El servicio es una actitud de vida. Es dar para facilitar el cumplimiento de un proceso, para resolver una necesidad, una demanda o solicitud, o satisfacer una expectativa de alguien, de modo que tanto quien da como quien recibe puedan sentirse agradados.
Para la realización de este valor debemos tener rectitud de intención, respetar la dignidad de la vida humana y ser solidarios con nuestros semejantes. Servir es, entonces, darse de corazón, con buen humor y comprensión, dignificando la propia vida y la de quienes se benefician de nuestros servicios. La probidad, el respeto, la equidad y la solidaridad, son la base para la práctica de este valor.