Autoridades de Duoc UC, docentes, estudiantes, colaboradores, titulados y representantes de empresas, organizaciones y aliados estratégicos que hoy nos acompañan.
¡Muy buenos días!
Gracias por estar hoy aquí, en un día profundamente significativo para nuestra Escuela.
¡Cumplimos 20 años!
Hoy conmemoramos veinte años desde la creación formal de nuestra Escuela de Informática y Telecomunicaciones, nacida en 2005 como respuesta visionaria a una necesidad urgente: formar más y mejores profesionales que impulsaran el desarrollo tecnológico de nuestro país. Fue una decisión que no solo respondía a las demandas de la industria, sino a una convicción profunda: que la educación técnico-profesional tenía el poder de transformar vidas y construir futuro.
Desde entonces, han sido dos décadas marcadas por esfuerzo, compromiso y pasión. Dos décadas en las que miles de estudiantes, docentes, colaboradores y aliados han aportado —cada uno desde su lugar— a forjar esta comunidad que hoy se alza como la Escuela de Informática y Telecomunicaciones más grande de Chile.
Veinte años de escuela, pero más de cuatro décadas de trabajo incansable en la formación tecnológica. Cuarenta años de abrir puertas, acortar brechas, y acompañar a generaciones enteras en su camino de crecimiento personal, académico y profesional.
A lo largo de este tiempo hemos sido testigos —y protagonistas— de una transformación sin precedentes. Tecnologías que antes parecían lejanas hoy son parte de la vida cotidiana. Oficios que no existían hace una década hoy son vitales. El mundo cambió. Y nosotros cambiamos con él.
Pero más allá de los logros y cifras, estos 20 años nos invitan a algo más profundo: a mirar con gratitud el camino recorrido, a honrar el compromiso que nos moviliza cada día, y a abrazar el futuro con la esperanza de quienes creen que aún hay mucho por construir.
[1. Orígenes]
Quiero invitarles a hacer un viaje al pasado. A cerrar los ojos e imaginar el año 1982. En el mundo, Sony lanzaba su primer CD y un joven Steve Jobs sorprendía con el Macintosh. Hablar de computadores era hablar del futuro: incierto, pero inevitable.
En ese contexto, en Chile, Duoc UC dio un paso valiente y visionario: abrió la matrícula de su primera carrera en Tecnologías de la Información. Se llamó Programación Computacional. Para muchos fue un experimento. Para nosotros, el primer latido de una historia que transformaría vidas.
Fue una decisión basada no en certezas, sino en propósito. Intuimos que el mundo cambiaría y que el conocimiento sería la llave para abrir nuevas puertas. Quisimos preparar a nuestros estudiantes con herramientas, pensamiento crítico y pasión por aprender.
Durante los años 90, esa revolución tecnológica se aceleró, y respondimos ampliando nuestra oferta académica, con carreras como Ingeniería de Ejecución en Computación y Análisis Computacional. Nuevas sedes se sumaron, y cada aula se convirtió en una chispa de futuro encendida.
En 1995 alcanzamos autonomía institucional. Y en 1999, al integrar nuestras carreras tecnológicas a la Escuela de Ingeniería, dimos forma a una identidad que abrazaba el cambio.
Pero esta historia no es solo institucional: es profundamente humana. Porque detrás de cada decisión ha habido personas que creen que una carrera tecnológica puede cambiar el rumbo de una vida, de una familia, de un país.
Y al mirar hacia atrás, entendemos que lo que empezó como un desafío fue, en realidad, un acto de fe en las personas. Esa fe —en su capacidad de aprender, crecer y transformar— es la que, más de 40 años después, aún nos mueve.
[2. Fundación y consolidación de la Escuela]
Un 25 de julio de 2005 se sembró una semilla que transformaría miles de vidas: nacía oficialmente la Escuela de Informática y Telecomunicaciones de Duoc UC. Era un momento de cambios profundos en el mundo: YouTube daba sus primeros pasos, Facebook comenzaba a conectar estudiantes, y la Web 2.0 apenas emergía como concepto. Mientras tanto, en Chile, el debate sobre la calidad de la educación, el acceso a la tecnología y la necesidad de reducir la brecha digital se volvía cada vez más urgente.
