La búsqueda de un liderazgo acogedor

La búsqueda de un liderazgo acogedor

Era domingo, temprano, el diario aun no llegaba y en casa todos dormían. Afuera hacía frío. Los días de aquel invierno querían dejar huella estadística. Me acomodé en mi atribulado escritorio donde, para sentarme, debía sacar de la silla la ropa que había que planchar. La ventana no se podía abrir, no por razones climatológicas sino por el impedimento de textos, papeles y carpetas que mi hijo menor amontonaba. Decía trabajar en su tesis de grado… al parecer, por lo que demoraba, lo hacía con poco agrado. Puse música, aquella que me ha acompañado por años, la que me hace ir y venir, la que me permite transitar, la de un cantautor catalán que me la presentó, prestó y regaló; la de Joan Manuel Serrat.

En este marco me senté a escribir una exposición que me habían pedido desde una de aquellas apartadas escuelas que visitaba con frecuencia a lo largo del país; esas donde la mesa de reunión de los profesores es una que se arma con los pupitres de los estudiantes; las que tienen en su frontis de madera el escudo de la escuela pública; las que tienen tazas grandes; aquellas donde el barro sirve de material pedagógico.

Me habían pedido que compartiera con ellos el tema del liderazgo y “si puedes, relaciónalo con algún personaje de la actualidad” me dijo la Directora de la escuela. Los padres de los niños y ellos mismos, aquí, continuó, necesitan que lo que se les diga lo puedan identificar con facilidad; requieren que les sea cercano para entenderlo mejor. “No les hables en difícil, se aburrirán. Y si se aburren no entenderán. Permíteles participar, que puedan preguntar. Al fin y al cabo, la vida es una permanente pregunta”. Fueron sus últimas indicaciones antes de la frase terrible con la que terminó: “Sabes que confío en ti”.

Magistral. Bien ganado tenía el cargo de Directora de la escuela. En definitiva, me propuso preparar un contenido, me pidió que lo contextualizara y ejemplificara, que les facilitara el aprendizaje y que fuera tomando el pulso del mensaje a través de la propia participación de los asistentes ofreciendo respuestas orientadoras para nuevas inquietudes. Conjuntamente, me comprometió: confiaba en mí. Me dio una clase de metodología pedagógica, me dio, en pocas palabras, una lección de vida.

Decidí abordar el tema del liderazgo entendido como la capacidad de influir sobre las personas o grupos anticipándose al futuro y contribuyendo a su desarrollo personal. Situé al líder en posición de que su opinión, su punto de vista, es importante para los demás. Una persona que tiene seguidores que comparten sus ideas, sus propuestas, y que las hacen propias. Un ser que muestra capacidad de visión, la que le permite adelantarse a los acontecimientos, ofreciendo la posibilidad de orientar a los demás hacia el futuro. Que presenta ideas y proyectos para el beneficio  común. El liderazgo, por tanto, lo trabajaría como la capacidad de sacar de los demás sus mejores virtudes y procurar crear las condiciones que deban darse para lograrlo.

Mi problema, entonces, era como relacionar el tema con alguna figura pública reconocible por la asamblea compuesta por el alumnado, padres, docentes, directivos de la empresa del lugar, el teniente de Carabineros y la directora de educación municipal quien viajaría desde la ciudad, distante 130 kilómetros. Ella llevaría al sacerdote (En total unas 70 personas; más de un tercio del pueblo). Mirando el desorden del escritorio observé una bendición Papal familiar que alguno de mis hermanos, con dedicación y devoción, me había regalado. Entre cigarrillos y café (abrir la ventana ya se hacía necesario) fui distinguiendo en el Papa Francisco conductas y características que me fueron pareciendo cada vez más claras en relación al liderazgo: predica con el ejemplo; enseña haciendo; marca los grandes objetivos; reconoce la realidad y la interviene; se adapta a los cambios y los promueve; muestra, demuestra y exige coherencia; busca unir en lugar de enfrentar.

En más de una oportunidad ha respondido al periodismo mundial: ¿quién soy yo para juzgar? Y ha propuesto, sobre todo a los jóvenes, no tenerle miedo a los cambios; no tenerle miedo a los miedos de los demás; por más que desagrade, pregona e invita al entendimiento de la realidad: insta a enfrentarla y a transformarla con valentía y libertad.

Durante la exposición, una de las varias preguntas que se formularon provino desde el teniente de Carabineros. Consultaba acerca de cómo los grupos y las personas podían sentir un liderazgo próximo, arriesgado y decidido (puso de ejemplo lo vivido en su institución con el fallecimiento del General  Bernales). ¿Desde el liderazgo del Papa Francisco, qué ejemplo nos podría dar?

Lampedusa es quizá un ejemplo clarísimo, respondí. Allí fue el líder a “llorar por los inmigrantes ilegales que mueren” al tratar de entrar a Europa. En aquel lugar, mientras celebraba la Misa, se veía un cartel artesanal, escrito por los pobladores con un atomizador sobre un género blanco, que decía: “Tú eres uno de nosotros”. En la isla mediterránea los pobres de entre los pobres reconocieron en el Papa a quien fue coherente con su escudo: “los miró con misericordia y los eligió”. En aquella tierra situada entre los continentes de África y Europa el mundo escuchó una declaración emocionante: El Papa es uno de nosotros. Al concluir pregunté a los asistentes ¿Podría pedirse más?

Vino a mi memoria esta experiencia al recibir hoy un correo electrónico de aquella admirable directora. En la actualidad, por concurso público, se desempeña como máxima autoridad educacional de la Comuna. No me sorprendió. Poseía muchas de las conductas y características del liderazgo comentadas; agregando a ello su infinita inquietud. “De andar y andar buscando verdades, para encontrar siempre una pregunta, ir y venir y no llegar nunca”. Coincidentemente, así decía al terminar Serrat su canción: “Conversando con la noche y con el viento”.

Sebastián Sánchez Díaz (Coordinador Observatorio Duoc UC)

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Comentarios

Hola Sebastían

Me encanta que a partir de lo cotidiano,y sin necesidad de caer en lo rebuscado del lenguaje, abordes el tema del liderazgo.

Me alegra saber que te haya parecido bien. Son, como decíamos en otra columna anterior, lecciones aprendidas.