¿Cuál es el origen, el inicio, las personas y causas de su fe en Jesucristo?
Mi familia era católica, no practicante pero humanamente era muy buena y practicaba sólidos valores. Estudié en un colegio en que la formación cristiana era optativa. Si bien mi padre no era católico creyente, siempre me estimuló a asistir a los cursos de formación católica de mi colegio porque lo consideraba relevante para mi formación. En alguna oportunidad me expresó: yo no soy practicante, pero quiero que tu conozcas y ejerzas tu libertad luego de conocer la fe cristiana. Además, como otro hito inicial, tuve una muy buena formación humana en virtudes al interior de mi casa, que allanó mi camino hacia mi acercamiento personal a la fe[1].
Sintetizando, en mi niñez tuve una fe sencilla sin comprender la catolicidad ni entender el significado de Cristo. Casi nunca iba a misa porque no era una actividad practicada por mis padres.
Al cumplir los 17 años, por influencia de amigos católicos que me invitaron a cursos de formación católica, se inicia un cambio muy relevante en mi cosmovisión de mundo. Descubro a Jesucristo, una persona con la cual puedo conversar, que me escucha, que es un Dios cercano y permanente, perfecto en el amor y que comenzó a darle un sentido profundo a mi vida. Desde ahí en adelante he sentido la presencia de Dios de manera permanente. Soy lo que soy gracias a Dios.
¿Cuáles son los momentos en su vida en que más ha sentido la presencia de Dios en su cotidianeidad?
Lo primero que quisiera decir es que a Dios lo encuentro siempre en mi cotidianeidad. Sin embargo, y como le sucede a todo el mundo, en hitos de mi vida lo he sentido más intenso como al contraer matrimonio, en el nacimiento de mi hija, en momentos de enfermedad, también en los éxitos o fracasos profesionales.
Cuando señalo cotidianeidad pienso en las actividades del día, cuando trabajo, estoy con mi familia y amigos, y de manera muy especial me siento cerca de Dios en el acto de comulgar (al recibir la sangre y el cuerpo de Cristo), al asistir a retiros espirituales, todos los días en mi oración y en mis visitas al Santísimo en los Oratorios que tenemos en Duoc UC. En la confesión, al comunicar mis faltas y recibir el perdón, que es impresionante para todo católico y que demuestra el amor infinito de Dios a todas las personas cuando practican este sacramento.
Todo lo que hago se lo ofrezco a Dios: mi trabajo y mis descansos. La presencia de Dios para mí, reitero, es algo que experimento de manera permanente.
¿Cómo ha sido su camino pedagógico y las experiencias comunitarias de su fe católica?
Desde joven he asistido a clases de formación católica, siempre leo mucho sobre doctrina, teología dogmática, sacramental, encíclicas, cartas apostólicas. Me esfuerzo en llevar una vida espiritual, porque creo que hay que cultivar el amor a Dios, así como en el matrimonio siempre hay que decirle a la esposa que la amamos, para que ese sentimiento tan bello no decaiga ni se marchite.
Mi vida comunitaria católica se despliega en mi participación activa con mi familia, en mi parroquia, en las comunidades de Duoc UC y en la Universidad Católica, y además a través de medios de formación en el Opus Dei. En cada uno de estos espacios logro vivir comunitariamente mi fe, entendiendo que la fe católica es siempre vida comunitaria, relacionada con otros y otras.
En síntesis, trato de vivir comunitariamente mi fe tanto en mi familia como en mi trabajo.
¿Como Rector de Duoc UC, cómo siente que esta institución se apega a su identidad cristiana?
Duoc UC claramente tiene, desde sus inicios, una identidad cristiana que debemos seguir cuidando, profundizando y viviendo de manera diaria en todo lo que hacemos. El desafío es que nuestra enseñanza, nuestras labores administrativas, la investigación aplicada y todas las otras actividades que llevamos a cabo estén inspiradas en los principios y valores católicos.
Para lograr esto pienso que nos falta avanzar más en cómo vivimos, practicamos, entendemos y nos formamos para conocer más nuestra fe y los principios y valores que nos inspiran. Comprender que fortalecer nuestra identidad no es responsabilidad de unos pocos sino de todos y todas. No es una responsabilidad solo del Capellán General, de los capellanes de las sedes, de la Pastoral o del Rector en particular, ya que como comunidad debemos co-construir y fortalecer este aspecto identitario tan sustancial y no accidental para toda nuestra comunidad.
Esto no es un llamado solo a los católicos sino a toda la comunidad de Duoc UC a vivir la fe desde distintas dimensiones. Respetando la libertad de conciencia de cada persona, los no católicos también están llamados a participar, ayudándonos a seguir construyendo y fortaleciendo nuestra identidad sobre la base de poner en práctica y promover ciertos principios y valores. Puede que una persona no creyente no haya descubierto la trascendencia que se encuentra en Cristo, pero igualmente debe cooperar. La pregunta esencial para todos y todas debe ser ¿cómo puedo ayudar a fortalecer estos principios, valores y la identidad católica institucional? La institución los necesita a todos y todas para que seamos fieles a una de las razones más importante que le dio origen, permanencia y le da sentido futuro a Duoc UC.
¿Cuál es el sentido de su vida y cómo Dios le entrega las respuestas que necesita?
Tratar de hacer lo que Dios espera de mí y al final alcanzar el cielo; y ayudar a que muchas otras personas también lo alcancen. Me esfuerzo por usar bien mi libertad, con aciertos y errores como todo el mundo, con todas mis imperfecciones y limitaciones, para poder cumplir la voluntad de Dios en la tierra. Trato de verlo, encontrarlo y ofrecerle todas mis actividades diarias a Él. Por eso tengo el crucifijo en mi oficina, que me recuerda siempre para quién debo trabajar y qué debo buscar.
Las respuestas de Dios las obtengo diariamente en la oración y en especial en la Misa, la comunión y en la confesión. Tengo claro que Él me sostiene y que de Él dependo. Al conversar con Él siempre recibo las respuestas a mis preguntas.
¿Cuáles han sido sus mayores dificultades para permanecer en la fe y cómo las superó?
La mayor dificultad es acostumbrarse y pensar que la fe es dada, perdiéndose la capacidad de asombro ante Dios. Ha sido mi principal dificultad. Por otro lado, a veces cuesta perseverar porque como lo enseña nuestra doctrina en la naturaleza humana tenemos tanto la inclinación al bien como hacia el mal. Y esta última debemos controlarla para no hacer mal uso de nuestra libertad. Por eso siempre es recomendable no exponerse, tener cuidado de aquello que puede dañarnos para permanecer siempre cerca de lo que Dios desea para nosotros.
Flaquear significa alejarse de Dios; es decir, distanciarse de los sacramentos, de la oración, olvidarnos de que dependemos de Él, dejar de sentir su presencia diaria y no hacer lo que Él nos pide. Vivimos con altos y bajos, a veces muy motivados y en otros momentos menos entusiasmados. Pero debemos darnos cuentas que vivir cristianamente no es un tema de motivación, sino de fondo: mente, voluntad y corazón armonizados. No se trata de tener más o menos ganas: se trata de hacer todas las cosas por amor Cristo.
Cuando se está débil viene la duda y esto se origina porque hemos abandonado toda la ayuda que nos dan los sacramentos, la oración que son pilares claves para mantener y fortalecer nuestra fe.
[1] Entrevista publicada en el Boletín N°56 del Observatorio Duoc UC.
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