El acto de enseñar ha cambiado considerablemente en los últimos años. Los estudiantes actuales llegan al aula rodeados de estímulos digitales y múltiples fuentes de información que compiten constantemente por su atención. Esta nueva realidad educativa exige un replanteamiento de las metodologías tradicionales, que a menudo no logran captar el interés del estudiantado ni promover una participación activa. Como docente en el área de mecánica automotriz, he sido testigo de este cambio y de la necesidad urgente de adaptar las estrategias pedagógicas no sólo para mantener la atención, sino también para lograr un aprendizaje más significativo, motivador y conectado con los lenguajes que los estudiantes manejan en su vida cotidiana.
Fue en este contexto donde comencé a explorar el potencial de las herramientas basadas en inteligencia artificial. Lejos de ver la IA como una amenaza al rol docente, la he comprendido como una oportunidad para enriquecer la práctica educativa. Estas herramientas no solo permiten innovar en la forma en que enseñamos, sino también responder con mayor flexibilidad a las características del alumnado actual: jóvenes hiperconectados, visuales, multitarea y con altas expectativas de inmediatez en el acceso a la información.
Videos breves: claridad, brevedad y foco
Una de las necesidades que identifiqué en mi aula era la de generar materiales breves, claros y atractivos, que facilitaran la comprensión de los contenidos técnicos. Para ello, decidí incorporar Veed.io, una herramienta de creación de vídeos breves. Opté por videos de no más de dos minutos de duración, ya que estudios realizados por Guo (2014) indican que los estudiantes retienen mejor y completan más contenidos cuando los videos duran menos de seis minutos. A partir de ese tiempo, la atención cae rápidamente. Utilizamos estos videos cortos para explicar conceptos fundamentales, como los cálculos relacionados con el funcionamiento del motor, y los acompañamos con ejercicios prácticos. La respuesta de los estudiantes fue muy positiva: se mantenían enfocados y atentos, conscientes de que cada video incluía un ejercicio práctico que debían resolver. Este enfoque no sólo facilitó el repaso de contenidos, sino que también promovió el desarrollo de habilidades clave, como la resolución de problemas, el trabajo en equipo y la utilización de herramientas digitales.
Estos videos se utilizaron para explicar conceptos fundamentales como el funcionamiento del motor a combustión interna, los principios del torque y la potencia, así como ciertos cálculos relacionados con eficiencia térmica y rendimiento volumétrico. Cada video incluía una breve explicación seguida de un ejercicio práctico, que los estudiantes debían resolver de forma individual o grupal. Este enfoque promovió no solo el repaso de contenidos, sino también el desarrollo de habilidades clave como la resolución de problemas, el pensamiento lógico-matemático, el trabajo en equipo y el uso efectivo de herramientas digitales.
La respuesta de los estudiantes fue notablemente positiva. Se mantenían enfocados, motivados y conscientes de que cada recurso audiovisual era parte activa del proceso de evaluación formativa. Además, los videos breves permitieron un acceso más flexible a los contenidos, ya que podían ser consultados en cualquier momento desde sus dispositivos móviles, facilitando el aprendizaje asincrónico y personalizado.
Música generada por IA: aprender cantando
Posteriormente, decidí llevar la innovación un paso más allá e incorporar la música como recurso didáctico, mediante la herramienta Suno, una plataforma basada en IA que convierte texto en canciones originales. Esta herramienta me permitió crear canciones educativas personalizadas, basadas en contenidos específicos de la asignatura. Las letras fueron diseñadas para explicar conceptos complejos de forma sencilla, rítmica y fácil de memorizar. Por ejemplo, se compusieron canciones sobre la cilindrada total y unitaria del motor, volumen de mezcla nueva filtrada por minuto, relación de compresión, grado de admisión, aplanado de culata, entre otras fórmulas clave para calcular el rendimiento de un motor.
La música, como lenguaje universal, despierta emociones y facilita el recuerdo. Diversos estudios en neuroeducación confirman que el aprendizaje acompañado de estímulos sonoros tiene mayor impacto en la memoria a largo plazo. Según Medina, “el cerebro no presta atención a cosas aburridas” (Medina, 2008), y los estímulos musicales pueden aumentar significativamente los niveles de atención y participación. En mi experiencia, integrar canciones con IA no solo capturó el interés de los estudiantes, sino que también abrió espacios para la creatividad, la diversión y la participación activa en clases que, por su naturaleza técnica, suelen ser percibidas como más rígidas o complejas. Además, generó un clima de aula más relajado y participativo, donde cada estudiante se convirtió en un agente activo de su propio proceso de aprendizaje.
En clases posteriores, se propondrá un desafío creativo: que los estudiantes creen sus propias letras de canciones basadas en los contenidos que están estudiando. Espero que esta actividad tenga múltiples beneficios como: promover el aprendizaje activo, estimular la capacidad de síntesis, fortalecer el trabajo colaborativo y permitir una conexión emocional con los contenidos.
Hacia una docencia más significativa con IA
Estas experiencias me han llevado a replantear mi visión sobre el uso de la inteligencia artificial en la educación. Más allá de ser una innovación tecnológica, la IA representa una herramienta poderosa para complementar la labor docente, siempre que se utilice de manera estratégica, ética y pedagógicamente fundamentada. No se trata de reemplazar al profesor, sino de potenciar su rol como mediador del conocimiento, abriendo nuevas vías para conectar con los intereses del alumnado.
El uso de IA en la creación de recursos educativos no solo favorece la personalización del aprendizaje, sino que también permite abordar la diversidad en el aula, ofrecer materiales accesibles y fomentar competencias digitales clave para el futuro profesional de los estudiantes. En el ámbito de la mecánica automotriz, donde muchos contenidos requieren visualización, práctica y repetición, estas herramientas representan una oportunidad invaluable para transformar la enseñanza técnica en una experiencia más cercana, dinámica y significativa.
Además, estas estrategias están alineadas con el enfoque de aprendizaje basado en competencias y con metodologías activas como el modelo TPCK, donde Koehler (2006) indica que se debe integrar contenido, pedagogía y tecnología de manera equilibrada. En este sentido, el docente del siglo XXI debe asumir un rol protagónico en la exploración, diseño y evaluación de recursos digitales que respondan a las nuevas demandas educativas.
Reflexión final
En definitiva, integrar videos breves y canciones generadas con IA ha sido una decisión pedagógica acertada, no solo por su capacidad de captar la atención del alumnado, sino por el impacto que ha tenido en la comprensión, motivación y participación activa de los estudiantes. Estas herramientas, bien utilizadas, permiten democratizar el acceso al conocimiento, promover el aprendizaje autónomo y enriquecer la práctica docente.
Mi invitación es a que más educadores se animen a experimentar con estas tecnologías emergentes, adaptándolas a sus contextos y necesidades específicas. La innovación en educación no siempre requiere grandes recursos, sino una mirada abierta, flexible y comprometida con el aprendizaje de los estudiantes. La inteligencia artificial, bien aplicada, puede ser una aliada clave para hacer de cada clase una experiencia inolvidable.
Referencias
Guo, P. J., Kim, J., & Rubin, R. (2014). How video production affects student engagement: An empirical study of MOOC videos.
Medina, J. (2008). Brain rules: 12 principles for surviving and thriving at work, home, and school. Pear Press.
Koehler, M. J., & Mishra, P. (2006). Technological Pedagogical Content Knowledge: A framework for teacher knowledge. Teachers College Record, 108(6), 1017–1054.
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