Había una vez un profesor que tenía toda la clase planificada. Había llevado unas imágenes en un PowerPoint, que estaban bien nítidas, así que se verían muy bien en el proyector. Así que, llegando con mucho entusiasmo a la sala, y cuando se preparaba para empezar la clase, uno de sus estudiantes grita a todos sus compañeros, y les dice a sus compañeros: “¡Chiquillos!, las invitaciones gratis para ir al recital de tributo de Soda Stereo ya salieron y están publicados en Facebook! ¡Yo me gané una entrada! ¡Así que métanse altiro, que es verdad, para que se inscriban y vamos, poh!”.
Ante eso, el profesor viendo esta escena con ojos despabilados y mirada perdida, se queda con la sorpresa que ya su inicio de la clase no iba a ser el mismo planificado. Que el contenido que tenía preparado con las imágenes tan bonitas en Powerpoint, acerca de las formas de hacer un dibujo de una cubierta de madera de una casa, la que venía en la Planificación, no iba a poder ser más importante la muestra evidente de felicidad y entusiasmo que el estudiante tenia, y que contagiaba al resto de los compañeros.