Dos millones de jóvenes no podían creer lo que estaban escuchando. Francisco, el Papa, decía que en algunos casos la vida se entendía como si fuera un sofá: uno “que nos ayuda a estar cómodos, tranquilos, bien seguros”. Lo llamó “la sofá-felicidad”, que hace que “poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados mientras otros -quizás los más vivos, pero no los más buenos- deciden el futuro por nosotros”. Y luego invitó a “cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes… Hemos venido a dejar una huella”. Esa huella se traza con Jesucristo y los jóvenes, que aplauden a rabiar al Papa, lo tienen claro.
Entre ellos hay siete estudiantes que han viajado más de 13 mil kilómetros para estar allí. Son alumnos de Duoc UC que ahora toman mayor conciencia de que son protagonistas de la historia presente y que pueden construir un futuro mejor a la luz de la fe y al servicio de los demás. Han venido a la Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad polaca de Cracovia. Dos semanas participando en las actividades han reafirmado su fe en Jesucristo y su pertenencia a la Iglesia. El Papa Francisco ha venido en los últimos días del encuentro a confirmar la fe de los muchachos y a invitarlos a construir un mundo mejor.