Cuando Thomas Alva Edison sacó a la luz su primer fonógrafo en 1876, el foco estaba puesto en el logro de capturar las vibraciones sonoras, registrarlas y poder reproducirlas después. Ese era un gran paso tecnológico, y en esos días nadie estaba demasiado preocupado por lograr un parecido entre los sonidos reales y los grabados. Bastaba con que se pudieran registrar y reproducir. Sin embargo, con el paso de los años fueron surgiendo nuevas tecnologías que aportaron a los sistemas de grabación y reproducción de sonido, siendo la inclusión de la energía eléctrica en los sistemas de grabación y reproducción uno de los avances más notables y que más posibilidades ha arrojado hasta hoy.