerra Mundial, instante en que la mujer tuvo que realizar y desempeñar tareas que usualmente realizaban los hombres, pero que al estar estos ocupados en el conflicto bélico, las mujeres empezaron a ser claves para que la sociedad no colapsara y continuara desarrollándose[1].
Hace ya varios años que mujeres líderes lograron hacer visibles sus capacidades gracias a su voluntad y esfuerzo. Se preocuparon de formarse, de estudiar y adquirir el conocimiento necesario para desempeñar diferentes roles en la sociedad, demostrando que sus capacidades y competencias les permitían alcanzar mejores o iguales posiciones a las que podía optar un hombre. Esto pasó a ser una constante y un ejemplo para muchas mujeres que establecieron límites y transparentaron sus anhelos. Cada día es más común ver cómo hombres han ido tomando labores domésticas y más mujeres han tomado cargos de mayor responsabilidad en la sociedad. Sin embargo, aún queda un camino por recorrer y requerimos políticas públicas que impulsen y promuevan la flexibilidad laboral para facilitar el trabajo de las mujeres.
Podemos ver que esta lógica de poder, de fanatismo histórico machista ha disminuido, y que se han ido abandonando aquellas convicciones que dañaban o no permitían el desarrollo y crecimiento integral de las mujeres.
La mujer cuenta hoy con más oportunidades y con la motivación de querer hacerse cargo no tan solo de la familia, sino que también de una posición laboral cualquiera que ella sea. Este cambio ha significado que haya un grupo de mujeres que ya ha alcanzado posiciones intelectuales y profesionales, y debiéramos esperar que de manera natural este grupo se vaya incrementando en el futuro y acceda a cualquier posición de influencia, de poder, de conocimiento y de altura intelectual indistintamente sea hombre o mujer.
Para una institución como la nuestra, con impronta católica, por tanto, muy respetuosa de la dignidad de la persona y de su desarrollo integral, desde su fundación ha mostrado signos de preocupación y de políticas que han avanzado hacia una equidad de género. Las mujeres siempre han estado presentes ocupando distintos roles y tareas y no se puede entender el crecimiento y éxito de Duoc UC sin considerar el aporte de muchas colaboradoras en sus primeros 53 años de historia. Y observamos que en los últimos cinco años la institución ha avanzado con decisión en mejorar las posibilidades laborales y que existe una política y práctica de equidad de género que así lo demuestra.
¿Qué queremos como Duoc UC? Deseamos igualdad de oportunidades y respeto a los méritos personales; armonizar la vida personal y familiar con el trabajo; evitar conductas arbitrarias que impidan la objetividad para evaluar, proteger las diferencias y fomentar el trato respetuoso entre hombres y mujeres. En síntesis, ser inclusivos, porque Jesucristo nos enseñó y nos invitó a ser respetuosos de la dignidad personal y de aprender a vivir como una comunidad enriquecida con la diversidad y con una mirada trascendente de la vida humana.
Cuando hablamos de avanzar no es para una mera competencia sin sentido con el hombre. Lo que se pide es igualdad de oportunidades, que no se cierre ningún espacio laboral en los cuales podamos aportar desde nuestra mirada y competencias, que no existan acosos de todo tipo, que nos permitan construir nuestra vida ejerciendo una libertad con sentido valórico y apuntando hacia el bien común, ya que deseamos participar en el mundo aportando todos nuestros talentos, los visibles como los invisibles.
Estamos viviendo momentos de tremendas crisis, guerras, violencia, drogas, etc. y las mujeres nos hemos preparado para dar el gran salto en el liderazgo y en la práctica profesional y técnica de nuestras capacidades. Llegó el tiempo del consenso, de una mirada más equilibrada, de trabajar unidos hombres y mujeres en forma colaborativa, respetuosa, aceptando las diferencias y así poder complementar nuestros liderazgos y acciones laborales.
Este es el gran desafío, llegar a acuerdos y poder responder a las exigencias y complejidades a las que nos enfrentamos, porque todos tenemos la responsabilidad de dejar un mundo mejor.
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