Vivimos en una época donde las certezas se desdibujan y los desafíos parecen multiplicarse a un ritmo vertiginoso. Frente a este panorama, surge una pregunta crucial: ¿cómo aseguramos que las nuevas generaciones estén preparadas no solo para sobrevivir en el mercado laboral, sino también para transformarlo? La respuesta se encuentra en tres palabras que hoy son más urgentes que nunca: educación, empleabilidad y emprendimiento[1].
Educación que forma y transforma
La educación ya no puede limitarse a transmitir conocimientos técnicos. Hoy exige desarrollar habilidades transversales que permitan a los jóvenes adaptarse a entornos inciertos, innovar frente a los problemas y crear soluciones sostenibles. La formación técnico-profesional, en particular, debe ir más allá de la capacitación para una carrera técnico o profesional: debe abrir puertas a la creatividad, al liderazgo y a la capacidad de emprender.
Iniciativas como la Ruta IE del Instituto Profesional Duoc UC demuestran que la innovación no es un lujo reservado a unos pocos, sino una herramienta indispensable para todos. Allí, los estudiantes aprenden a colaborar, a cuestionar, a proponer; en definitiva, a construir futuro.
Este enfoque se traduce también en la articulación con torneos y programas de innovación que convocan a miles de jóvenes a nivel nacional. Los datos hablan por sí solos: en 2022, el torneo “Emprende Plateado” recibió 209 postulaciones que involucraron a 686 participantes. Un año después, en 2023, “Innova Sostenible” marcó un hito con 851 postulaciones y 2.665 estudiantes participando activamente. En 2024, el crecimiento fue aún más evidente: 1.149 postulaciones y 3.283 participantes en “Innova Sostenible”, a lo que se sumaron 1.388 postulaciones y 4.421 estudiantes en el nuevo desafío “All In Chile”. Y las cifras de 2025 confirman la tendencia: 1.289 postulaciones y 3.918 estudiantes movilizados en “Innova Sostenible”.
Este crecimiento sostenido en la participación refleja un interés creciente de los estudiantes en innovación y emprendimiento, demostrando que la educación, cuando se conecta con los desafíos del mundo real, se convierte en un motor imparable de transformación.
La fuerza del emprendimiento
Las pymes, startups y micro emprendedores representan más del 50% del PIB mundial y concentran el 70% del empleo. Son la savia que alimenta el progreso económico y social, pero también quienes enfrentan los mayores obstáculos: financiamiento limitado, escasa capacitación, acceso restringido a redes de apoyo.
Es aquí donde iniciativas como “Innova Sostenible”, con apoyo de Santander X, marcan la diferencia: acompañando y apoyando a emprendedores y empresas en cada etapa de su ciclo de vida, con formación, comunidad y oportunidades para dar el salto al siguiente nivel.
Los proyectos que han avanzado en estas competencias destacan por su solidez técnica, creatividad y pertinencia frente a los desafíos actuales. No es casual que muchos de ellos incorporen criterios de sostenibilidad ambiental, social y económica. Ese giro hacia lo sostenible refleja que los jóvenes no buscan solo emprender: buscan hacerlo con propósito, contribuyendo a una sociedad más justa y un planeta más equilibrado.
La experiencia compartida: aprender juntos
Al colaborar con programas de innovación y emprendimiento, las instituciones y empresas no solo entregan recursos o mentorías: reciben, a cambio, la energía y visión fresca de los estudiantes.
El caso de los torneos lo demuestra con claridad. Los más de 14.000 estudiantes participantes entre 2022 y 2025 representan un caudal de ideas que nacen de las problemáticas y oportunidades propias de cada disciplina. Algunos proyectos se enfocan en soluciones tecnológicas para la digitalización de servicios comunitarios, otros en iniciativas de inclusión social, y muchos en propuestas orientadas a la sostenibilidad medioambiental.
Ese aprendizaje mutuo demuestra que cuando academia, empresas y sociedad se encuentran, los resultados trascienden a los individuos y se convierten en motores colectivos de transformación.
Una institución con visión de futuro
Resulta clave reconocer el rol de las instituciones educativas que lideran la innovación y el emprendimiento como estrategia central. Al abrir espacios de encuentro con actores externos y fomentar el desarrollo de proyectos con impacto social y económico, están formando no solo profesionales competentes, sino ciudadanos comprometidos con el país.
Desde nuestra perspectiva, estas instituciones son socios estratégicos, confiables y transformadores: actores que entienden que el futuro se construye en comunidad y con visión compartida.
El compromiso del sector privado también es decisivo.Santander ha reafirmado su rol como motor de apoyo al impulsar espacios que potencian el talento joven y fomentan la innovación responsable. Su apuesta es clara: invertir en estas iniciativas significa contribuir directamente a formar una generación que liderará transformaciones sostenibles.
Oportunidades del entorno: impacto en las comunidades
Un aspecto especialmente valioso de los programas de innovación estudiantil es su capacidad de conectar los aprendizajes con los contextos locales. Los jóvenes no trabajan con problemas abstractos: toman como punto de partida la realidad de sus comunidades.
Así, hemos visto proyectos que responden a la crisis climática mediante soluciones de eficiencia energética, propuestas para la gestión responsable de residuos, sistemas de apoyo para personas mayores y herramientas digitales para pequeños negocios barriales. En todos estos casos, la clave está en que las iniciativas se nutren de las oportunidades y problemáticas del entorno, generando un impacto real y tangible.
Una apuesta por el futuro
Invertir en educación, empleabilidad y emprendimiento no es un gasto: es una siembra de futuro. Cada beca, cada curso, cada mentoría y cada torneo de innovación es una semilla que puede convertirse en innovación, empleo y progreso social.
Las cifras de participación en “Emprende Plateado”, “Innova Sostenible” y “All In Chile” son más que números: son evidencia de que miles de jóvenes están decidiendo invertir su tiempo y talento en proyectos que buscan transformar su entorno.
En definitiva, se trata de entender que el cambio no vendrá de esperar, sino de actuar. Y actuar, en este caso, significa comprometerse con las 3E’s: Educación, Empleabilidad y Emprendimiento.
El futuro no se predice, se construye. Y hoy lo estamos construyendo con cada estudiante que decide creer en sus ideas, con cada institución que apuesta por abrir espacios de innovación y con cada empresa que asume la responsabilidad de impulsar el talento joven.
Sembrar futuro es, en definitiva, sembrar confianza: confianza en que una generación de jóvenes está preparada para liderar la transformación sostenible que nuestro país y el mundo necesitan.
[1] Columna publicada en el Boletín N°74 cuyo título es: “La ruta IE en los estudiantes de Duoc UC”.
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