En ese contexto desafiante y prometedor, nacimos con una convicción profunda: la tecnología debía estar al servicio de las personas. Así, comenzamos a construir una comunidad académica que no solo enseñara códigos y redes, sino que también formara personas íntegras, con propósito, sentido ético y vocación transformadora.
Desde el primer día soñamos en grande. Establecimos alianzas con gigantes tecnológicos como Cisco, Microsoft y Oracle, acercando lo mejor de la industria al aula. Implementamos modelos pioneros como Coordinadores en Línea y apostamos por la acreditación voluntaria cuando nadie la exigía aún. Reformulamos nuestras carreras para que fueran más flexibles y activamos metodologías que hoy parecen estándar, pero que entonces eran revolucionarias.
En 2010 dimos un paso clave al crear el Centro de Innovación y Transferencia Tecnológica (CITT), un espacio nacido de una pregunta esencial: ¿cómo hacer que la educación dialogue con la industria y la sociedad en tiempo real? El CITT respondió abriendo caminos, articulando redes y generando soluciones reales para desafíos actuales. Hoy, ese centro sigue creciendo y consolidando nuestro rol como puente entre el saber y el hacer.
A lo largo de estos años no solo crecimos: nos transformamos. Nuestros programas se actualizan constantemente para incluir tecnologías emergentes como inteligencia artificial, ciberseguridad y cloud computing, porque entendemos que nuestros estudiantes no deben esperar al futuro: deben liderarlo.
Y fuimos aún más lejos. Creamos el Programa CERTIFIKA, que entrega certificaciones reconocidas internacionalmente a estudiantes, docentes y titulados, elevando su empleabilidad y proyección profesional.
No celebramos solo logros. Celebramos la valentía de haber iniciado este camino, la visión de quienes lo soñaron y el compromiso de quienes lo han hecho realidad. Somos una comunidad que evoluciona sin perder su esencia: formar personas que construyen futuro desde la tecnología.
[3. Impacto y comunidad]
Han pasado dos décadas desde que emprendimos este camino. Veinte años de historia construida por miles de personas que creyeron, con convicción y esperanza, que la educación técnico-profesional podía ser una herramienta real de transformación social. Y lo ha sido.
Hoy, con cerca de 30.000 tituladas y titulados, más de 18.500 estudiantes regulares, más de 500 docentes comprometidos y con presencia en 16 sedes y 2 campus a lo largo del país — uno de ellos 100% virtual— no somos solo una institución educativa. Somos una comunidad viva, profundamente arraigada en el tejido social y productivo de Chile.
Cada estudiante que cruza nuestras puertas trae consigo un sueño, una historia, una esperanza de cambio. Y cada título entregado representa mucho más que un logro académico: es el testimonio de un proceso humano, de lucha personal, de esfuerzo familiar, de comunidad que sostiene. Nuestro impacto no se mide solo en cifras, sino en las vidas que han sido tocadas por la formación, en quienes hoy lideran, crean, programan, innovan y colaboran desde su conocimiento técnico al desarrollo del país.
Entendemos que nuestra responsabilidad no se limita a transmitir contenidos. Por eso hemos decidido ocupar un rol protagónico en la conversación tecnológica nacional. Así nació el ciclo de eventos denominados: SummIT, un espacio que conecta a estudiantes y docentes con los grandes debates y avances en inteligencia artificial, ciberseguridad, 5G, cloud y telecomunicaciones. En cada encuentro, sembramos curiosidad, vocaciones y oportunidades que germinan.
Y si de impacto hablamos, hay una iniciativa que nos emociona profundamente: Más Mujeres en las TICs. Lo que comenzó como una inquietud, hoy está por cumplir 10 años de compromiso activo con la equidad. En un rubro históricamente liderado por hombres, decidimos abrir espacios, crear comunidad y levantar referentes. Porque estamos convencidas de que la tecnología necesita más voces femeninas, más liderazgo diverso, más humanidad en cada línea de código.
