La vida de los seres humanos enfrenta de manera permanente desafíos, amenazas y encrucijadas que accionan su inteligencia y despliegan distintas habilidades y diferentes capacidades. En la medida en que aquellas situaciones se reiteran, las reacciones o respuestas tienden a considerar situaciones ya vividas, es decir, contemplan la experiencia.
Probablemente usted, que lee esta columna, recordará aquella vez en que perdió todo el trabajo realizado en su computador pues hubo un corte de energía y no había o no estaba activada la batería del equipo. Esta dolorosa situación laboral (por la pérdida de tiempo que supone) sin duda le habrá ayudado, posteriormente, si entendió la lección: grabar periódicamente lo que está trabajando. Sin embargo, ¿existe la total seguridad de que no le volverá a ocurrir? Aprender es un verbo fácil de conjugar pero complejo de asimilar, más aun cuando las vivencias son ajenas. Por lo tanto, hablamos de aprendizaje cuando, ante una situación ya vivida, respondemos con una conducta observable de manera distinta y obtenemos resultados diferentes.