Existen dos objetivos esenciales a toda institución de educación superior: Lograr aprendizajes (valores, conocimientos, actitudes, ansias de aprender y de dudar, entre otros) y que esto sea de utilidad para la empleabilidad de sus estudiantes en el presente y, por supuesto, para el futuro. Finalmente, estos ingresan confiando en que estas organizaciones educativas los prepararán y les proporcionarán las mejores herramientas para un ignoto futuro.
Por tanto, toda institución formativa estudia su presente en sus más diversas manifestaciones para que de este modo pueda construir perfiles de egresos adecuados a las necesidades del presente y las probables que nos traiga el futuro. De tal modo, que fortalecer la investigación de escenarios futuros pasa a ser una necesidad creciente, para proporcionar insumos actualizados a las distintas carreras ofertadas.