Hoy miramos al futuro con decisión. Lo hacemos fieles a nuestra misión: formar personas íntegras, resilientes, creativas y éticas. Porque sabemos que el conocimiento sin propósito se pierde. Y que la innovación sin humanidad se extravía.
[4. Proyección hacia el futuro]
Hoy estamos en el umbral de una nueva era: la Sociedad 5.0. Un tiempo en que la tecnología deja de ser solo una herramienta para convertirse en una aliada del ser humano. Una era en la que la inteligencia artificial no solo optimiza procesos, sino que redefine profesiones, relaciones y decisiones. Donde la sostenibilidad, la equidad digital, la ética, la inclusión y la ciberseguridad no son desafíos técnicos, sino urgencias humanas.
Y frente a este escenario vertiginoso, en Duoc UC —y especialmente desde nuestra Escuela— tenemos algo claro: no basta con observar el futuro. Hay que construirlo.
Soñamos en grande. Visualizamos nuevas carreras con impacto global, alianzas más profundas con líderes tecnológicos, vínculos sólidos con organizaciones que, como nosotros, creen en el poder de la formación para transformar realidades. Queremos llegar más lejos, especialmente a la Educación Media Técnico-Profesional, porque ahí también está el talento que Chile necesita. Y lo decimos sin ambigüedades: no vamos a renunciar a nuestra convicción de que la educación técnico-profesional es una palanca poderosa para cerrar brechas, abrir oportunidades y dignificar territorios históricamente postergados.
Por eso, diseñamos trayectorias formativas que son articuladas, modulares, flexibles y profundamente pertinentes. Porque entendemos que formar en tecnologías no es simplemente enseñar a usar herramientas: es preparar personas capaces de transformar su entorno. Personas listas para habitar un mundo que cambia vertiginosamente, pero que también abre puertas insospechadas.
Nuestros estudiantes se forman en un presente donde la inteligencia artificial, la automatización, la ciencia de datos y la realidad aumentada ya no son promesas del futuro: son realidades que moldean la vida cotidiana. Y aquí no solo las aprenden. Las comprenden. Las cuestionan. Las humanizan. Las transforman en oportunidades con sentido.
Hoy asumimos un rol protagónico en iniciativas como Futuro Digital, promoviendo ciudadanía digital responsable; en Ciberlab UC, protegiendo infraestructuras críticas del país; en el desarrollo del LATAM GPT, que busca un modelo de lenguaje que represente la diversidad latinoamericana; y en el Centro de Supercómputo e Inteligencia Artificial, que nos posiciona como referentes en capacidad tecnológica avanzada. También impulsamos CiberVoluntarios, una comunidad que promueve la seguridad digital desde el servicio.
Porque creemos que el talento puede surgir en cualquier rincón. Y nuestra misión es detectarlo, nutrirlo y acompañarlo. Porque seguimos comprometidos con la inclusión de más mujeres en TI, con atraer talentos docentes inspiradores y con seguir formando a quienes guiarán el mañana.
Nuestros docentes son el alma de esta transformación. Son quienes encienden la chispa del conocimiento, quienes acompañan, inspiran y sostienen. Por eso seguiremos trabajando a su lado, capacitándolos, valorándolos y reconociendo su impacto. Porque sin ellos, el futuro no se transmite, no se aprende… y simplemente, no se construye.
[5. Cierre y agradecimientos]
Hoy no solo celebramos 20 años. Celebramos el propósito que nos ha guiado desde el inicio. Damos gracias:
A quienes soñaron antes que nosotros.
A quienes enseñan con vocación.
A nuestros titulados, que nos representan con orgullo.
A nuestros colaboradores, que sostienen este proyecto humano.
A las empresas y autoridades que han creído en nuestra visión.
Y, sobre todo, a cada estudiante que ha soñado con transformar su vida a través de la tecnología. Este aniversario también es suyo.
Que esta celebración sea una promesa: de seguir formando con ética, humanidad y excelencia. De seguir liderando desde la innovación. De seguir escribiendo juntos el futuro.
Gracias por creer en este proyecto colectivo.
Feliz aniversario, Escuela de Informática y Telecomunicaciones de Duoc UC.
El futuro, como siempre, lo escribimos juntos.
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